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Cronología: cuatro décadas de evidencias científicas y negociaciones por el clima

La COP 25 ha terminado con sensaciones de desasosiego y frustración, pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Repasamos 40 años de cumbres climáticas y ciencia.
Cronología: cuatro décadas de evidencias científicas y negociaciones por el clima
Ceremonia de apertura de la COP 25. Foto: MITECO/Flickr Foto: aperturacop25

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Este artículo se publicó primero en el número en papel de #LaMarea72 (septiembre-octubre 2019). Puedes adquirir la revista a través del kiosco.

1979

Hace 40 años, un grupo de expertos en clima estableció, en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), la base científica del cambio climático. El Informe Charney –denominado así por Jule Charney, quien lideró la investigación– alertaba de las consecuencias del incremento de dióxido de carbono en la atmósfera. Entre ellas, lo que hoy conocemos como calentamiento global. A pesar de que sus predicciones en el aumento de la temperatura mundial son ahora una realidad, el estudio no logró en aquel momento impacto social ni político. Ese año, además, se celebró la Primera Conferencia Mundial sobre el Clima en Ginebra (Suiza), en la que participaron organismos como la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUMA), la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) o la UNESCO.

1988

La divulgación de la ciencia climática se materializó con la creación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). Fue fundado por el Programa de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y la OMM. Tres décadas después, cuenta con la participación de especialistas de 195 países. Su papel ha sido determinante para generar consensos en la comunidad científica e influir en las políticas públicas. El 23 de junio de 1988, año en el que además se produjo una ola de calor sin precedentes en Washington DC, el físico y climatólogo James Hansen testificó ante el Comité del Senado de EEUU sobre Energía y Recursos Naturales, lo que hizo que aumentase la conciencia social sobre el cambio climático. En su comparecencia, explicó que el calentamiento global había adquirido ya tal nivel que podía atribuirse una relación causa-efecto entre este y el efecto invernadero.

1989

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Representantes de 67 gobiernos, 11 organizaciones internacionales y la Comisión de la Comunidad Europea acudieron a Noordwijk, en los Países Bajos, para celebrar una conferencia que tenía como objetivo principal alcanzar compromisos para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Aunque se llevó a cabo una declaración política, no se adoptaron medidas concretas. Según el ministro sueco, en declaraciones recogidas por The New York Times, Estados Unidos bloqueó el acuerdo.

1990

El IPCC y la Segunda Conferencia Mundial sobre el Clima pidieron un tratado sobre el cambio climático, después de que el primero publicara en Sundsvall (Suecia) el primer Informe de Evaluación que confirmaba científicamente evidencias sobre el cambio climático. La reducción de las emisiones que causan el calentamiento global fue una de las cuestiones principales para los alrededor de 500 científicos que se dieron cita en Ginebra en este segundo encuentro internacional. El secretario general de la Organización Mundial de Meteorología en aquel momento, Godwin Obesi, señaló que la falta de consenso internacional para revertir el efecto invernadero era un problema de voluntad política.

1992

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La primera Cumbre de la Tierra, en Río de Janeiro, dio lugar a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), que tiene como objetivo prevenir la interferencia humana “peligrosa” con el sistema climático. Un total de 197 países han ratificado este acuerdo.

1994

No fue hasta ese año cuando entró en vigor la CMNUCC. Entonces, había menos evidencia científica sobre el cambio climático de la que existe ahora y se tomó como línea de trabajo la que establecía el Protocolo de Montreal en 1987: obligar a los Estados a actuar para la seguridad humana. El objetivo final de la Convención era claro: estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) y hacerlo en un periodo de tiempo suficiente para que los ecosistemas pudieran adaptarse naturalmente al cambio climático y para asegurar la producción de alimentos y permitir un desarrollo económico sostenible.

1995

Se celebró la primera Conferencia de las Partes (COP) en Berlín, donde los países participantes iniciaron las negociaciones para implementar la respuesta mundial al cambio climático.

1997

En la COP3, celebrada en Kyoto, los países industrializados se comprometen a poner en marcha un plan real frente al calentamiento global: el Protocolo de Kyoto. Según este plan, se debían reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 5,2% entre 2008 y 2012 con respecto a 1990, un objetivo que no se logró.

