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“El agua empieza a cotizar en el mercado de futuros de Wall Street junto al petróleo y el oro”. La noticia, de máxima actualidad, ha corrido con la fuerza de las aguas bravas por las redes sociales, por los informativos de televisión y entre los colectivos dedicados a la defensa del agua como un bien común y como un derecho humano. El titular es nuevo, pero el agua y su gestión lleva años siendo objeto de mercado e incluso de especulación financiera. Ahora, con la entrada en el mercado de futuros de las materias primas, se ha dado un paso más en una tendencia que lleva, al menos, dos décadas de desarrollo.
“Nadie en el mundo se ha hecho más consciente del valor del agua que el sector privado, que ve los beneficios que se pueden obtener del hecho de que el agua sea un bien escaso. El resultado es un fenómeno completamente nuevo: el negocio del agua”, escribían en 2004 Maude Barlow y Tony Clarke en el libro el Oro azul. Las multinacionales y el robo organizado de agua en el mundo. La venta de agua embotellada, la generación eléctrica a través de hidroeléctricas, la producción de alimentos, el uso por parte de las industrias, la privatización de los suministros urbanos, la desalación o los trasvases son algunos ejemplos de procesos de mercantilización del agua. Además, es un input fundamental en otros muchos sectores como, por ejemplo, el turismo.
“El agua se ha convertido en el recurso más codiciado del planeta. El mundo de las finanzas quiere imponer su revolución para salvar a la humanidad: aumentar el precio del agua y crear mercados como el del petróleo”. Estas son algunas de las frases del documental francés Los señores del agua, emitido el pasado mes de marzo en La 2. Para analizar el papel de esos mercados financieros habría que retrasarse más o menos a inicios del siglo XXI, cuando se crearon algunos fondos temáticos dedicados al agua; Pictet Water fue uno de los primeros y, a principios de este año, ofrecía una rentabilidad del 8%. También existen fondos cotizados, como explica el periódico económico Expansión, que cita el caso del World Water Index CW Net Total Return, un indicador que agrupa a las 30 mayores compañías que operan en los campos del abastecimiento de agua, de sus infraestructuras y del tratamiento del agua.
El un planeta donde el agua supone el 70% de la corteza terrestre, las alternaciones climáticas, así como determinados usos abusivos y contaminantes, están provocando problemas de acceso cada vez mayores en muchas regiones. Ante esta ‘escasez’, justificación que se repite una y otra vez, los mercados financieros han decidido que la cotización en Wall Street ya no puede esperar más. Gestión de riesgos, sequía excepcional, precios, crecimiento, escasez o valor son conceptos que reiteran las crónicas que anuncian la reciente creación del Nasdaq Veles Califonia Water Index, el índice que mide la evolución de los precios del agua.
Un derecho humano convertido en negocio
Buena parte del relato periodístico se ha dejado por el camino que el agua es, desde hace diez años, un derecho humano; tampoco menciona que sin agua no se puede vivir, o que su consumo en mal estado puede provocar graves enfermedades e incluso la muerte. Las noticias obvian que las aguas son fuente de biodiversidad, vertebradoras de territorios, conformadoras de paisajes y de identidades. Que el agua es un bien común porque, en teoría, no puede ser de nadie y es de todas. Muchos olvidos mediáticos precisamente en este año pandémico, cuando la recomendación de lavarse las manos se ha convertido en uno de los pocos remedios de prevención real ante la COVID-19, y el papel del agua en la salud pública y en el bienestar social ha quedado de sobra demostrado.
Según explican los medios especializados en economía y finanzas, la entrada en el mercado de futuros, donde ya están otras materias primas como el trigo o el petróleo, pretende establecer el precio del agua en un momento determinado para que quienes la usan, en este caso los agricultores o las empresas del agronegocio de California, puedan establecer precios con antelación y así evitar sobresaltos en sus planificaciones económicas. Además, aunque a priori el precio o el índice se circunscriba a California, servirá de referente para el resto de mercados de agua del mundo, subraya la prensa salmón.
“El agua tiene un conjunto de valores vitales para nuestras sociedades que la lógica del mercado no reconoce y, por tanto, no puede gestionar adecuadamente, y mucho menos en un espacio financiero tan propenso a la especulación”, afirmó ayer, Día de los Derechos Humanos, Pedro Arrojo, relator especial de Naciones Unidas para el derecho humano al agua y al saneamiento desde el pasado mes de noviembre. A través de sus redes sociales, Arrojo hizo un llamamiento de alerta y convocó a gobiernos y parlamentos de todo el mundo a iniciar un debate global sobre los valores del agua, “que no se pueden gestionar desde la lógica del mercado”, dijo a través de un vídeo.
“Se acepta que los mercados teóricos, en condiciones de transparencia, información, igualdad de acceso a las decisiones y a la competencia, etc., aumentan la eficiencia de los recursos. Y también se acepta que esta mayor eficiencia conlleva aumentos de la inequidad y de la desigualdad en la distribución, al no haber criterios de solidaridad, sino de eficiencia. Esa es la función del mercado”, explica Leandro del Moral, catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Sevilla.
Todo ello en un planeta con una ya desigual distribución del agua. La escasez afecta a más del 40% de la población mundial, unos 3.000 millones de personas, según los datos de Naciones Unidas, que prevé, además, que el porcentaje aumente debido a la sobreexplotación de muchas cuencas. El uso del agua ha aumentado anualmente el 1% desde los años 80 del siglo pasado y, como recoge el Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2019, se espera que la demanda siga aumentando a un ritmo similar, por lo que para 2050 se podría estar usando entre un 20 y un 30% más que las cantidades actuales. La actual emergencia climática, con mayores sequías y lluvias torrenciales, ahonda esta tendencia y la distribución desigual.
