Etiquetas:
La ola de calor que golpea Argelia llegará a España en las próximas horas. Allí se han alcanzado los 47 ºC, unas temperaturas que han facilitado la propagación de incendios por todo el país. Según la televisión nacional, las llamas se han cobrado la vida de al menos 65 personas, 25 de ellas militares movilizados para intentar sofocar el fuego.
La región más afectada es la Cabilia, al norte del país, donde los incendios comenzaron el pasado lunes y se cobraron la vida de 17 civiles en Tizi Uzu y Sétif. Las autoridades argelinas no tienen dudas sobre el origen humano de esta catástrofe, ya que los focos están dispersos por toda la geografía nacional. Según el primer ministro, Aïmène Benabderahmane, se registraron más de 70 incendios en 18 wilayas (provincias). Las condiciones meteorólogicas (calor y fuerte viento) y la falta de medios para su extinción han hecho lo demás: el Estado argelino no cuenta con aviones cisterna, fundamentales para contener las llamas en terrenos escarpados, como el que caracteriza a la Cabilia.
Los hospitales se encuentran desbordados de heridos por el fuego, muchos de ellos jóvenes voluntarios que se lanzaron a luchar contra las llamas. Varios pueblos se encuentran literalmente cercados por ellas. El gobierno ha dado instrucciones para que aquellos que han perdidos sus casas, además de ser indemnizados, sean acogidos temporalmente en hoteles y albergues.
Las circunstancias para que se produjera esta rápida propagación de los incendios son similares a las vividas en Grecia la semana pasada: bajas precipitaciones, altas temperaturas y evaporación del agua en el terreno. «El aire se vuelve más seco a medida que se calienta y, por tanto, hace que se evapore más agua del combustible», explicaba en Climática el profesor de la Universidad de Lleida Víctor Resco de Dios. Esa falta de agua aumenta la potencia del combustible: arbustos, ramas y hojas secas, árboles.
«El principal causante de esta nueva ola de incendios lo encontramos en el estado de la atmósfera –asegura Resco de Dios–. Una atmósfera que está cada vez más cargada de energía procedente de la quema de combustibles fósiles. Una atmósfera, por tanto, con un poder desecante extraordinario que se acentúa en las jornadas con olas de calor», como las que se han vivido en Grecia y Turquía la semana pasada.
Incendios por todo el mundo
Estos fenómenos meteorológicos extremos se están reproduciendo por todo el planeta. La ola de calor que golpeó Canadá a finales de junio provocó cuatro fuegos que acabaron juntándose y deviniendo en un megaincendio en la provincia de Manitoba. Los bosques de California están siendo devorados por un fuego que, como ocurre con los huracanes, ya tiene hasta nombre propio: Dixie Fire. El pueblo de Greenville quedó totalmente calcinado por él. El humo de los incendios de Siberia ha alcanzado el Polo Norte por primera vez desde que se tienen registros.
Este tipo de incendios extremos son capaces de alterar la estructura vertical de la atmósfera y generar tormentas de fuego, que atizadas por el viento (que es lo que está ocurriendo ahora mismo en Argelia) se extienden rápidamente en todas direcciones y se convierten en incontrolables. Algunos, como el que sufrió Australia en 2020 o el actual de California, sólo pueden extinguirse si llueve. No existen medios materiales capaces de apagarlos.
La catástrofe que está viviendo Argelia se observa con preocupación desde los países vecinos. En Túnez se han alcanzado los 48 ºC. En Marrakech y Fez (Marruecos), se espera que los termómetros se acerquen a esos guarismos en los próximos días, incluso a los 49 ºC en la prefectura de Agadir Ida-Outanane.
España recibe hoy esa ola de calor procedente del norte de África. El episodio durará hasta el próximo lunes y los termómetros alcanzarán los 45 ºC en buena parte de la Península y las Islas Baleares. El Ministerio del Interior ha declarado la alerta máxima por el alto riesgo de incendios forestales. En la misma situación se halla Portugal, un país que en 2017 ya sufrió un devastador episodio de incendios.
Se prevé, además, una serie de «noches tropicales», que es el nombre que se les da cuando la temperatura mínima no baja de los 20 ºC. En el caso de España, no bajarán de los 25 º C en el sur del país, el centro y el valle del Ebro.
Las altas temperaturas matan cada año en España a unas 1.300 personas.
«No existen medios materiales capaces de apagarlos».
Vale más prevenir que curar. En España la desidia se vé en bosques donde abundan troncos y ramaje seco, montes llenos de maleza, y ríos sucios. (Salvo en País Vasco y Navarra que los tienen limpios y bien cuidados, incluso los pinos están limpios de prcesionaria).
Es más, no paran los sucesivos gobiernos de recortar presupuestos y plantillas forestales. Al único ministerio que le aumentan el presupuesto cada año, lo que declaran y lo que esconden, es al mal llamado de Defensa, una defensa de la élite mundial no de las clases trabajadoras.
En caso de inevitables incendios, unos bosques y montes limpios, cortafuegos y otros medios de prevención, suficientes patrullas forestales de vigilancia y cumplimiento de la ley medioambiental, (se están cometiendo muchas infracciones y los agentes forestales confiesan sentirse desbordados, sin suficientes medios y desatendidos por los sucesivos gobiernos) ayudarían a una más rápida extinción.