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La deforestación es, junto a la quema de combustibles fósiles, la actividad que más contribuye al cambio climático. Aun así, cada año se siguen destruyendo ecosistemas claves para la vida y el clima. Solo entre 2014 y 2023 (años en los que se firmó el Acuerdo de París y se publicaron los mayores informes científicos climáticos y de biodiversidad), bancos de todo el mundo han destinado al menos 515.777 millones de dólares a empresas vinculadas con la destrucción de la Amazonia brasileña y las turberas indonesias, según una investigación académica difundida este lunes.
Titulada Interacciones del sistema financiero con los puntos de inflexión de los ecosistemas, la investigación ha sido realizada por el Instituto de Innovación y Propósito Público (IIPP) de la University College de Londres (UCL) y el Instituto de Sistemas Globales (GSI) de la Universidad de Exeter. Su publicación, además, llega pocos días después de conocerse la decisión de la Comisión Europea de aplazar más de un año la aplicación de la ley que impide importar materias primas como madera, aceite de palma o soja que procedan de áreas deforestadas.
Tanto la Amazonia brasileña como las turberas de Indonesia son ecosistemas claves porque ayudan a capturar enormes cantidades de dióxido de carbono que, de otra manera, acabarían en la atmósfera calentando el planeta. Asimismo, su destrucción implica alterar la forma de vida de muchas personas y animales.
“La vida humana y la naturaleza están innegablemente interconectadas. Cuando los ecosistemas se colapsan en los puntos de inflexión, no sólo perdemos estos entornos únicos: la economía se resiente y los riesgos financieros se disparan debido a la pérdida de servicios vitales de los ecosistemas, como el secuestro de carbono, que son esenciales para nuestro sustento vital y para mantener nuestra economía en funcionamiento”, apunta el profesor Tim Lenton, uno de los autores del informe y uno de los principales expertos mundiales en puntos de inflexión medioambientales.
En total, la investigación detectó que 39 empresas dedicadas a la producción de soja, carne de vacuno, aceite de palma y pulpa de madera para la exportación están vinculadas potencialmente con más de 300.000 hectáreas de deforestación en la Amazonia brasileña y con más de 2 millones de hectáreas de plantaciones agrícolas en turberas indonesias.
No obstante, para que las multinacionales puedan llevar a cabo su negocio necesitan dinero. Y ahí entran en juego las entidades financieras de todo el mundo, que las financian a través de préstamos bancarios, bonos y otros instrumentos.
Banco Santander y BBVA, entre los implicados
Entre los bancos que facilitan dinero a las empresas que deforestan hay dos españoles que siempre repiten en este tipo de informes: Banco Santander y BBVA.
El primero, presidido por Ana Botín, ocupa el puesto 18 de entidades que proporcionan y facilitan flujos financieros a empresas vinculadas a la deforestación en la Amazonia, con unos 9.500 millones de dólares (2,1% del total, 455.534 millones de dólares). Por comparar, la primera en la lista es la estadounidense Citigroup, con un 4,6%.
Por su parte, el liderado por Carlos Torres Vila figura en el puesto 28 de bancos que proporcionan recursos financieros a empresas vinculadas a la deforestación en la Amazonia, con unos 5.921 millones de dólares (1,3% del total). Desde BBVA, preguntados por Climática, remiten a su Marco Ambiental & Social, el cual recoge la prohibición de realizar proyectos de agroindustria "en áreas claves para la biodiversidad de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), del Amazonas Brasileño y el Cerrado".
En el informe también se detallan algunas de las empresas con las que Banco Santander ha hecho negocio. La principal es la brasileña Engelhart, dedicada al comercio de materias primas, a la que se le atribuye una deforestación de 432 hectáreas. El Santander les aportó –según el informe de las universidades británicas– un flujo de unos 793 millones de dólares, la tercera entidad a la que más han financiado.
Otras empresas con las que se vincula al Santander son las multinacionales cárnicas Minerva y Marfrig. El informe sostiene que ambas están relacionadas con la deforestación de 33.289 y 28.171 hectáreas de la Amazonia brasileña en el periodo estudiado, respectivamente. En el caso de Marfrig, Banco Santander es su quinto mayor financiador (9,9%), con unos 1.000 millones de dólares.
