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«¿Dónde estamos? En el momento en que toca actuar. Como lo estábamos ayer, como lo estaremos mañana. Nos queda menos tiempo, pero sigue sin ser tarde». Lo escribía el Doctor en Biodiversidad Andreu Escrivà en la revista de La Marea que hace dos años dedicamos a la acción climática. Ahora es siempre todavía, titulaba Escrivà, y hace unas horas utilizaba la misma frase para analizar el nuevo informe del IPCC desde su cuenta de Twitter. Añadía que «aún queda un resquicio de luz» y también que «siempre, siempre, siempre valdrá la pena intentarlo».
Pero mensajes como estos conviven desde este lunes con las conclusiones más devastadoras para la vida en el planeta de dicho informe y los titulares a veces catastrofistas en los medios de comunicación, que abusan de la expresión «alerta», también utilizada por representantes institucionales, y que no parece ayudar demasiado. El caso es que en las últimas horas se habla de temperatura, emisiones, dióxido de carbono y metano. Y también de ansiedad, parálisis o desasosiego. Enfadan los análisis que omiten la palabra capitalismo en radios y televisiones y, por supuesto, mucha gente lidia con la rabia al mezclar en su cabeza lo del IPCC con el reciente anuncio de la ampliación del aeropuerto del Prat.
El calentamiento global llena hoy cabeceras, aunque no sabemos qué pasará mañana o dentro de un mes. Mientras tanto, que esto suceda es lógico: nunca antes ha habido un conocimiento tan completo y actualizado sobre el cambio climático, y se espera que las distintas partes de este Sexto Informe de Evaluación del IPCC se vayan publicando en el próximo año, con lo que se logrará un diagnóstico todavía más riguroso y detallado de la crisis climática que ya vivimos. Esta es una muy buena noticia.
Por eso, entre quienes este lunes comentaban la nueva entrega del mayor panel de especialistas en cambio climático del mundo, había quienes insistían en una idea fundamental: que esta información no se quede en los círculos «de siempre» o en quienes trabajan en este ámbito. Que llegue a todo el mundo, porque, dice el informe, «nadie está a salvo», aunque sí a tiempo de frenar o limitar unos impactos mayores a muchos niveles.
Puede que fuese ayer el primer día en el que oíste hablar de un tal IPCC o puede que intentes lidiar desde hace tiempo con unos niveles similares de esperanza y desesperanza ante el futuro del planeta, y que a veces gane la segunda. Ninguna de estas opciones es naif. Sin embargo, puede que algunos datos, informaciones o recordatorios breves –ahí está también la culpa de no poder abarcar toda la información climática por la falta de tiempo– contribuyan a salir del pesimismo climático por muy apetecible que se vuelva en ocasiones.
«La humanidad» no necesariamente significa toda la humanidad
Muchos titulares destacan que es «la humanidad» la que ha hecho que nos encontremos en este punto y con estos posibles escenarios futuros –algunos peores, otros indudablemente mejores–. Sí, el informe es claro en la procedencia de las emisiones de gases de efecto invernadero: la actividad humana. Lo cual no significa que dentro de esa etiqueta esté cada individuo por igual, de la misma forma que no todas las regiones del planeta emiten por igual. Si hablamos de aviación, una minoría de ricos es responsable de gran parte del daño al clima que provoca este sector. Otro dato: el 10% más rico de la Unión Europea lastra la reducción de emisiones en la UE y es responsable de un tercio de ellas.
Puede que nos parezca difícil cambiar radicalmente la forma en que, de manera individual, consumimos, nos desplazamos o pasamos nuestro tiempo libre, pero es innegable una necesaria reflexión sobre ello. No te agobies, para empezar a pensar en el decrecimiento, si nunca antes lo has hecho, puedes leer este artículo con algunas ideas y recomendaciones de actividades sin regaños ni flagelaciones.
El papel de las grandes empresas: entre el negacionismo y el lavado de imagen
Por suerte, tenemos y tendremos a quien echar la culpa de todo esto. Diferentes organizaciones y think tanks elaboran cada año listados de aquellas empresas que más contribuyen al cambio climático. En España, el Observatorio de Sostenibilidad (OS) actualiza anualmente su ránking. El de 2021 lo encabeza Repsol, por encima de Endesa y Naturgy, que ocupan un segundo y tercer puesto.
Este tipo de investigaciones sirven para fiscalizar a quienes alimentan el cambio climático a base de la quema de combustibles fósiles que libera dióxido de carbono a la atmósfera, y aquí las grandes petroleras enfrentan un papel principal. Desde la década de los 80, la industria de los combustibles fósiles ha desinformado sobre el cambio climático.
Por otro lado, con frecuencia verás que, a la vez que encabezan este tipo de listas, muchas de estas empresas también presentan planes de supuesta transición energética. A menudo conviene mirarlos con lupa, ya que muchas veces no cumplen con los objetivos realistas para mitigar el cambio climático.
