Totope: ¿cómo transcurre la vida en un pueblo a punto de desaparecer?

Este municipio, en la costa de Ghana, es un ejemplo de las poblaciones amenazadas con desaparecer por la degradación medioambiental que están sufriendo los países más pobres del mundo
La arena se está comiendo al pueblo. J.I.M.R. Foto: totopergm

“Bueno, es cierto que pusieron defensas para controlar la subida del mar. Lo hicieron hace unos años, en 2015, pero ello no ha acabado con el problema. Los suelos de nuestras casas siguen inundándose. La mayoría de las veces el agua ya no viene directamente del mar, como antes, sino de la tierra. Sube e inunda las habitaciones, las cocinas… Lo anega todo”. Macu, una mujer de 45 años, habla sentada en una banqueta sobre la arena, la espalda apoyada en la pared exterior de su vivienda, mientras sus vecinas, hijas y nietos la observan y la escuchan con curiosidad. “Sucede cuando sube la marea. No sé… Unas cuantas veces al año”. 

Macu nació y vive en Totope, un pueblecillo de unos 3.000 habitantes cerca de la ciudad de Ada (donde el río Volta se encuentra con el Atlántico, en la costa este de Ghana). Es una zona situada entre el océano y la laguna Songhor, rodeada de pequeñas poblaciones, algunas más grandes y habitadas que Totope, otras menos, pero siempre con los mismos denominadores comunes: el mar como forma de ganarse la vida, la pesca como casi único oficio, una falta alarmante de servicios básicos, una acuciante necesidad golpeando en cada puerta. 

Se nota en las paredes desgastadas por el salitre, en la dieta de las personas que viven allí, en unas viviendas cada día más cerca del agua y más envueltas de arena. La mayoría de la gente de Totope y de las aldeas aledañas, en definitiva, forman parte de ese 25% de la población que vive bajo el umbral de la pobreza en este país situado en el golfo de Guinea y de unos 28 millones de habitantes. 

La zona costera de Ghana representa aproximadamente el 6,5% de la superficie terrestre del país y es el hogar del 25% de la población. También es donde se encuentra el 80% de la industria de la nación, en un auge económico significativo durante los últimos lustros que amenaza ahora el nuevo coronavirus. Pero los pueblos como Totope, los que se encuentran situados a orillas del océano, sufren desde hace tiempo las consecuencias de la crisis climática, la subida del nivel del mar, las mareas cada vez más impredecibles y los movimientos de la arena con más saña que cualquier otro lugar en el país. “El cambio climático lo está modificando todo en este lugar. Afecta a casi todas las actividades que lleva a cabo la comunidad. En no demasiado tiempo variarán, seguro, todas las dinámicas y el modo de vivir”, afirma rotundo Kwasi Appeaning Addo, profesor y jefe del departamento de Ciencias Marinas y Pesqueras de la Universidad de Ghana. 

Subsistir con lo básico

Lo que advierte Kwasi resulta ya demasiado visible en Totope. Las viviendas antaño habitadas, las más cercanas al mar, son ahora una triste estampa de viejos muros de piedra sin techos, sin personas, y con la arena de la playa como único suelo. Y las otras casas, las situadas en el pueblo, cada vez más próximas al mar, parecen tomar el mismo camino. Totope es, simplemente, un lugar en peligro de extinción, cuyos habitantes, además, encuentran muy pocas alternativas. “Hay tierras encima de la laguna, un poco más arriba de nuestras casas, pero no nos pertenecen. La mayoría es de gente de los pueblos de alrededor. El Gobierno ha dicho que haríamos bien en movernos de aquí y ha sugerido esa alternativa, pero quien no tiene dinero no puede comprar un terreno para construirse otra casa. Nosotros tenemos que quedarnos”, sentencia Macu.

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Las paredes de las casas están desgastadas por el salitre. J.I.M.R

“Totope es el ejemplo vital de familias que han perdido la identidad, la memoria y el valor sentimental de sus hogares. Para el Golfo de Guinea, a lo largo de la costa de África Occidental, los datos disponibles muestran un aumento relativo del nivel del mar de 3,5 milímetros al año. En combinación con las actividades a lo largo de estas zonas, como la extracción de arena o la deforestación de los manglares, las comunidades costeras de Ghana corren un alto riesgo de erosión costera, inundaciones y salinización, por decir lo menos”, explica Joshua Amponsem, activista contra el cambio climático y fundador de Green Africa Youth Organization, una ONG local que lucha por visibilizar y poner remedio a este problema. “Totope es un claro argumento para acelerar rápidamente los esfuerzos de adaptación con los que evitar pérdidas y daños no económicos imposibles de reemplazar con compensaciones”, añade el activista. 