A pesar de las cifras que muestra el informe académico, Banco Santander asegura tener una política estricta contra la deforestación. En declaraciones a Climática, defiende llevar años trabajando “para apoyar la protección de la selva amazónica”. En este sentido, dice aplicar medidas adicionales cuando se trata de clientes brasileños con operaciones en la Amazonia, y que “en el caso de identificar cualquier ilegalidad, Santander Brasil tiene la capacidad de declarar el vencimiento anticipado de la deuda y exigir su pago”.
Asimismo, desde hace unos años –aseguran las mismas fuentes– realizan “revisiones diarias de la deforestación reciente en las granjas y ranchos para los que emitimos préstamos, y esta comprobación se realiza durante toda la vida del préstamo” y “se examina que no ocupan tierras indígenas oficialmente reconocidas”. No obstante, al preguntarles por el contenido del informe, Banco Santander no ha querido hacer comentarios al respecto.
España, en el top 10
Las contribuciones de Banco Santander y BBVA hacen que, si se clasifican los bancos por lugar de origen, España ocupe el décimo puesto de países que más dinero aporta a las empresas que deterioran la selva tropical brasileña, con 17.643 millones de dólares (3,9% del total), y el puesto 23 en cuanto a las turberas de indonesia, con 120 millones de dólares (0,2%).
Respecto al ecosistema sudamericano, el ránking por países lo lideran las entidades con sede Estados Unidos, responsables del 22,7% (101.518 millones de dólares) del importe total, seguidos del Reino Unido (9,7%), China (9,1%), Japón (7,8%), Francia (7,7%), Canadá (6,9%), Países Bajos (6,4%), Alemania (4,9%), España (3,9%) y Australia (3,3%). En cuanto a las turberas indonesias, la primera financiadora son las instituciones locales con 10.113 millones (16,8% del total), seguidas de China (12,8%), Japón (12,2%), Singapur (11,8%) y Reino Unido (9,9%).
De las 238 instituciones financieras estudiadas, las primeras 50 están detrás del 86,3% de los flujos financieros a empresas vinculadas a la Amazonia brasileña, y las 10 principales del 35,5%. Estas son: Citigroup Inc (4,6%), Bank of America Corp (4,4%), JPMorgan Chase & Co (4,3%), China Investment Corp (4,2%), Barclays PLC (4,0%), BNP Paribas SA (3%), HSBS Holdings PLC (2,9%), Deutsche Bank AG (2,8%), Cooperatieve Rabobank UA (2,6%) e ING Groep NV (2,6%).
En el caso de las turberas indonesias, de las 154 instituciones analizadas, las 50 primeras facilitaron el 83,6% de los flujos financieros y las 10 principales el 42,8%. Estas son: China Investment Corp (7,6%), HSBC Holdings PLC (6,3%), DBS Group Holdings Ltd (5.8%), Oversea - Chinese Banking Corporation Ltd (4,0%), Mitsubishi UFJ Financial Group Inc (3,9%), Bank Mandiri (Persero) Tbk PT (3,5%), Mizuho Financial Group Inc (3,4%), Sumitomo Mitsui Financial Group Inc (3,2%), Indo Premier Capital PT (2,6%), y CIBM Group Holdings Bhd (2,5%).
Los mismos bancos que financian el genocidio contra el pueblo palestino, los que financian las macrogranjas, seguidos por Caixa Bank. Sus clientes están alimentando a tiburones y cómplices de genocidas.
Estos clientes son la clase de gente sin ética que va a lo suyo y al mismo tiempo se queja de las injusticias que ellos mismos están creando y fomentando con su irresponsabilidad y falta de ética.
Sabiduría indígena
Adriano Karipuna nos decía recientemente: “La gente dice: ‘Es mucha tierra para los indígenas’, ‘Los indígenas no tienen desarrollo’. Pero para nosotros, los indígenas, desarrollo significa mantener la selva en pie. En la selva hay vida: los indígenas, los animales, los árboles, los peces… Los pueblos indígenas son la única esperanza para un mundo mejor.” “Dejen que mi bosque sea libre”.