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Hasta hace poco la pandemia de la COVID-19 nos mantuvo encerrados en casa con cientos de películas y libros a nuestra disposición. Algunos de estos productos culturales tenían la crisis climática como tema principal y auguraban terribles distopías (bastante discutibles, ya que sobre ellas planea siempre la duda de su utilidad). El cine ha sido especialmente propenso a este fatalismo, que ha vestido de gran espectáculo (como señalaba Samuel Regueira en su entrevista con el profesor David Vicente Torrico). A lo largo de los últimos meses, en Climática hemos hablado de estas obras, de sus aciertos y sus errores. Aquí destacamos algunas de esas reseñas, a modo de invitación y como excusa para la reflexión.
El documental ‘Journey to Utopia’
Esta película cuenta la ilusión y los sinsabores de una familia noruega que se muda a una comuna con cero emisiones, autosuficiente desde el punto de vista energético y alimentario. Su peripecia habla bien a las claras del aplastante triunfo neoliberal en la narrativa de la crisis climática: los culpables somos nosotros. No los grandes contaminadores. No las empresas de combustibles fósiles. No los gobiernos retardistas que actúan sin asomo de vergüenza como devotos empleados de esas mismas empresas. No los megarricos que viajan al espacio en sus propios cohetes o que arrasan las praderas de posidonias con sus yates o que deforestan la selva amazónica para seguir aumentando sus ya mastodónticas fortunas. No, la culpa en nuestra.
El planeta camina inexorablemente hacia la catástrofe y parece ser que debo ser yo quien plante las zanahorias que me voy a comer para tratar de evitarlo. Merece la pena ver Journey to Utopia porque es el retrato de unas personas buenas y eso no puede ser nunca perjudicial. Algo se nos pegará: la sensibilidad hacia el medioambiente, la preocupación por los jóvenes que heredarán la Tierra, la energía para acometer aquello en lo que creemos… Pero que el capitalismo no nos tome por tontos.
El libro ‘Cómo no hacer nada’
Este ensayo de Jenny Odell habla sobre el daño que nos hace la economía de la atención. Laura Casielles escribió una bella reseña a partir de este libro que preconiza el descanso, la lentitud, el ocio. En realidad, nunca perdemos el tiempo cuando lo dedicamos a algo que nos gusta. José Caldaso señalaba algo similar en sus Cartas marruecas (1789): «Te he oído mil veces que algún rato empleado en pasatiempo suele dejar el espíritu más descansado para dedicarse a sublimes especulaciones. Me acuerdo haberte visto cuidar de un pájaro en la jaula y de una flor en el jardín: nunca me pareciste más sabio».
Sal de la rueda de la productividad, juega, descansa, lee por placer, toma el sol. Y desconecta, en el sentido literal de la palabra. «La tecnología que usamos para comunicarnos, trabajar y relacionarnos ejerce un maltrato a la atención, a través de una ‘carrera armamentística de la urgencia’», destaca Casielles del libro de Odell. Y respecto a la tiranía de las redes sociales, apunta a otra autora a la que tener en cuenta: Rebecca Solnit. «En una época de acontecimientos cada vez más frecuentes relacionados con el clima, las personas que te ayudarán, seguramente, no serán tus seguidores de Twitter; serán tus vecinos», señala Solnit en Un paraíso en el infierno. Las extraordinarias comunidades que surgen en el desastre.
El disco ‘El descenso’, de Caliza
Elisa Pérez, la artista detrás del proyecto musical Caliza, publicó un álbum en el que habla del cambio climático desde distintas perspectivas. «Todo el mundo debería estar hablando de esto en todas partes, a todas horas», le contaba a nuestra compañera Alba Mareca en una entrevista. Su disco, musicalmente hablando, va desde los ritmos electrónicos a la copla y regala a los oyentes un puñado de pensamientos profundos sobre el mundo en el que vivimos.
Activista de Extinction Rebellion, Elisa Pérez tiene entre sus influencias musicales a Brian Eno, Franco Battiato o Kelly Lee Owens. En las canciones de El descenso va describiendo un proceso de toma de conciencia respecto al medioambiente, empezando por la negación y terminando por el activismo. Sabemos cuál es el problema y cómo podemos atenuarlo, así que sólo nos falta actuar en consecuencia. Para dar eso paso es importante saber que no estamos solos. «Cuando eres activista en estos temas también pasas por muchas sensaciones: un día te parece todo imposible pero al siguiente te reconforta saber que también hay otra gente que está en ello», explica Elisa Pérez.
La obra ‘De què parlem mentre no parlem de tota aquesta merda’
Esta «comedia seria» de la compañía teatral La Calòrica fue uno de los grandes títulos de la cartelera barcelonesa durante 2021. La metáfora utilizada para trasladar la urgencia climática es bastante rotunda: un váter atascado que desborda excrementos y del que nadie se quiere hacer cargo. El texto, una pieza colectiva que cuenta con Joan Yago como dramaturgo principal, es una feroz crítica a la pasividad y al negacionismo, que es la excusa de los responsables directos de la crisis. Pero todos, a causa de nuestras contradicciones, somos un poco negacionistas, vienen a decir. «Cuando la risa se va apagando, va dejando lugar a la duda y a la reflexión. Y, finalmente, te das cuenta de que te ríes de ti misma y que igual no deberías reírte tanto», escribe Sandra Vicente en su reseña de la obra. En 2022, La Calòrica recupera otro montaje anterior, Els ocells/Las aves, sobre la política populista. Saldrán de gira y próximamente visitarán Mallorca (este mismo miércoles), Barakaldo, Valencia o Madrid.
La serie El Colapso
Para describir El colapso valen las palabras que Ignacio Pato le dedicó a El hoyo, otra película bastante cruel con la condición humana: «No somos tan chungos». Pablo Servigne, autor de Colapsología y principal inspirador de la serie, defendía en estas mismas páginas el poder de las emociones en un contexto de ficción: «Cuando tocas el corazón provocas una toma de conciencia mucho más poderosa que la que se puede conseguir con cifras». Andreu Escrivà cree que la serie no se aparta del carril ya conocido de los relatos apocalípticos. Hay algo, un suceso perfectamente definido en el tiempo, que provoca el colapso. Y eso, como sabemos, no ocurrirá con la crisis climática. A pesar de todo, «es un ejercicio cinematográfico fabuloso, que vale mucho la pena ver».
Sólo con estar informados, con observar y sobre todo ser coherentes podríamos enderezar la nave que se nos «hunde» irremediablemente.
Sólo con cambiar los hábitos de consumo y de vida, con dejar que se hundan los responsables del desastre ellos sólos en lugar de seguir remando con ellos.
Sólo que veo que pido un imposible.
MAÑANA SERA DEMASIADO TARDE: PROFETICO, IMPRESIONANTE DISCURSO (DE 5 MINUTOS) DE FIDEL CASTRO en 1992 SOBRE CONSUMISMO Y NATURALEZA.
https://www.youtube.com/watch?v=LXY8epxirRg