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Este sábado, Honshu, la principal isla del archipiélago japonés, sufrió el paso del tifón Hagibis, que descargó durante la jornada del domingo precipitaciones récord, además de las consecuencias de los vientos huracanados, marejadas devastadoras e inundaciones costeras e interiores. Hasta el momento, al menos 56 personas han fallecido, más de 100 resultaron heridas y otras 17 continúan desaparecidas, según recoge la emisora estatal NHK.
Catalogado como el peor tifón que ha azotado a Japón en muchas décadas, es la decimonovena tormenta que ha sido catalogada como tal durante esta temporada. Ante su llegada, el Gobierno instó a más de siete millones de personas a abandonar sus hogares, aunque fueron pocos los que pudieron encontrar un refugio. Alrededor de 92.000 hogares siguen sin electricidad, mientras que 120.000 sufren cortes de agua. Actualmente, más de 110.000 personas participan en las operaciones de búsqueda y rescate, mientras las autoridades evalúan los daños personales y materiales sufridos.
Aunque la capital, Tokio, quedó prácticamente indemne, ciudades y pueblos de todo el Estado, incluidas las prefecturas de Nagano, Niigata, Miyagi, Fukushima, Ibaraki, Kanagawa y Saitama, han quedado anegadas tras ceder los diques a causa de las fuertes lluvias registradas. «Expreso mis condolencias por todos los que perdieron la vida y ofrezco mis condolencias a todos los que han sido afectados por el tifón», afirmó el primer ministro Shinzo Abe tras una reunión ministerial celebrada este domingo.
Este tifón es un evento extremo más de los muchos que ha sufrido en los últimos meses Japón. Hace apenas un mes, la tormenta Faxai causó severos daños que aún están sin reparar. En agosto, la tormenta tropical Krosa también puso en alerta a la población nipona. Lo mismo en julio, cuando las fuertes lluvias torrenciales provocaron inundaciones y aludes, obligando a la evacuación de más de un millón las personas. Sin embargo, estos episodios están lejos de la gravedad del ocurrido en julio de 2018, cuando más de 200 personas murieron por las lluvias torrenciales e inundaciones.
Qué papel juega el cambio climático en todo esto
Si bien los eventos aislados no pueden atribuirse directamente a los efectos del cambio climático, lo cierto es que, acorde a las previsiones de la comunidad científica, este tipo de eventos serán cada vez más habituales y de consecuencias más severas. Así lo afirmaba recientemente a Climática Daniel Santos, doctor en Ciencias Físicas e investigador en Meteorología: «Aunque con la precipitación es bastante difícil, los estudios de atribución y todos los indicadores que hay de proyecciones del cambio climático indican que el tiempo meteorológico se va a volver más extremo».
Asimismo, estos desastres naturales confirman la gran vulnerabilidad del país nipón al cambio climático. Y no solo a este tipo de tormentas. Según un estudio publicado este año, la ola de calor que sufrió Japón en 2018, con récords de temperaturas y que provocó la muerte de más de 1.000 personas, no pudo haber ocurrido sin el calentamiento global climático.