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Arshak Makichyan tiene 25 años y es activista de Fridays for Future en Rusia, aunque nació en Ereván, Armenia. Cada viernes desde el 15 de marzo de 2019 se manifiesta en solitario en la plaza Pushkin de Moscú para alertar a la sociedad y la clase política rusa sobre la crisis climática.
Al igual que tantos otros jóvenes de todo el mundo, Makichyan acudió a la Cumbre del Clima celebrada en Madrid. Al finalizar la cita regresó a casa, donde le esperaba un juicio por manifestarse en la capital rusa. Tras ser detenido, el joven activista armenio ha pasado seis días bajo arresto. Los hechos se remontan, cuenta, al pasado mes de octubre, cuando organizó junto a otras dos personas una protesta sin autorización. El 26 de diciembre fue puesto en libertad.
El 18 de diciembre publicó usted un tuit en el que anunciaba que se enfrentaba a un juicio. ¿Por qué se le juzgaba?
El 25 de octubre nos denegaron, por décima vez, la autorización para realizar una manifestación masiva en la Plaza Pushkin de Moscú. En alguna ocasión nos la habían aprobado, pero enviándonos a manifestarnos a la zona designada del parque Sokolniki, donde no tiene ningún sentido protestar porque es un espacio cerrado.
En Rusia puedes manifestarte sin autorización solamente si lo haces de forma individual. Si sois dos personas o más, tienes que solicitar autorización. Ese día decidimos manifestarnos de todas formas, porque era la décima vez que nos la rechazaban. Tres personas nos presentamos en la plaza, y fuimos detenidos a los 15 minutos. Después nos liberaron, y nos informaron de que se pondrían en contacto con nosotros para darnos fecha para el juicio.
Estuve esperando bastante tiempo, lo que es raro, porque suelen avisarte bastante rápido. Finalmente me convocaron para el 28 de noviembre, cuando yo ya estaba en Minsk. Me puse en contacto con una abogada, así que estaba representado en el juicio, pero el juez decidió posponer el juicio hasta que volviese a Moscú. Se me acusaba de organizar manifestaciones ilegales, lo que conlleva hasta diez días de arresto o una multa. Obviamente no me podían arrestar si no estaba presente.
Después de la COP teníamos más apoyo internacional y pensé que quizás lo dejarían en una multa. Además habían autorizado una manifestación masiva el 20 de diciembre. Pero finalmente me arrestaron. Ahora, con estos antecedentes, la próxima vez que cometa una falta administrativa en el plazo de un año puede conllevar una pena de cárcel de uno o dos años.
Se le sentenció a seis días en prisión. ¿Dónde ha estado? ¿Cómo ha vivido esos seis días?
Era una especie de centro de detención para arrestos administrativos. Era aburrido y las condiciones, por supuesto, no eran las mejores: cucarachas, suciedad, problemas con la comida vegetariana… El tiempo pasaba con demasiada lentitud. Yo lo pasaba leyendo y hablando.
Los demás presos han sido muy amables conmigo, porque los rusos están cada vez más enfadados con el Gobierno por diferentes cosas, así que apoyan cualquier protesta. Al mismo tiempo, ha sido una experiencia interesante: ver que hay mucha gente que tal vez haya hecho algo malo, pero que son personas como yo, y merecen estar en mejores condiciones. Las prisiones no deben ser lugares para humillar o torturar, sino para ayudar a la gente. Así que también tenemos que hacer algo al respecto, porque para luchar contra la crisis climática necesitamos a todo el mundo.
El 26 de diciembre le liberaron. ¿Ha recibido alguna amenaza o advertencia?
Llevo dos faltas administrativas. A la tercera, pueden ser unos años de cárcel. Y esta vez sería en una prisión criminal, no administrativa.
¿Qué hará a partir de ahora, después de esta experiencia?
Estoy cansado, pero no me voy a rendir. Continuaré, aunque mi vida es bastante complicada. No sé qué será de mí la próxima semana.
Al igual que muchos otros activistas, usted estuvo presente en la COP 25 en Madrid. ¿Cómo llegó hasta Madrid desde Rusia?
Hice el viaje en tren y autobús, desde Minsk [la capital de Bielorrusia], pasando por Berlín y París, hasta llegar a Madrid. Me quedé con otros activistas de Fridays For Future en la calle Hortaleza [donde la Cumbre Social tenía una de sus sedes]. Allí había un sindicato que nos cedía un espacio. Dormíamos en el suelo, pero gratis.
¿Cómo ha sido la COP para usted?
Esta ha sido mi primera COP y la primera semana fue bastante difícil. Lo más importante para mí fue conocer a activistas de Fridays For Future de todo el mundo. También tuvimos la oportunidad de hablar con la delegación rusa. Aunque no fue una conversación agradable, el consejero para el clima del presidente prometió enviar nuestras demandas al presidente, y quedamos en mantener otra reunión. Tal vez sea una especie de greenwashing para ellos, pero es muy importante intentar hablar con todos y tratar de entenderlos mejor.
¿Cómo es vivir el «fenómeno Greta» a su lado? ¿Considera que se presta más atención a su persona que a su mensaje?
Así es como funcionan los medios de comunicación. La mayoría de la gente necesita algo de inspiración para actuar, y Greta Thunberg es una inspiración. Sí, sería mejor si escribieran sobre la crisis climática en sí, sobre las soluciones… espero que sea el siguiente paso.
Puedo imaginarme lo difícil que es para Greta. Es demasiada responsabilidad para los jóvenes. Pero nosotros somos solo personas, y también necesitamos algo de inspiración.
La última vez que hablamos estudiaba usted violín en el conservatorio.
Me gradué en el Conservatorio en verano. Tras acabar, he decidido tomarme un descanso, porque no podemos salvar el planeta tocando el violín. Ahora estoy pensando en qué hacer con mi vida. No sé, no es tan importante, lo más importante ahora es la crisis climática, no yo.