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La quema de combustibles fósiles mata cada año a alrededor de cuatro millones y medio de personas, y cuesta unos 2,9 billones de dólares (un 3,3% del PIB mundial). Lo ha revelado un nuevo estudio publicado por Greenpeace y el Centro de Investigación en Aire Limpio y Energía (CREA). Para calcular el coste global de la contaminación procedente de la quema de carbón, petróleo y gas, la investigación ha tenido en cuenta tanto los costes sanitarios como los días de trabajo perdidos por baja por enfermedad o muerte prematura.
Las niñas y los niños, en particular en zonas de bajos ingresos, son los más afectados. El informe destaca que alrededor de 40.000 personas mueren cada año antes de cumplir los 5 años por la exposición a micropartículas (PM2.5) procedentes de la quema de combustibles fósiles. Además, unos 16 millones de menores están afectados por asma por la exposición a gases contaminantes como el NO2, procedentes de los vehículos de combustión interna y centrales térmicas. Por último, la investigación también ha tenido en cuenta las muertes y enfermedades causadas por ozono.
Efectos en España y la Unión Europea
Los tres países más afectados por los efectos perniciosos de los combustibles fósiles son la China continental, India y Estados Unidos. Sin embargo, según Greenpeace, la Unión Europea no se libra: cada año fallecen prematuramente unas 398.000 personas. De estas, más de 24.500 se registran en nuestro país, en el escenario más probable. En cuanto a costes, según los autores del informe, España pierde cada año 23.631 millones de dólares (unos 21.400 millones de euros). Esta cifra equivale al 1,68% del PIB nacional.
Adrián Fernández, responsable de Movilidad de Greenpeace en España, aseguró que «diez años después de la entrada en vigor de la directiva europea, España sigue incumpliendo los niveles máximos de NO2». Esto supone un riesgo, según Fernández, para hasta 35.000 vidas. «Pese al enorme coste económico y social que tiene la contaminación, todavía hay administraciones que siguen promoviendo el uso de combustibles fósiles: incentivando el uso del coche en las ciudades, amparando la construcción de nuevos aeropuertos o retrasando el cierre de centrales térmicas, lo que pone en riesgo no solo nuestra salud, sino también la necesaria reducción de emisiones para hacer frente a la crisis climática», aseguró el activista.
La Comisión remitió en 2019 a España al Tribunal de Justicia de la Unión Europea por no respetar los valores límite de dióxido de nitrógeno (NO2).
¿Contaminación o cambio climático?
Las sustancias contaminantes a los que se refiere el informe de Greenpeace y CREA no son gases de efecto invernadero. Por lo tanto no contribuyen al calentamiento global. Los gases de efecto invernadero más importantes son el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O). Los gases contaminantes son aquellos que suponen daños para la salud humana. Salvo contadas excepciones, no coinciden con los de efecto invernadero.
No obstante, los gases de efecto invernadero y los contaminantes a menudo comparten origen. En este caso, y en muchos otros, los provoca la quema de combustibles fósiles.