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“Me alegro de las cosas buenas que pasan en la COP, y también se tienen que explicar”

“En esta COP se ha revalidado el mensaje científico y ha tenido mucho protagonismo el 1,5 ºC, pero, aunque se presione mucho, todavía estamos muy lejos del objetivo y de lo que pide la ciencia”, dice en esta entrevista desde Glasgow la ambientóloga Anna Pérez Català, que asiste como observadora a la COP26.
“Me alegro de las cosas buenas que pasan en la COP, y también se tienen que explicar”
La ambientóloga Anna Pérez Català. Foto: IVÁN GIMÉNEZ/CRÍTIC

Anna Pérez Català (Badalona, 1990) es ambientóloga y trabaja en el Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI), un think tank francés vinculado a la Universidad Sciences Po de París. Durante estos días la encontramos por las calles de Glasgow, en Escocia. Es observadora de la COP26, pero no es su primera COP: ha participado en las conferencias sobre cambio climático de Naciones Unidas desde 2014. Confía en el multilateralismo y el diálogo para hacer frente a la emergencia climática y, a pesar de ser consciente de la falta de compromiso de los poderosos, se muestra optimista.

De todos los acuerdos y pactos a los que se ha llegado durante estos primeros días de negociaciones, ¿cuáles destacaría?

Tengo la sensación de que la presidencia de la COP26 ha decidido que la primera semana de la COP, como mínimo, sea una semana para los medios: una semana de titulares. Se han hecho un montón de pactos y hay alguno que resulta interesante y otros que parecen un remake de otros pactos, como el de la deforestación, que recuerda a la Declaración de Nueva York de 2014. Hay cosas que se tienen que coger con pinzas, pero lo que sí han conseguido es que no se hable de las negociaciones reales. No es normal.

¿Y eso?

Normalmente, cuando la presidencia da una rueda de prensa, los periodistas preguntan y se responde. En esta no. Los responsables se han esforzado para que haya declaraciones paralelas. La COP tiene dos grandes objetivos: las negociaciones, que para mí son lo que tiene más valor, y la firma de coaliciones entre países. Durante esta semana, la organización ha presionado para que se diese la segunda dinámica. Aun así, han salido cosas interesantes. Por ejemplo, para mí, un pacto que se ha hecho con Sudáfrica para otorgarles dinero en concepto de transición justa.

¿Un préstamo?

En principio dicen grant [“conceder”, en inglés], por tanto se considera una donación, un concessional loan [en inglés, “préstamo concesional”], eso quiere decir que tiene un interés muy bajo. Es una buena noticia. Hace años que Sudáfrica prepara una guía de transición muy cuidadosa. Son un ejemplo de buen funcionamiento de financiación climática. Es una demanda muy bien preparada que ha tenido como consecuencia una inversión. Ahora, evidentemente, se tendrá que vigilar la transparencia de todo el proceso. El país ha quedado muy contento porque hacía mucho tiempo que perseguía este objetivo. ¡Estas cosas también pasan en las cumbres!

Uno de los caballos de Troya de esta cumbre es precisamente la cuestión de la financiación.

Los 100.000 millones de dólares que nunca han llegado, ciertamente. A principios de semana ya se dijo que como no se había llegado al objetivo, la cuestión de la financiación se posponía hasta el 2023. Ya escuchamos esta promesa en el 2009, en la COP de Copenhague, y se tenía que comenzar a aplicar en 2020. Así es precisamente como comenzó la COP: diciendo a los países del Sur que no les daríamos aquello que les habíamos prometido. Eso crea una división muy importante desde el comienzo.

El Artículo 6 del Acuerdo de París también es conflictivo. ¿Espera que se concrete durante esta COP?

El Artículo 6 dice que habrá un mecanismo de mercado de emisiones, pero no concreta. Hace años que se negocia la implementación y puede ser que se establezca algo similar a lo que había en el Protocolo de Kyoto: poder comprar y vender emisiones entre países. ¿Qué puede pasar? Que los cálculos pueden ser erróneos y que se saque provecho. El Artículo 6 es un juego de números, también abierto a empresas y proyectos. Cuando las reglas de transparencia no están bien hechas, pasa lo que pasa con los proyectos hechos sobre el Protocolo de Kyoto: no hay una reducción real de las emisiones.

¿Cuál es el peligro?

Acabar con unas reglas muy laxas. Cuando no hay consensos es lo que pasa: que vas al mínimo común denominador. Un acuerdo de mínimos sería un mal resultado. Necesitamos una reglas de compatibilidad potentes, la protección de los pueblos indígenas y de los países más pobres, etc.

Tengo la sensación de que el debate del decrecimiento no está sobre la mesa. ¿No se considera una opción viable?

Dentro del marco formal y de la investigación, el decrecimiento no está pensado como una opción. Las proyecciones que están haciendo los diferentes países están basadas en la premisa del crecimiento económico. Dentro de la burbuja climática española sí que se habla, pero aquí no.

El sector con una delegación más grande es el formado por las empresas de combustibles fósiles. ¿No es una incongruencia?

Cada vez hay más presión para que eso no pase, pero pasa. Y siempre estarán, puede que no de manera directa, pero siempre estarán presentes a través de diferentes organismos. Estoy de acuerdo con que sigan, pero sí que tendría que haber alguna regulación para que no influyan sobre lo que pasa en la COP.

¿Lo ves factible?

Si los gobiernos se ponen contundentes, sí, pero continúan siendo ambiguos.

Los planes que se están haciendo son muy a largo plazo, pero conviene empezar a actuar ahora, ¿no?