Desafortunadamente, tampoco algunas de las leyes climáticas –la española es un ejemplo– más recientes llegan a las reducciones de emisiones en las que insiste la comunidad científica: hace pocos días, la ONU hizo públicos los datos de países que han actualizado sus políticas para adaptarse al cambio climático y los datos son desalentadores. Solo el 58% lo ha hecho.
¿Entonces qué?
De la misma forma que las acciones humanas son causantes del calentamiento global, de ellas depende también determinar el curso futuro del clima. Poner nombres y apellidos a quienes son responsables de la crisis climática es un paso. Pero sería simplificar el asunto quedarnos solo con eso. Una información continuada en los medios de comunicación que haga comprensible el cambio climático a toda la población también es importante.
Hoy, tras conocer las principales conclusiones del informe, es un buen día para leer entrevistas con profesionales de la ciencia del clima. The Guardian publica las reflexiones de cinco expertos y expertas en cambio climático sobre cómo se mantienen fuertes e intentan conservar la esperanza, en línea con esta idea que lanza la Dra. Joëlle Gergis, una científica de la Universidad Nacional de Australia: «Una vez que la desesperación ha pasado, debemos recordar que todavía hay mucho que salvar».
El pasado enero, la ONU publicó la encuesta sobre clima más grande de la historia. De ella se extrae que el 64% de las personas considera el cambio climático como «una emergencia». La idea es la misma que arrojan encuestas similares: la gente es consciente del problema y quiere actuar. Aunque no es justo quedarnos en ese deseo: la sociedad ya actúa. Antes de la pandemia, las protestas por el clima fueron numerosas desde muchas partes del mundo. Además, los litigios climáticos están dejando de ser casos anecdóticos y sus resoluciones estarán más a favor del clima cuanta más evidencia científica actualizada exista.
«Actuar» es también, como dicen desde el colectivo Contra el Diluvio, «imaginar mundos nuevos y mejores».
LA CIENCIA HA HABLADO, SE NECESITA ACCION CLIMATICA URGENTE. (GREENPEACE)
Los cuatro puntos clave del informe del IPCC:
Nuestro sistema climático está cambiando rápidamente y sin duda es debido a la actividad humana.
Los cambios son de una naturaleza sin precedentes en toda la historia de la humanidad y algunos de ellos ya son irreversibles. Nuestra huella ya está en todas partes y hemos dejado un legado que durará cientos y miles de años, con el derretimiento de la capa de hielo en los polos, el aumento del nivel del mar y cambios en los océanos.
Estamos haciendo que los fenómenos meteorológicos extremos sean más extremos y más frecuentes.
Sin embargo, esto es solo el comienzo, si seguimos sumando carbono a la atmósfera. Cada tonelada de carbono añadida está empeorando la situación.
¿Qué problemas son aún reversibles?
Cumplir con el nivel de calentamiento del Acuerdo de París de 1,5 °C haría que todos los cambios futuros fueran menores y más manejables. Cuanto más rápido lleguemos a cero emisiones y menores sean las emisiones totales para entonces, menores serán el calentamiento futuro y los impactos relacionados.
El camino a 1,5 °C es muy estrecho, pero aún existe. No será por mucho tiempo, si los recortes de emisiones no se aceleran a lo grande. El presupuesto de carbono restante para 1,5 °C se consumiría para 2030 si los países solo mantuvieran sus objetivos climáticos actuales.
Llevar a empresas y Gobiernos a los tribunales. No vamos a permitir que este informe se archive ante su pasividad, al contrario, exigiremos justicia climática. Al fortalecer aún más la evidencia científica entre las emisiones humanas y el clima extremo, el IPCC ha proporcionado más pruebas para responsabilizar directamente a la industria de los combustibles fósiles y a los Gobiernos por la emergencia climática.
Condicionar las ayudas económicas públicas a la agenda climática y ambiental, de tal forma que no puedan estar vinculadas en ningún caso a actividades que contribuyan al cambio climático y causen daños a la biodiversidad.
Evitar el greenwashing o “lavado de cara verde” y la publicidad engañosa en materia de cambio climático de las empresas de combustibles fósiles.
Alinear los objetivos de reducción de emisiones con las recomendaciones científicas para que, tanto a nivel europeo como estatal, las leyes de cambio climático establezcan objetivos de reducción de emisiones más ambicioso.
Petición para exigir justicia por la inacción de los sucesivos gobiernos de España ante el cambio climático. ¡Hace falta pasar a la acción de forma urgente!
https://es.greenpeace.org/es/que-puedes-hacer-tu/peticiones/emergencia-climatica/?utm_term=texto&utm_campaign=Cambioclimatico&utm_medium=email&_hsmi=148452735&_hsenc=p2ANqtz–6cdUl3nIs7XHEZwrobstW8ywXZqPFTuc8VQk3eBQd7hmFmon-toFzgrQZJt1K2ColYzjgkBfVBhTORRYArj2gOnMm4w&utm_content=IPCCagosto&utm_source=newsletter-socios