Etiquetas:
El hambre en el mundo es un problema político y, si bien se ha reducido en las últimas décadas, las cifras sobre la inseguridad alimentaria en el mundo continúan siendo alarmantes: casi 700 millones de personas continúan padeciendo hambre por diferentes causas, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)
El aceleramiento del cambio climático es una de esas causas, juntamente con las epidemias, la corrupción o las guerras. Los desastres ambientales ocasionados por fenómenos meteorológicos extremos, cada vez más frecuentes,constituyen una realidad que no se puede ignorar. Los refugiados climáticos son cada vez más, y el fenómeno afecta especialmente al sur global. Si bien no existe hoy en día una denominación en el ámbito internacional, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) sí que ha divulgado una definición de trabajo para clarificar algunos aspectos: el desplazamiento a causa del clima puede ser un movimiento individual y colectivo, y puede deberse a fenómenos puntuales, como un terremoto, o progresivos, como la sequía.
Tal y como explicábamos en esta relatoría de #LaUniClimática, “Los desplazamientos a causa del clima son un fenómeno ‘invisibilizado’ a pesar de su gravedad. Según los datos que ofrece anualmente el Centro de Monitoreo del Desplazamiento Interno, el 75% de los nuevos desplazamientos de 2019 se debieron a desastres (esto no solo incluye el cambio climático, también otros fenómenos ambientales como terremotos, por ejemplo) y solo el 25% a conflictos o violencia”.
Según la FAO, “el hambre es una sensación física incómoda o dolorosa, causada por un consumo insuficiente de energía alimentaria. Se vuelve crónica cuando la persona no consume una cantidad suficiente de calorías (energía alimentaria) de forma regular para llevar una vida normal, activa y saludable”.
En este post, te queremos proponer cinco títulos que abordan el fenómeno del hambre desde diferentes perspectivas. De las novelas pasando por los ensayos o un estudio más sociológico, como el de Arcadi Oliveres, creemos que a través de la lectura se puede llegar a entender la magnitud del fenómeno y qué continúa significando pasar hambre en pleno siglo XXI. Como se suele decir, no se trata de un problema de abastecimiento, sino de un problema político de primer orden que debería estar en las portadas de todos los medios de comunicación día tras día hasta que se erradicase.
Título: El año del hambre
Autor: Aki Ollikainen
Año: 2018
Editorial: Libros del Asteroide
Sinopsis: Un novela corta e intensa. En 1862 Finlandia sufrió una serie de heladas importantes que llegaron antes de tiempo y dañaron severamente los cultivos. El verano había sido frío (entre 8 y 10 grados menos de lo habitual) y esto tuvo un impacto importante en las cosechas venideras de 1863 y 1864. Fue entonces, cuando las patatas empezaron a parecerse demasiado a los arándanos, cuando las carreteras finlandesas se empezaron a llenarse de personas que huían, literalmente, del hambre. A través de una ficción y una narración cuidada, Ollikainen (Äänekoski, Finlandia, 1973) nos adentra, mediante el testimonio de una familia en esos duros años. La lucha por la supervivencia se llevó por delante unas 200.000 vidas, entre un 10% y un 15% de la población del momento. El gobierno finés reaccionó tarde y, cuando empezaron a llegar las semillas y la harina de Rusia y empezó a repartirse el grano comprado en el extranjero, ya era demasiado tarde.
Después de morir su marido, Marja y sus dos hijos, Mataleena y Juho emprenden el viaje hacia San Petersburgo, donde, “se dice”, la gente no pasa hambre. A lo largo de los kilómetros se irán encontrando cunetas llenas de cadáveres, gente que les apunta con una escopeta con tal de no darles un trozo de pan y mucha miseria.
Puedes leer la reseña completa aquí.
Título: Los vagabundos de la cosecha
Autor: John SteinbeckAño: (de publicación, 2015)
Editorial: Libros del asteroide
Sinopsis: Entre 1931 y 1939, las tormentas de polvo y la sequía barrieron los estados del medio oeste americano: Texas, Oklahoma, Nebraska y Kansas. Por aquél entonces, los campesinos lidiaban con el crac del 29 e intentaban sobrevivir en una economía de subsistencia que pronto se transformó en una economía de la nada. Entre 1935 y 1938, unos 400.000 granjeros emigraron a la soleada California, donde se encontraron con el desprecio de la gran mayoría de sus compatriotas.