Eso es una de las cosas que abordamos con la gente con quien trabajamos. Se debe tener en cuenta lo que se hará a largo plazo, pero también revisar lo que se hará mañana, para poder trabajar de manera alineada. Durante esta COP son muchas las empresas que se han comprometido al Net Zero [cero emisiones netas] para 2050; yo les preguntaría: de acuerdo, ¿y qué harás mañana? ¿Cuál es el próximo paso? En esta COP se ha revalidado el mensaje científico y ha tenido mucho protagonismo el 1,5 ºC, pero, aunque se presione mucho, todavía estamos muy lejos del objetivo y de lo que pide la ciencia.

¿Te muestras optimista o pesimista?

Yo lo veo con mucha distancia y mucha calma. Tenemos que esperar a ver cómo se completan estos planes y cómo se implementan.

¿Cuál sería el peor escenario?

Que no se cumpliese absolutamente nada y que fuésemos al business as usual. Que vayamos a los 2,7 ºC, por ejemplo. Aunque hay una distancia muy grande entre aquello que hemos prometido que haremos y aquello que estamos haciendo. Hace falta más implementación y esta será una de las grandes luchas. A veces me sorprende cómo países con menos recursos hacen más [en la lucha contra el cambio climático] que países con más posibilidades.

¿Algún ejemplo?

Sudáfrica. Tiene una comisión presidencial de cambio climático muy potente que está trabajando mucho para repensar el futuro del país.

¿Piensas que el mensaje apocalíptico que damos en los medios puede tener un efecto rebote y que impacte de manera negativa? Me explico: ¿que la gente se desanime y eso lleve a la inacción?

Yo me alegro de las cosas buenas que pasan en la COP, y también se tienen que explicar. Los mensajes simples no existen y se tienen que buscar los detalles. El debate está muy polarizado y parece que si hablas de manera positiva de la COP, no estás nada concienciada. Creo que se tiene que comunicar que la COP no será nunca la única solución, pero hay que saber explicar las cosas buenas que salen de ella. ¡Ninguna COP saldrá bien porque hay 197 países negociando! En mi opinión, la COP tiene que continuar existiendo, porque si no, hay ciertas voces que nunca serán escuchadas. Es lo que pasa con el G20, por ejemplo. Aquí se escucha a todo el mundo por igual, o al menos eso es lo que se intenta. La sociedad civil en la COP amplifica el discurso de estas voces más pequeñas. Me da mucho miedo un mundo en el que no podamos creer en el multilateralismo. El cambio climático es algo muy multilateral. No quiero un mundo donde no se pueda hablar internacionalmente de cambio climático.

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COMENTARIOS

  1. COP26: decrecimiento y renovables sí, ¡pero no así!
    E. en A. La Ribera.
    El mundo consciente debería presionar con fuerza para que esta vez las grandes compañías no manipulan a los gobiernos y éstos puedan llegar a compromisos efectivos.
    Si el inevitable decrecimiento lo conducen los conservadores (de privilegios, no de la Naturaleza) estaremos perdidos porque son tan avariciosos, egoístas y estúpidos que en vuelta de reducir la depredación y cooperar para solucionar, antes de cambiar ese defectuoso modelo socioeconómico y perder privilegios, son capaces de hundirlo y destruirlo todo (recordemos cómo «resolvieron» la gran crisis de los años 30). Por tanto debemos movilizarnos todos contra el futuro quemado que nos preparan, especialmente los jóvenes porque sois los que vas a pagarlo ya sufrirlo todo.
    La primera de las grandes soluciones es el decrecimiento, reducir la economía porque la Naturaleza ya no puede más, hemos sobrepasado muchos límites y estamos agotando, envenenando, destruyendo ecosistemas, especies y recursos a una velocidad absolutamente insostenible, por lo que necesitamos 1 ‘7 planetas como la Tierra para seguir manteniendo el actual ritmo de consumo y residuos… Esto es una herejía total para los capitalistas y sus lacayos, pero vamos a decrecer inevitablemente, por las buenas si lo conducimos de forma solidaria y ecológica, o por las malas si caemos en una situación caótica y lo conducen los neoliberales (¿alguien puede creerse que van a resolver la emergencia climática los mismos que la han provocado?). Podemos elegir todavía.
    Hay que decir que decrecer no implica vivir peor, simplemente consumir lo necesario, no más. Incluso podríamos vivir mejor. Un ejemplo fácil, aquellos que fuman o beben alcohol pueden vivir mucho mejor (y más) si dejan el tabaco y beben menos. Análogamente, si en vuelta de viajar todos los km que se realizan cada año en coche o avión se viaja la mitad o menos, entonces se evitan muchos accidentes y muertes y enfermedades por la contaminación urbana, además de ahorrar dinero y reducir mucho la emisión de gases de efecto invernadero (¡recordemos que el transporte es el mayor emisor!). Debemos amar más a nuestro pueblo y al entorno, y mejorarlos para vivir bien todos, porque ni los autos ni el consumismo llevan la felicidad4 , aunque la manipuladora publicidad lo repita infinidad de vueltas.
    De cualquier forma el crecimiento desenfrenado se acaba, tanto si queremos como si no, porque no tenemos 2 Tierras. De hecho, el petróleo ya se está acabando, al menos lo fácil de extraer y barato, y haríamos bien en empezar a reservarlo para las actividades realmente necesarias, como la producción de alimentos. Y no crea que «cambios» superficiales como reconvertir las fábricas de coches para hacerlos eléctricos va a resolver la crisis, ni de forma parcial, porque no hay tiempo ni metales suficientes para fabricar baterías para 1.400.000.000 de autos…
    https://www.ecologistasenaccion.org/183095/cop26-decreixement-i-renovables-si-pero-no-aixi/

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