El macroproyecto de ampliación de Barajas aumentaría en un 35% las emisiones de CO2

La expansión del aeropuerto de Madrid es incompatible con el nuevo Plan Nacional Integrado de Energía y Clima de España, según un estudio de Ecologistas en Acción.
Interior de la terminal T4 del Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. Foto: Wikimedia Commons

Este verano está previsto que comiencen las obras de ampliación del Aeropuerto de Adolfo Suárez Madrid-Barajas. Se están siguiendo las pautas del plan que anunció el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (MITMA) en 2018 y que supone una inversión de 1.571 millones de euros por parte de Aena.

La remodelación se pensó para adaptar “las infraestructuras a la demanda de tráfico esperada, de manera que se garantice el aumento de capacidad de las instalaciones para atender hasta 80 millones de pasajeros, y también al nuevo perfil del pasajero y al incremento de aeronaves de gran tamaño“. Esta estrategia conlleva consecuencias ambientales y climáticas que ahora se han cuantificado.

Las emisiones de dióxido de carbono producidas por el aeropuerto tras su ampliación podrían crecer hasta casi un 35% respecto a los niveles de 2019, según un nuevo estudio elaborado por Ecologistas en Acción. Por otro lado, la emisión de contaminantes atmosféricos, es decir, de óxidos de nitrógeno y partículas en suspensión, podría aumentar hasta un 30% frente a los niveles prepandémicos.

La ampliación de Barajas es incompatible con la estrategia climática

“Los planes del MITMA y Aena para ampliar la capacidad de Barajas son incompatibles con el nuevo Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que fija una reducción del 46% en las emisiones del transporte, el sector que más gases de efecto invernadero emite en España”, defiende Pablo Muñoz, coordinador de la campaña de aviación de Ecologistas en Acción.

El grupo ecologista ha realizado el estudio de las consecuencias que, según afirman, no han tenido en cuenta ni el MITMA ni el gestor aeropuertuario de Aena. En él se ha analizado la actividad del aeródromo en los últimos diez años y, en base a ello, se han proyectado tres escenarios de demanda y reparto por tipos de ruta en 2030: un escenario de crecimiento natural del aeropuerto sin ampliación; y dos escenarios con ampliación de capacidad, uno de ellos con un crecimiento de la demanda moderado y otro con un alto crecimiento de la demanda.

En todos los escenarios contemplados las emisiones de dióxido de carbono aumentarían entre un 20,60% y un 34,96% respecto a 2019, mientras que las emisiones de partículas en suspensión se incrementarían entre un 22,38% y un 30,48% y las de óxido de nitrógeno, entre un 20,74% y un 30,12%.

Por otro lado, si se comparan los niveles de emisiones en los escenarios de ampliación con las emisiones en el escenario de crecimiento natural, es decir, sin que haya ninguna ampliación, se observa que el incremento oscila entre un 9% y un 12% para el escenario de crecimiento moderado y entre el 16% y 26% para el escenario de alta demanda.

En efecto, la tendencia de pasajeros y de vuelos a media y larga distancia ha sido creciente en los últimos años. Exceptuando el parón provocado por la pandemia, entre 2013 y 2019, el número de operaciones comerciales de pasajeros en España aumentó un 33%, según recoge el informe. Barajas es desde hace años el punto de partida y llegada de muchos de esos vuelos. En 2018 ya se consideraba el cuarto aeropuerto más emisor de CO2 de la Unión Europea, por detrás de París-Charles de Gaulle, Frankfurt y Ámsterdam-Schiphol. En 2021, solo bajó una posición.

La ampliación de la infraestructura aeropuertuaria no solo tendrá un impacto en las emisiones. También incrementará los incumplimientos de la normativa sobre contaminación acústica, afectará al tejido económico de los municipios circundantes, y agravará las enfermedades provocadas por la calidad del aire.

Por ello, el estudio propone una serie de recomendaciones, tanto para el aeropuerto madrileño como otras de carácter más general. Algunas de ellas son: establecer límites a las operaciones, y por tanto a las emisiones del aeropuerto; la eliminación de rutas que tienen alternativa ferroviaria con imposibilidad de utilizar los slots (reserva horaria para realizar un trayecto) liberados para otros vuelos, o la puesta en marcha de medidas fiscales y de precios sobre los billetes.

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