John Steinbeck (Salinas, 1902-1968), premio Nobel de Literatura en 1962, escribió una serie de reportajes, siete concretamente, que fueron publicados entre ese periodo en The San Francisco News. Toda una clase magistral de crónica estadounidense que sería el germen de su novela más famosa: Las uvas de la ira, publicada en 1939 y ganadora del Premio Pulitzer. Los reportajes iban acompañados de las fotografías de Dorothea Lange (Hoboken,1895- San Francisco, 1965), que, a día de hoy, forman parte de la historia de Estados Unidos.
Título: El hambre
Autor: Martín Caparrós
Año: 2015
Editorial: Anagrama
Sinopsis: Con decenas de crónicas publicadas a sus espaldas, El Hambre puede que sea el mejor, o uno de los mejores libros de Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957). Con su habitual estilo y una pluma reconocible, Caparrós traza un recorrido por diferentes países en los que revisa las causas y las consecuencias que tiene la falta de alimentos, sin caer en la “pornografía de la miseria”, término acuñado por él mismo.
Pone, Caparrós, la mirada sobre la distribución o el malbaratamiento de alimentos y, reconoce que, su manera de intentar cambiar las cosas, de aportar, es precisamente esa, publicando este tipo de relatos en los que, como ya es habitual en él señala, apunta y dispara.
Título: Hambre
Autor: Knut Hamsun
Año: 1890
Editorial: Biblioteca Nórdica
Sinopsis: De Hambre, de Knut Hamsun (Lomnel Gudbrandsdal, 1859-Grimstad, 1952), Paul Auster dijo: “se plantea un pensamiento nuevo sobre la naturaleza del arte”. Publicada en 1890, fue esta la novela que catapultó a este autor noruego que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1920 por La bendición de la tierra pero que vivió proscrito y maldito por su abierta simpatía con el régimen nazi. Ávido anticomunista y partidario de Vidkun Quisling, representante del régimen totalitario en la Noruega de la época, Hamsun terminó regalándole, a Joseph Goebbels, en 1943 la medalla que había recibido por el Premio Nobel. “Guerrero por la humanidad”, así describía a Adolf Hitler.
Escritor popular y maldito a partes iguales, se le considera uno de los padres de la novela moderna y Hambre influyó a escritores como Henry Miller, Kafka o el polémico Bukowski. La novela trata sobre el hambre a través de un monólogo interior. Hambre es un thriller psicológico que aborda los rincones más oscuros de la mente de una persona hambrienta en el Oslo (Christiania en aquél entonces) del siglo XIX.
A menudo llamado “el cronista de las tierras del norte”, Hamsun es uno de estos casos en que el debate sobre cómo separar el artista de la obra está más vivo que nunca. Su influencia literaria es innegable, pero su pasado fascista oscurece por completo su legado.
Título: Contra el hambre y la guerra
Autor: Arcadi Oliveres
Año: 2005
Editorial: Angle Editorial
Sinopsis: El siempre pedagógico y comprometido Arcadi Oliveres (Barcelona, 1945) explica en este libro las estructuras de poder que permiten que en el mundo aún haya 800 millones de personas que pasan hambre. Los conflictos y el capitalismo salvaje están detrás de estas desigualdades que azotan a todas las sociedades.
Como ya es habitual en él, Oliveres traza una radiografía de una realidad que resulta injusta para la gran mayoría. “Los ingresos de las 50 mayores empresas del mundo son más elevados que la renta conjunta de 160 países, y el gasto militar mundial es 20 veces superior al dinero necesario para erradicar el hambre”
Oliveres, sin embargo, no sólo señala a los poderosos y explica las causas estructurales de las desigualdades, sino que propone una serie de alternativas para un mundo más justo.
Que grande es Oliveres, pocas personas como él saben detectar con tanta claridad el origen de los problemas y explicarlo en pocas palabras pero que entendemos y convencen.
Esther Vivas también ha escrito libros muy esclarecedores «el negocio de la comida» «del campo al plato», ect.
