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En la introducción del Decreto Ley 1/2020 del Gobierno Balear contra el turismo de excesos podemos leer:
«En definitiva se considera que las limitaciones al ejercicio de determinadas actividades económicas que se contienen en este Decreto Ley son proporcionadas y necesarias, dado que hay razones imperiosas de interés general, como son el orden público, la seguridad pública, la salud pública, la protección civil, la protección de los derechos, la seguridad y la salud de los consumidores, de los destinatarios de los servicios, las exigencias de buena fe en la transacción comercial, la protección del medio ambiente y del entorno urbano y los objetivos de política social y cultural, que hacen necesaria la adopción de estas limitaciones.»
Si bien este decreto estaba pensado para reducir los graves impactos que genera el turismo de grupos de jóvenes en Magaluf, Arenal y Sant Antoni, su justificación es perfectamente aplicable al caso del turismo de los megacruceros y, por lo tanto, su actividad tendría que estar sometida a una limitación intensa y controlada.
Las grandes naves que transportan entre 6000 y 8000 personas (entre clientes y trabajadores) por todo el Mediterráneo y hacen escala en ciudades escogidas por su interés patrimonial y por su paisaje urbano excepcional crean un grave impacto medioambiental que afecta la calidad del aire y del agua del mar. También afectan la vida de los residentes de estas ciudades, puesto que consumen muchos servicios públicos y mucho espacio público de los centros de las ciudades, cosa que expulsa a los residentes, que buscan otro lugar más tranquilo para vivir. El coste de los servicios públicos para dar una buena acogida a los cruceristas es muy alto y poco cuantificado por nuestros administradores. La transformación del modelo económico, antes más centrado en el consumidor local con productos locales, ahora se orienta a un consumidor internacional con productos baratos y producidos en Asia, puesto que los clientes de estos barcos gastan más en el mismo barco que en la ciudad o hacen escala.
Los megacruceros crecen incluso en tamaño y se transforman en un gran circo del consumo. Los barcos de última generación fusionan tres negocios: el alojamiento turístico, el parque de atracciones y el excursionismo cultural, haciendo una competencia desleal a los negocios locales. Los negocios locales tienen que cumplir una normativa mucho más estricta en materia de gestión medioambiental y de recursos humanos que los códigos marítimos que afectan los megacruceros. Además, las empresas que los gestionan no pagan impuestos aquí.
Por todas estas razones la actividad del turismo de los megacruceros se tendría que entender como un turismo de excesos y tener una severa limitación legal de obligado cumplimiento. Para saber en qué tendría que consistir la limitación, la Plataforma contra los Megacruceros ha insistido en una moratoria de un megacrucero al día como máximo, mientras se hace un estudio serio, independiente y de ámbito internacional. Sin este estudio, la filosofía de la limitación y de la capacidad de carga no será aplicada. En su lugar continuará una política de negociación con las navieras, con un teatro del consenso para dejar las cosas más o menos como estaban.
No tenemos que olvidar que estamos en un contexto de emergencia climática y no vale el argumento de volver a la situación en que estábamos en 2019, antes de la crisis sanitaria, económica y social generada por la COVID. Como hemos dicho tantas veces, las crisis internacionales de turismo no pueden solucionarse con más turismo, puesto que esto supone más vulnerabilidad de la economía (excesivamente dependiente de un único sector), sociedades más débiles y más fragilidad para afrontar la próxima crisis. A pesar de que ahora parece que es un éxito volver a las cifras pre-COVID, en poco tiempo nos parecerá una equivocación. Ahora volverán las cifras altas y volverá el turismo de excesos, porque todo nuestro modelo turístico está fuera de escala.
Jaume Garau es secretario de Palma XXI, entidad integrante de la Plataforma contra los Megacruceros (Palma).
» todo nuestro modelo turístico está fuera de escala».
Gracias Jaume Garau, personas como tú sois más que nunca imprescindibles.