La importancia de la agricultura
Entre un 70 y 80% del consumo de agua mundial está dedicado a la agricultura, así que no extraña que la entrada en el mercado de futuros de Wall Street del líquido azul esté relacionada con esta actividad económica. “El agua irá a los frutos intensivos; no irá, por ejemplo, a regar cultivos tradicionales que tienen poca rentabilidad, poca productividad y poca competitividad en el mercado, pero que son fundamentales para determinadas sociedades, colectivos y espacios”, alerta Del Moral.
Debido a la dificultad que implica moverla en grandes cantidades, el control del agua se realiza a través de derechos de uso, que pueden cambiar de manos, en una práctica que prima y blinda unos derechos sobre otros. “Los usuarios del agua, y muy específicamente los beneficiarios directos para actividades económicas, son los que más están influyendo en las decisiones sobre el agua”, decía la directora técnica de la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA), Julia Martínez, en el reportaje ‘Dueños y señores del agua’. Y entre esas actividades económicas citaba, principalmente, los regadíos.
Por eso, recuerda Del Moral, para que el mercado funcione, el agua tiene que estar asignada a usuarios privados a través de derechos, concesiones o permisos. “Lo que se compra y se vende en esos mercados de futuro son esos derechos. No vendo el agua, sino mi derecho a usarla”, apunta. El experto recuerda que, debido a la naturaleza de un bien común como el agua, estos mercados tienen que ser territorializados: “No como el petróleo, que lo compras en Londres y puede venir de Venezuela, de México, de Arabia Saudí… da lo mismo, euro arriba o abajo, calidad un poco mejor o peor. El agua no tiene nada que ver una con otra”.
El mercado de futuros anunciado está de momento circunscrito a California, pero su efecto puede rebasar las fronteras. Para el relator de la ONU, por ejemplo, los mercados son espacios “donde se generan grandes negocios a base de especular con las necesidades básicas de la gente e hipotecar a las generaciones futuras, induciendo y exacerbando, en un pasado no muy lejano, hambrunas y quiebras de economías vulnerables”. El ejemplo clásico es el de la crisis alimentaria de los años 2007 y 2008.
“¿Por qué aumentaron tanto los precios de los alimentos?”, se pregunta la FAO en un informe en el que analiza la entrada de los fondos especulativos en los mercados de futuros financieros de productos básicos agrícolas. “Cuando los precios mundiales comenzaron a aumentar notablemente, las respuestas de los mercados incrementaron la presión inflacionaria”. Este mismo organismo también apuntó hace una década que el alza mundial de los precios de los alimentos “pudo verse amplificado por la especulación en los mercados de futuros organizados”.
Como afirma el Banco Mundial, hablar de agua es hablar de economía: “El crecimiento económico depende del agua. El agua es un factor vital para la producción, por lo que la reducción de sus existencias puede reflejarse en una desaceleración del crecimiento económico”. A partir de ahora, hablar de agua, un derecho humano, también es hacerlo de especulación, de fondos de inversión y de mercados de futuros.
Ya hace al menos dos décadas que se viene anunciando, al menos entre la gente sensibilizada con los problemas ambientales, de que las próximas guerras serán por el agua; pero mientras la gente prefiere escuchar a los medios financiados por el capital y descargar su ira en lxs defensorxs del medio ambiente que recomiendan vivir con sencillez prescindiendo de todo lo superfluo.
Privatizarán hasta el aire que respiramos y sin decir mú por parte de una generación mayormente anestesiada, de un gran rebaño.
Dejad a los ríos su caudal, la naturaleza es sabia, dejad de manipular a la Madre Naturaleza y de especular con ella, sacad vuestra sucia pezuña de ella.
RIOS SIN PRESAS PUEBLOS VIVOS.
Artieda resiste.
https://www.youtube.com/watch?v=2bf0-oe0v0g
Dios nos guarde la la ¿locura ó codicia? de los EEUU de América.
La industria de la ingeniería genética está trabajando en los EEUU en maneras de hacer aceptable la discutida tecnología. Afirman que la intervención en el material genético de los árboles puede ser un medio para salvar especies y bosques en peligro de extinción.
El experimento sería irreversible, con consecuencias que nadie puede calcular. Los bosques son comunidades de vida altamente complejas. No hay estudios a largo plazo sobre cómo los árboles modificados genéticamente interactúan en ecosistemas biodiversos con insectos, aves y otros animales salvajes.
Además, la autorización de árboles manipulados genéticamente podría sentar un precedente y convertirse en algo habitual. No se trata de la loable protección de una especie icónica, sino más bien de un interés comercial puro y duro de las industrias de la celulosa y el pellet. La mentira de la ingeniería genética como salvadora de los bosques puede tener éxito, aunque gran parte de la población rechaza la intervención del material genético.
Para quienes defendemos el medio ambiente está claro: la ingeniería genética no proteje los bosques sino que los pone en peligro. Pensamos que no se debe modificar el material genético de los árboles.
https://www.salvalaselva.org/peticion/1219/rechazamos-la-manipulacion-genetica-de-los-bosques#more
Según un informe de Oxfam hay más de 2.000 millones de personas en el mundo sin acceso a agua y saneamiento. Y ese acceso se hace cada vez más complejo por múltiples factores: cambio climático, conflictos bélicos, la desigualdad, la explotación de los recursos naturales…