2002

Se celebra una segunda Cumbre de la Tierra en Johannesburgo. Allí, por primera vez, participan agentes de la sociedad civil además de los gobiernos y las grandes empresas. De nuevo, el cambio climático es una de las principales cuestiones que se tratan.

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El entonces secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, se dirige al plenario de la Cumbre sobre el planeta celebrada en Johanesburgo en 2002 (REUTERS/Mike
Hutchings)

2005

El protocolo de Kyoto entra en vigor el 16 de febrero. Se celebra una primera reunión de los países firmantes en Montreal (Canadá) con ausencia de los países más contaminantes: Estados Unidos, China e India. Allí se acuerda lo que después –en 2006– se convertiría en el Programa de Trabajo de Nairobi sobre los efectos, la vulnerabilidad y la adaptación al cambio climático.

2007

Llega el cuarto Informe de Evaluación del IPCC. Hasta la fecha, era el estudio más amplio y detallado sobre la situación climática. Señalaba efectos del calentamiento global –ya que los atribuía al incremento en la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera– como el deshielo generalizado y el aumento promedio tanto del nivel del mar a nivel mundial como de la temperatura del aire y de los océanos.

2014

La conciencia colectiva comenzó a despertar tras la publicación del quinto Informe de Evaluación del IPCC, que acaparó la atención mundial. Los impactos del calentamiento global de los que la comunidad científica ya venía advirtiendo comenzaban a ser cada vez más visibles en todos los continentes. Desde el IPCC señalaban también que si la temperatura global aumentaba más de 2ºC, los daños en el planeta serían irreversibles. En Nueva York, más de 300.000 personas se manifestaron para exigir políticas que abordasen el cambio climático. Al mismo tiempo, hubo más de 2.800 marchas en todo el mundo donde ya se repetía una consigna tan actual como «no hay plan B porque no tenemos un planeta B».

2015

La COP 21, que se celebró en París, reunió a los países firmantes de la CMNUCC, alcanzando un pacto hasta entonces histórico a la hora de combatir el cambio climático: el Acuerdo de París. Su principal objetivo era reforzar la respuesta política para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2 ºC, pero también para hacer todo lo posible por no superar los 1,5 ºC. Actualmente, son 184 los países que han firmado este acuerdo. Sin embargo, en su último Informe Anual sobre la Brecha de Emisiones, publicado en noviembre de 2019, Naciones Unidas alertaba de que esas metas están cada vez más lejos.

2019

Tras ser planificada inicialmente en Brasil y Chile, la COP25 se acabó celebrando en Madrid. La cumbre climática, la primera que tiene lugar en nuestro país, se convirtió en la más larga de la historia tras extenderse más de 40 horas sobre el cierre previsto por la falta de consenso. Finalmente, la cita acabó con sabor agridulce. Los países más ambiciosos consiguieron salvar los muebles con una declaración relativamente ambiciosa. Sin embargo, no se regularon ni los mercados de emisiones ni otros de los grandes objetivos de la cita. Todo queda para la COP26, que se celebrará en Glasgow (Reino Unido) en noviembre de 2020. Tan solo unos días después de las elecciones presidenciales de Estados Unidos.

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COMENTARIOS

  1. España es el segundo país europeo con más emisiones de GEI procedentes de los barcos que llegan y salen de sus costas
    El transporte marítimo es el único sector sin medidas de reducción de emisiones ni de fiscalidad por la contaminación que genera. Es más, el sector marítimo está exento bajo la normativa europea del pago de impuestos sobre su combustible, una subvención por valor de 24.000 millones de euros al año.
    La federación Transport & Environment, de la que forma parte Ecologistas en Acción, ha publicado un estudio que analiza las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) procedentes de los barcos que llegan y salen desde Europa. En el caso de nuestro país, el estudio muestra que los buques que transportan mercancías hacia y desde España emiten más CO₂ que el total de los vehículos de las 30 mayores ciudades españolas.
    En el ranquin por países, España ocupa el segundo lugar después de Holanda, con 17,11 millones de toneladas de CO₂ emitidas en 2018. Según Ecologistas en Acción, “España tiene una gran responsabilidad en las emisiones que generan los buques que atracan en sus costas. Esperamos que el Gobierno español anuncie actuaciones concretas para la descarbonización del sector. El primer compromiso que solicitamos para hacer frente a la emergencia climática es la paralización de los proyectos de ampliación previstos en varios puertos españoles bajo el mismo modelo fósil”.

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