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Estamos en medio de una emergencia de salud pública. Esta pandemia ha afectado vidas, comunidades y medios de vida. Ahora necesitamos un esfuerzo colectivo para detener esta crisis, la solidaridad global para proteger a los más vulnerables, y una nueva priorización de lo que, colectivamente, consideramos importante. No se puede volver a la «normalidad».
Como futuros profesionales de la salud, pronto asumiremos la responsabilidad de ser los trabajadores de salud de primera línea, para garantizar la salud y el bienestar de todos los miembros de nuestras comunidades, siguiendo los pasos de los millones de cuidadores que nos han precedido. A cambio, esperamos que los líderes mundiales trabajen con nosotros y dejen un legado que promueva personas sanas que prosperen en un planeta saludable, respaldado por sistemas de salud resistentes y donde nadie queda atrás.
Para que podamos cumplir con nuestros roles, necesitamos líderes mundiales que tomen medidas audaces hacia estos 4 objetivos:
1. Un cambio permanente a políticas centradas en las personas
La salud pública es una opción política, y las elecciones que hagamos hoy darán forma a nuestra sociedad, salud, economía y clima en las próximas décadas.
Crisis como éstas nos obligan a enfrentar las deficiencias de nuestros sistemas y de de las políticas. También nos ofrecen una recuperación del sentido de humanidad compartida, donde nos damos cuenta de lo que más importa es la salud y la seguridad de nuestros seres queridos y, por extensión, la salud y la seguridad de nuestra comunidad, nuestro país y de nuestros compañeros ciudadanos del mundo.
Instamos a los líderes a pasar del crecimiento, al bienestar, como medida del éxito a largo plazo. Con el objetivo final de obtener comunidades prósperas.
2. Una respuesta ambiciosa a la crisis de salud actual, en preparación para futuras crisis
Necesitamos salvar vidas ahora y al mismo tiempo mejorar la forma en que respondemos a las crisis de salud en general.
Esto significa cuidar el activo más valioso de un sistema de salud: sus trabajadores. Como nuestra primera línea de defensa contra la pandemia y otras crisis de salud, su seguridad y bienestar deben ponerse en primer lugar garantizando la disponibilidad de medidas de protección esencial, equipos, medicamentos, capacitación, orientación y apoyo.
Esto también significa fortalecer la salud pública y los sistemas de atención primaria de salud en todos los países. Pero especialmente en los países de bajos y medianos ingresos. Ésto se logra a través del apoyo sostenido en la gobernanza de la salud, recursos humanos, medicamentos y dispositivos, prestación de servicios, sistemas de información de salud y financiamiento de la salud.
Necesitamos invertir en sistemas de vigilancia y alerta temprana para enfermedades y otras amenazas a la salud, y necesitamos construir una cadena de vacunación global y flexible. Los sistemas de salud necesitan ser adaptados y fortalecidos para ser a prueba de golpes ante el cambio climático y otras amenazas a la seguridad de la salud.
Por último, para evitar la aparición de nuevas enfermedades y proteger los ecosistemas naturales de los que dependemos, necesitamos prohibir las actividades que aumentan el riesgo de enfermedades emergentes, incluida la deforestación y el tráfico de vida silvestre.
El Global Preparedness Monitoring Board estima que la preparación para una pandemia global costaría entre 1 y 2 dólares estadounidenses por persona por año, y la Organización Mundial de la Salud determinó que se necesitarán 35 mil millones de dólares adicionales para fortalecer los sistemas de atención primaria de salud. Ésta es una ganga para evitar la recurrencia de dificultades económicas para millones y la muerte de miles. El costo de mejorar nuestras defensas contra las amenazas a la seguridad de la salud, como el cambio climático, la resistencia a los antimicrobianos y la aparición de enfermedades, es sólo una fracción del costo de la inacción.
3. Cumplimiento de la Cobertura Universal de Salud
Cuando los desastres de salud golpean, y en un escenario habitual lo harán y cada vez en mayor medida, la desigualdad global se mantiene y se refuerza. Pagándose con la vida de los más pobres y marginados.
Tener acceso a los servicios de salud necesarios, sin implicar una barrera financiera indebida, sigue siendo un sueño lejano para la mitad de la población mundial. La asistencia médica asequible es un paso esencial para deshacer las desigualdades sistémicas a las que nos enfrentamos hoy. Es una inversión sin remordimientos que honra el derecho humano a la salud de todos.
La creación de entornos saludables para poblaciones más sanas y la Cobertura Universal de Salud son dos de las formas más efectivas en las que podemos reducir los impactos en la salud a largo plazo. Y así aumentar nuestra capacidad de recuperación y de adaptación a las crisis de salud actuales y futuras.
4. Ayuda y recuperación sostenible para lograr la salud mundial
El apoyo financiero y social necesario para garantizar el alivio inmediato y la recuperación a largo plazo debe centrarse en la equidad, el desarrollo sostenible y la resiliencia, así como en la salud comunitaria y mundial.
Pedimos a los gobiernos que pongan el acceso universal a las energías renovables en el centro de los planes de impulso, incluyendo redirigir los miles de millones de dólares en subsidios a los combustibles fósiles hacia fuentes renovables. Estableciendo salvaguardas sociales y ambientales para todas las actividades y políticas económicas futuras, y al mantener los 5 principios de una recuperación justa, para garantizar una transición hacia un futuro más resistente, cero carbono, justo y más saludable.
Esta carta abierta fue firmada por individuos y organizaciones que representan a más de 12 millones de jóvenes enfermeras, parteras, médicos, cirujanos, fisioterapeutas, dentistas, psicólogos, psiquiatras, farmacéuticos, profesionales de la salud pública, trabajadores de salud comunitarios, cuidadores, estudiantes de salud y jóvenes de más de 130 países y territorios. Puede ver una lista completa de los firmantes aquí.