Theophilus Tetteh repara las redes de pesca junto a otra decena de hombres en la playa de Totope frente a los barcos con los que se lanzan a pescar en el océano. Son gente de mar, con las manos ásperas del agua salada, los pies descalzos y encallados, arrugas en la cara los más viejos, camisas desabrochadas los que las llevan, y los que no, con polos o camisetas desgastadas y descoloridas. Como la inmensa mayoría de sus paisanos, son hombres que pescan para ganarse la vida, para alimentar a sus familias. 

“El mar siempre viene. Cuando éramos pequeños, el mar venía e inundaba nuestras casas. Después pusieron las defensas, las rocas, porque cada vez pasaba más. Y ahora el problema es la arena”, resume. “Lo ideal sería que la sacaran de aquí y que la echaran a la laguna. Pero no sé si será posible…”. Poco sabe Theophilus de cambio climático. Él conoce más de mareas, de qué peces pescar en julio y cuáles en enero. Pero también de necesidad y de vivir con lo básico. Porque ninguna de esas casas que amenazan la arena y el mar en Totope son un colegio, ni un hospital o clínica médica, ni servicios o urinarios públicos, ni un parque o zona de ocio para los niños. Ni siquiera el camino hasta la carretera principal, la que conecta Ada con Accra y otras ciudades importantes del país, se encuentra asfaltado. Muchos trechos son de arena. Las partes de alquitrán, además, están repletas de baches y agujeros. “Cuando alguien se pone enfermo lo tenemos que llevar entre unos cuantos a un doctor de un pueblo de aquí al lado”, lamenta Theophilus. 

Macu también sabe de escasez, tanto o más como los pescadores de su pueblo, aunque ella no salga a faenar. Dice que ha parido a sus cuatro hijos ahí, en su propia casa, y que sus hijas han hecho lo propio con sus nietos. Que a las mujeres que se quedan embarazadas allí no les queda otro remedio. Y también protesta porque en Totope, un pueblo rodeado de agua por todos los costados, viven sin agua potable, solo la de un pozo que no funciona con asiduidad, y que tienen que gastar dinero en comprarla. “Aquí hacen falta muchas cosas”, finaliza con una sonrisa antes de despedirse y seguir con sus quehaceres diarios. 

Los más perjudicados y menos culpables

“Países como Ghana u otros de la costa oeste de África como Gambia o Togo no son los que más daño causan al planeta, pero son los que más sufren las consecuencias del cambio climático. Estas naciones queremos y debemos caminar juntos para plantear soluciones efectivas al problema”, dice el profesor Kwasi Appeaning Addo. En este sentido, el informe The Cost of Coastal Degradation in West Africa (El coste de la degradación de la zona costera en África Occidental), publicado por el Banco Mundial en marzo de 2019 y que se centra en los casos de Benín, Costa de Marfil, Senegal y Togo, muestra que la degradación medioambiental en la zona costera de estas regiones (que agrupan un tercio de la población y generan el 56% del PIB) tiene un coste de casi cuatro mil millones de dólares (equivalente al 5,3% del PIB agrupado de los cuatro países). Dicho escrito recoge también que este empeoramiento, acentuado inequívocamente por el cambio climático, se cobra miles de vidas humanas y destruye los medios vitales de otras tantas. 

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Totope es un pueblo que vive del mar, donde las mareas se han vuelto cada vez más impredecibles. J.I.M.R

El activista Joshua Amponsem se explica en los mismos términos. Dice: “Las políticas sobre fijación de precios del carbono, los principios de que quien contamina paga y los Mecanismos de Desarrollo Limpio no han abordado la causa raíz del cambio climático, sino que han hecho posible que el sector de combustibles fósiles y las corporaciones sigan contaminando a expensas de vidas humanas y ecosistemas de los que dependemos”. Y los lugares como Ghana, los países en vías de desarrollo, son precisamente donde más sufren estas personas. África solo produce el 5% de las emisiones mundiales (en este continente vive algo más del 15% de la población terrestre) mientras que los efectos del cambio climático recrudecen allí con especial virulencia. Totope es solo un ejemplo. Pero hay muchos más: según Oxfam, un total de 18 países africanos pasan hambre cuando sufren fenómenos climáticos extremos cada vez más frecuentes como largas sequías o inundaciones repentinas.

Coinciden Amponsem y Appeaning Addo en que, pese a que el futuro pinta oscuro para poblaciones como Totope, hay medidas que podrían ayudar a mitigar el problema. “El Gobierno debe hacer más; las construcciones para contener el mar son buenas, pero no resultan suficientes. Debemos empezar a reemplazar acciones lesivas por otras que no lo sean. Iniciativas individuales, como la plantación de cocoteros, pueden resultar muy útiles si cada persona se lo toma en serio”, afirma el profesor de la Universidad de Ghana. 

Amponsem va algo más allá al requerir actuaciones globales que permitan que pueblecillos como Totope puedan continuar vivos. “Esta injusticia debe abordarse mediante la adopción de mecanismos que permitan aumentar la financiación para la adaptación de los ecosistemas y la construcción de resiliencia”, concluye. 

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