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No son pocas las veces que hemos oído decir que somos lo que comemos. Porque la comida es vida. Y, por ello, debemos darle la importancia que se merece. Pero, si se trata de las industrias cárnica y láctea, lo importante no es la carne y la leche, sino lo que está oculto tras su producción: nos comemos su contaminación.
Y es que cada granja, cada instalación ganadera, conforma una huella de metano (uno de los principales gases que calienta el planeta) demasiado grande para el riesgo climático al que nos enfrentamos. De hecho, si se juntaran 15 grandes empresas de este sector, entre las que se encuentras marcas muy conocidas como Nestlé y Danone, emitirían más que un país entero. El Instituto de Política Agrícola y Comercial (IATP, por sus siglas en inglés) y la fundación Changing Markets calculan exactamente cuánto en un nuevo informe.
Unidas, todas ellas son responsables del 3,4% de las emisiones mundiales de metano procedentes de la actividad humana y equivalen a más del 80% de la huella total de metano de la Unión Europea. Son casi 13 toneladas, mucho más de lo que emite Alemania, y más gases de efecto invernadero que gigantes de su industria hermana, la de los combustibles fósiles, como ExxonMobil, BP y Shell.
Por separado, encontramos a nombres reconocibles, como la empresa cárnica brasileña JBS, clave en la deforestación de la Amazonia, que supera las emisiones de metano ganaderas de Francia, Alemania, Canadá y Nueva Zelanda unidas, lo que se traduce al 55% del metano producido por todo el ganado de Estados Unidos. O a la multinacional estadounidense Tyson Foods, cuyas emisiones son comparables a las del sector ganadero ruso entero.
«Las emisiones de metano de las grandes empresas cárnicas y lácteas rivalizan con las de los Estados y, sin embargo, ocultan su colosal huella climática tras un barniz de greenwashing y objetivos de cero emisiones. Estas empresas no harán lo que es necesario de forma voluntaria: los Gobiernos deben establecer normas para regular sus emisiones y apoyar a los agricultores para que abandonen la agricultura industrial«, defiende Shefali Sharma, directora de IATP Europe.
Las falsas promesas sobre el metano
El informe se presenta a pocos días de la reunión ministerial sobre el Compromiso Mundial sobre el Metano que se celebrará en la Cumbre del Clima de la ONU el 17 de noviembre y en la que se espera que 40 países den a conocer sus planes nacionales sobre el metano. Unos planes que llevan ideando desde que la alianza se mencionó por primera vez en la Cumbre del Clima del año pasado en Glasgow, y en el que 130 países, entre ellos España, se comprometieron a reducir en un 30% las emisiones mundiales de metano para 2030.
Sin embargo, las 15 empresas analizadas en el informe tienen su sede en diez países distintos. Y todos ellos, exceptuando China, forman parte del Compromiso. Este es un hecho que contrasta con los datos de la última década, ya que cinco de estos países —Estados Unidos, Brasil, China, Nueva Zelanda y los Países Bajos— han aumentado las emisiones de metano procedentes de su ganadería.
«Un puñado de corporaciones cárnicas y lácteas son responsables de 1 de cada 10 toneladas de metano producidas por el ganado, y sin embargo se les ha dado un pase libre para contaminar bajo el Compromiso Global por el Metano. Los Gobiernos deberían exigirles que informen de sus emisiones y que las reduzcan, y obligar a estas empresas enormemente ricas a respaldar sus promesas con dinero e invertir en soluciones climáticas reales», afirma Nusa Urbanic, Campaigns Director de la fundación Changing Markets.
Pero cuesta responsabilizar a las empresas de su huella climática cuando las emisiones de metano producidas se mantienen ocultas. De las marcas analizadas, solo seis informan plenamente de sus emisiones, y ninguna publica información sobre las emisiones de metano de sus cadenas de suministro.
Asimismo, aunque la transparencia es clave para aplicar soluciones, estas soluciones tienen que estar bien orientadas. Pero, por ahora, el enfoque de estas está en tecnologías como los aditivos para la alimentación animal, en vez de, por ejemplo, soluciones más drásticas como reducir el número de cabezas de ganado. Por ello, IATP y Changing Markets instan a los gobiernos a aplicar «una legislación que aborde las repercusiones significativas de las actividades de estas empresas sobre el clima», y a transformar de forma justa la ganadería industrial en agroecología.
La ONU afirma que una reducción de entre el 40 y el 45% de las emisiones de metano para 2030 sería la mejor medida para limitar el calentamiento global por debajo de los 1,5 ºC y evitar puntos de inflexión peligrosos. Como bien recuerda el informe, por ahora la ganadería es responsable del 32% de las emisiones mundiales. Pero esta cifra sigue aumentando y, con las políticas actuales, se estima que las emisiones aumenten un 30% más hasta 2050.