Dice que se produce comida para doce mil millones de personas (no llegamos a ocho mil); pero que se está especulando con ella.
Resumiendo: ¡¡¡es el capitalismo, estúpido!!!
CHICO MENDES, in memoriam.
Chico Mendes era un recolector de caucho, un seringueiro, descendiente de los emigrantes nordestinos asentados desde hace un siglo en la Amazonia. Nació en 1944 en un seringal llamado «Puerto Rico», en el Estado brasileño de Acre. Comenzó a trabajar a los nueve años y hasta los 24 no aprendió a leer. Era un luchador nato, y desde joven desarrolló una infatigable labor en defensa de los seringueiros. Participó en la creación de la Central Única de Trabajadores y del Partido de los Trabajadores. Chico Mendes fue el principal impulsor del «Conselho Nacional dos Seringueiros». Su oposición a la deforestación que afectaba a Acre y su defensa de los pueblos de la floresta (indios, recolectores de caucho y habitantes de las riberas de los ríos, entre otros), le dio una gran proyección internacional. De seringueiro se transformó en sindicalista y de sindicalista en ecologista.
Conocido internacionalmente por su lucha en defensa de la Amazonia y por impulsar la Alianza de los Pueblos de la Selva, fue asesinado el 22 de diciembre de 1988, en Xapuri, pequeña ciudad de la Amazonia brasileña próxima a Bolivia.
Los asesinos materiales fueron el terrateniente Darly Alves de Silva y uno de sus 21 hijos, Darcy Alves Pereira. Darly y Darcy eran de la Unión Democrática Ruralista, latifundistas brasileños con una larga lista de asesinatos en su haber, dice la viuda de Chico.
El asesinato de Mendes, de no ser por la repercusión que tuvo en Brasil y en otros países, habría quedado tan impune como los más de 1.000 crímenes de dirigentes sindicales, militantes de izquierda, abogados, sacerdotes de la teología de la liberación e indígenas registrados en los últimos años en la Amazonia brasileña. Tras la muerte de Mendes los asesinatos se han seguido produciendo, aunque a una escala menor, pero con la misma impunidad. El 26 de marzo de 1998, 10 años después, fueron asesinados 2 líderes del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) en Parauapebas, en Pará, uno de los municipios donde la lucha por la tierra es más violenta. En Pará han sido asesinados más de 500 campesinos pobres en la última década. Los conflictos por la tierra y la destrucción del bosque tropical son las dos caras de la política de ocupación de la Amazonia.
Un mes antes de la muerte de Chico, el abogado y terrateniente Joao Branco, presidente de la UDR de Acre, estuvo en la hacienda de Darly Alves discutiendo el asesinato de Chico Mendes, según Genesio Ferreira de Silva, un muchacho que por entonces tenía 14 años y era empleado de Darly. Para muchos Joao Branco fue el verdadero instigador de la muerte de Chico Mendes y otros líderes sindicales en Acre, y el auténtico dirigente de un escuadrón de la muerte en la región, encaminado a suprimir toda oposición a la expropiación y deforestación de la selva. Joao Branco declaró como testigo en el juicio, pero nunca fue juzgado, y tras pasar varios meses fuera, esperando a que se calmase la situación, regresó a Acre, dimitiendo como presidente de la UDR.
El 10 de marzo de 1976 los seringueiros organizaron el primer empate (acción no violenta para impedir la tala de un «seringal», área de selva explotada sosteniblemente por los recolectores de caucho) en Brasiléia, municipio próximo a Xapuri, en Acre. Entre 1976 y 1988 Chico Mendes y otros como Wilson Pinheiro (asesinado el 21 de julio de 1980) organizaron 45 empates, con un saldo de 400 detenidos, 40 torturados y varios muertos, pero lograron impedir la deforestación de 1,2 millones de hectáreas de selva. Estas acciones siempre chocaron con los intereses de los grandes latifundistas.
Pocos días antes de morir, Chico Mendes, que tenía cuando fue asesinado 44 años, declaró: «Si descendiese un enviado de los cielos y me garantizase que mi muerte facilitaría nuestra lucha, hasta valdría la pena. Pero la experiencia me enseña lo contrario. Las manifestaciones o los entierros no salvarán la Amazonia. Quiero vivir.»