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Hablemos de Greta

Casi 500 días después de la primera huelga de Greta Thunberg ante el parlamento sueco, reflexionamos sobre el circo mediático que se ha montado a su llegada a Madrid.
Hablemos de Greta
Decenas de fotógrafos inmortalizando a Greta Thunberg. EDUARDO ROBAINA. Foto: greta-y-fotografos

Es indudable que algo ha cambiado radicalmente en el mundo en los últimos 475 días. Hace exactamente un año, tres meses y 18 días, una entonces quinceañera Greta Thunberg se sentó, sola, frente al Parlamento de su país, en Estocolmo. Todavía no existía Climática, pero en La Marea la descubrimos pronto: esa misma semana incluimos su protesta en nuestro resumen semanal de noticias. En la nota indicamos, en su momento, que la huelga de Thunberg ya había atraído a 35 personas. Ayer, 475 días después, cientos de miles de manifestantes salieron a las calles de Madrid para exigir un cambio de sistema, no de clima. El mundo ha cambiado. Es indudable.

Tanto en La Marea como en Climática hemos escrito sobre Greta en varias ocasiones. Al principio, las primeras semanas, siguiendo con curiosidad su sentada (que entonces era diaria, no semanal). También hablamos de ella en marzo de este año, con motivo de la primera huelga global por el clima, cuando investigamos el origen de su protesta. Incluso publicamos un artículo suyo, en el cual demandaba que dejaran de pedir a los adolescentes que asumiesen un problema que no habían creado y que no podían resolver.

Hace menos tiempo hablamos del extraño fenómeno de la “gretafobia”, una extraña condición por la que una población mayoritariamente masculina y adulta se ve amenazada por una adolescente que lo único que hace es decir verdades como puños. Ya lo dijimos: Greta desenmascara replicantes.

Sí, en La Marea hablamos de Greta, pero no porque que se baje de un tren. No hablamos de su asperger. No hablamos de su edad. No hablamos de su aspecto. Tampoco hablamos de ella porque se sitúe al frente de una manifestación. Hablamos de sus acciones o de los efectos de las mismas. Reproducimos su discurso cuando aporta algo al debate. Creemos que no hay que hablar de Greta, sino de lo que dice. Porque lo que dice tiene sentido casi siempre. Pero cuando el dedo señala la luna…

Ayer, 475 días después de sentarse frente al Parlamento sueco, Greta Thunberg se bajó de un tren en la estación de Chamartín, en Madrid. El aspecto fatigado de la activista era captado por decenas de periodistas que, cámara en ristre, correteaban su alrededor. Ella, que viene de un viaje transatlántico y más de diez horas en tren desde Lisboa, trataba de escabullirse protegida por un cordón policial que a duras penas podía contener el ansia de los reporteros por obtener una foto o un vídeo. Imágenes algo desconcertantes que parecían más propias de la llegada una estrella del rock que de la de una activista climática. Excepto que Greta no es una estrella del rock y nunca quiso serlo.

El resto de la tarde de Greta Thunberg transcurrió igual. Quizás toda su vida sea así. Con miles de personas tomándole fotos, mirándola, intentando acercarse a ella. Con un infinito cordón de seguridad a su alrededor. Por eso en nuestra crónica de la manifestación de ayer no aparece la activista sueca. Este es un gesto de respeto y agradecimiento. Respeto porque no nos podemos imaginar cómo debe sentirse con toda esa atención morbosa a su alrededor. Y agradecimiento a todos los demás manifestantes. Seguramente ellos habrían llegado a Madrid sin Greta, pero nadie grabaría a Greta al salir de un tren si no fuese por ellos. Ellas son Greta.

Todos hablan de Greta. Todos quieren que hable, pero nadie la escucha. “¡Escuchad a la ciencia!” ha dicho en innumerables ocasiones. ¿Por qué no recibe la ciencia climática la misma atención que la llegada de una persona a una estación de tren? ¿Por qué no hay hordas de periodistas esperando la publicación del último informe? ¿Por qué los demás medios de comunicación no tienen cada día en portada, o en el primer minuto de sus escaletas, la crisis climática, aunque venda menos que otros temas?

En La Marea y en Climática no nos negamos a hablar de Greta Thunberg, pero ayer sentimos que la historia estaba en otra parte. Olvidad a Greta. Hablemos de Greta.

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COMENTARIOS

  1. Greta Thunberg (6 Octubre) retuiteó un tuit de @lillyspickup donde esta, a su vez, retuiteaba a @minhtngo que, a su vez, retuiteaba a @TomasaYarhui. Lo que esta última venia a decir es que en la Bolivia de Evo Morales no habia democracia. Y @minhtngo expresaba su «demand democracy» para Bolivia. El manager de comunicación de la muchacha (Daniel Donner) tendrá algo que ver, ¿no?. Al menos, tiene relaciones privilegiadas con la European Climate Foundation (ECF), donde la Rockefeller Brothers Fund figura en lugar destacado entre una importante agrupación de empresas. ¿No es cierto que Evo Morales concedió derechos de explotación preferente (Litio) a China (ofrecian cofabricación baterias / vehículos electricos) en vez de a Suecia, Noruega, Alemania y EE. UU. o Canadá?. ¿No rs ciertoque Suecia y Noruegase disponen a fabricar automóviles eléctricos?. Noruega planea permitir circular, tan solo, automóvilrs eléctricos en un periodo cercano. Y si fuese un error el retuit, lo podria desretuitear. Pero el mal ya ha sido hecho: ha ofendido a Evo Morales y a la comunidad indígena boliviana. La oposición boliviana golpista creó conatos de incendios con el objeto de organizar una macromanifestación «ecologista» y para «demand democracy» (@minhtngo periodista norteamericana al servicio del Partido Demócrata y del Capital). ¿Cómo lo ven vds.?. Investigar no cuesta nada.
    Estos son los tuits:
    @lillyspickup
    https://twitter.com/lillyspickup/status/1180723911647993856?=20 https://t.co/Qyl96Vp183
    @minhtngo
    https://t.co/sH7PadUBWn
    https://twitter.com/monhtngo/status/1180500437364957184?s=20
    https://t.co/Vks81hxBtf

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