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A Coruña, 16 de noviembre. Se celebra la inauguración de la exposición Steven Meisel 1993 A Year in Photographs, en homenaje al fotógrafo de moda. La impulsora de esta iniciativa es Marta Ortega, presidenta no ejecutiva de Inditex, la empresa fundada por su padre, Amancio Ortega. Más allá de cómo se dio la noche, si fue un éxito o si se lo pasaron bien quienes asistieron, lo más relevante es cómo llegaron hasta allí las personas invitadas.
Al menos cuatro jet privados se desplazaron hasta el evento. Las emisiones causadas por estos vuelos (de ida y vuelta) ascienden a 145 toneladas de dióxido de carbono (CO2), principal gas de efecto invernadero que acentúa el cambio climático. Esto equivale a las emisiones derivadas del transporte durante todo un año de 72 españoles y españolas. Los datos forman parte de una investigación realizada por el Partido Verde Europeo –del que forma parte la formación española Verdes Equo– y facilitada a Climática.
Uno de los aviones privados, que pertenece a la familia Ortega, hizo un viaje el día de la celebración desde el aeropuerto de Santiago de Compostela hasta Madrid. Allí permaneció menos de una hora antes de volver directamente a la ciudad gallega. En total, el viaje duró 114 minutos y generó 10 toneladas de CO2.
Otros dos jets privados –encargados a Amelia Pro, empresa especializada en aviones para gente rica– salieron desde Francia. Ambos llegaron a Galicia el 16, día de la inauguración, y se marcharon el 17. Uno de ellos voló directamente desde París, mientras que el otro salió desde la ciudad de Saint-Brieuc, hizo una parada en Londres y, finalmente, fue a Santiago. El primero dejó una huella de carbono de 22 toneladas de CO2 y, el segundo, de 26.
El cuarto jet salió desde Nueva York y es el que deja un mayor daño al clima. En él viajaban las supermodelos Irina Shayk, Karen Elson, Karlie Kloss y Christy Turlington, como se puede comprobar en una imagen que publicó una de ellas en Instagram. Volaron el mismo día de la inauguración y se marcharon por el mismo medio al día siguiente. En total, esta escapadita generó al menos 86 toneladas de CO2.
Entre las asistentes –y posibles pasajeras de los jet– a la inauguración organizada por Marta Ortega estaban las celebridades internacionales Naomi Campbell y Natalia Vodianova, así como los españoles Eugenia Silva y Jon Kortajarena.
Aviones privados: un lujo para unos pocos (y sin consecuencias)
Los desplazamientos en aviones en los que apenas viaja una persona o un grupo reducido es una práctica habitual entre los superricos. Lo vemos cada año con la Super Bowl, ahora con el Mundial de Qatar… y hasta en las cumbres del clima.
Lo cierto es que los vuelos en avión privado solo suponen un 0,04% de las emisiones de CO₂ a nivel mundial, por lo que su impacto en el clima es mínimo si se compara con otros sectores o medios de transporte como el coche. No obstante, el problema va más allá de las emisiones per se. Se trata de una cuestión de desigualdad y de justicia. Los jets son un producto hipercontaminante de ultralujo del que solo hace uso una minoría.
“Ante la inflación y los precios de la energía, los caprichos contaminantes de los más ricos deben limitarse por solidaridad. Y también por ejemplaridad en momentos tan difíciles como estos”, señala Florent Marcellesi, coportavoz de Verdes Equo y ex-eurodiputado de Los Verdes europeos. Recientemente, como parte del Plan de Contingencia del Gobierno de España, el partido ecologista planteó la “prohibición o limitación del uso de jets privados para usos no oficiales”.
Según datos de la Asociación Europea de la Aviación de Negocios (EBAA, por sus siglas en inglés), analizados por Maldita.es, los desplazamientos de jets aumentaron un 6,03% entre 2019 y 2021 dentro de Europa. Además, un 18,14% de los vuelos de jets dentro del continente son trayectos de menos de 300 kilómetros.
Otro de los grandes problemas con los jets privados es que contaminan sin consecuencias. Actualmente, el combustible que emplean los aviones privados comerciales y de negocios está exento de impuestos en la Unión Europea. Además, nadie se hace cargo de las emisiones generadas por estas aeronaves. No se contabilizan ni en España ni en los objetivos de reducción de emisiones de la Unión Europea. Tampoco se tendrán en cuenta en el Sistema de Comercio de Emisiones, un mecanismo establecido por la UE para que los que más contaminan paguen por sus emisiones, que se aplica a las aerolíneas comerciales pero no a los aviones privados.
Pero luego van y dan una donación para los necesitados que ya se ocupan bien de divulgar por los cinco Continentes y la gente dice «menos mal a estos generosos multimillonarios, ¿qué haríamos sin ellos?»
Depredan 100 a la sociedad y luego «regalan» para causas justas, a bombo y platillo, 10.
¿Quien le pondrá el cascabel al gato, Florent, si mandan ellxs, los que utilizan los vuelos privados?
«Un jet privado es la forma más contaminante de viajar. De 5 a 14 veces más contaminante que un avión ‘normal’.
Jets privados, ‘celebrities’ y calentamiento global: una inmoralidad de altos vuelos
No podemos permitir la pervivencia de sectores privilegiados que, simplemente por su elevado poder adquisitivo, tengan derecho a seguir contaminando de manera legal y egoísta
https://www.elsaltodiario.com/tribuna/jets-privados-celebrities-calentamiento-global-inmoralidad-altos-vuelos
Cada dos segundos, perdemos el equivalente a un campo de fútbol entero de los bosques del mundo, que son talados o quemados para dar paso a la agricultura y las plantaciones. Muchos de los productos terminan en los supermercados de Europa.
Urge proteger nuestros bosques existentes y restaurar los ecosistemas ya degradados que son críticos para el clima y la biodiversidad.
Los bosques son la base de la vida. Estabilizan nuestro clima y son uno de los medios de defensa más importantes de la naturaleza contra el cambio climático. Al mismo tiempo, son el hogar de innumerables animales y plantas maravillosas, cuyo destino está vinculado a los bosques. Desafortunadamente, el futuro de los bosques está en juego, ya hemos perdido la mitad de los bosques del planeta.
Brasil, Indonesia, los bosques del norte, entre otros, son víctimas de la degradación forestal vinculada con grandes empresas globales que comercian con bienes relacionados con la devastación.
Es necesaria una fuerte legislación de la UE que obligue a las empresas a asumir la responsabilidad de que, entre otras cosas, la soja, el aceite de palma o el papel utilizados en sus productos no han contribuido a la deforestación.
Así como trabajar por objetivos legalmente vinculantes para proteger el 30 por ciento de la naturaleza para 2030, tanto a nivel mundial como en Europa, de modo que podamos convertir el declive en progreso para miles de especies irremplazables. (Noticias Greenpeace)