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Esta entrevista forma parte del último número de la revista La Marea. A continuación reproducimos un extracto. Puedes leerla completa consiguiendo tu ejemplar aquí.
Douglas Rushkoff me recibe virtualmente con una gran sonrisa. ¿Estás en la oficina? –pregunto, observando la cantidad de libros que lo rodean. No, se trata del sótano de su casa, desde donde también imparte clases ahora que la enseñanza es virtual, un formato que detesta y ha servido “para despedir a muchos profesores”, afirma. Nombrado uno de los diez intelectuales más influyentes del mundo por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), Rushkoff es un reconocido escritor, documentalista y teórico de la cultura digital.
Entre sus temas predilectos destacan la relación de la tecnología con el dinero, el poder y el comportamiento humano. A él debemos conceptos tan relevantes como “lo viral” en los medios, veinte libros y tres documentales que le han granjeado numerosos premios, y yo, específicamente, una conversación memorable. Rushkoff pertenece a esa generación de pensadores herederos del movimiento hippie que contempló el nacimiento de Internet como una gran liberación hasta que acabó al servicio de los mercados. Aun así, no ha perdido la esperanza, es un optimista nato y combina el entusiasmo y la reivindicación del ocio con el pensamiento crítico. Hablamos de su último libro, Team Human (Equipo humano), que saldrá próximamente en español.
Aboga por un nuevo Renacimiento, pero nos dice que el Renacimiento es eurocéntrico, que con él llegó el colonialismo, así que debemos prestar atención a lo medieval, a la concepción indígena del tiempo –circular–, y dejar de pensar de manera teleológica, en términos de progreso, aunque después habla de un nuevo futuro. ¿Cómo puede aunar todos estos conceptos?
¡Es que no tienen que ir juntos! Pueden ser diferentes, locales, colaborar entre ellos. Tenemos inodoros del año 1900 al lado de gente con Iphones, y ni nos damos cuenta. Algo está ocurriendo con la temporalidad. Un renacimiento es simplemente una recuperación de ideas anteriores en un nuevo contexto, como se hizo con la cultura greco-romana. Pues ahora podemos recuperar todo lo que se perdió durante el Renacimiento: la cultura medieval, los [bienes] comunes, la moneda local, la magia, las mujeres, pero con una dimensión digital.
Dice que la tecnología “nos está usando” en lugar de ser nosotros los que la usamos a ella, y esto es así porque está integrada en el capitalismo, que a su vez se alimenta de una agenda antihumana. ¿En qué consiste esa agenda? Y, ¿por qué nunca utiliza el término neoliberalismo?
Porque liberal significa cosas distintas dependiendo de donde estés. Además, el capitalismo es peor, es más antiguo que el neoliberalismo. El capitalismo es la religión que dice que a la gente rica le está permitido enriquecerse más a través de su riqueza.
Adam Smith explica que el capital es uno de los tres factores en la producción, los otros dos son la fuerza de trabajo y la tierra. Y yo veo que los trabajadores están siendo explotados, el planeta está siendo destruido y el capital sigue creciendo. Lo que te quiero decir es que el industrialismo ya era antihumano, consistía en desconectar al trabajador del valor que estaba creando para que, en lugar de a una persona fabricando zapatos, tuvieras a miles ensamblándolos en la cadena de montaje, así podías pagarles menos y sustituirlos con facilidad. Luego la eficiencia permitió fabricar objetos más rápidamente y se inventó la televisión para venderlos.
Cuando lo digital aparece a principios de los 90, muchos pensamos que íbamos a librarnos de esa cadena. En los comienzos de Internet tienes a una generación de vagos, como la mía, que no quería trabajar. Pensamos…¡genial, que trabajen los robots! Que yo quiero leer filosofía, salir con mis colegas, tomar drogas. Pero, ¡ah!, luego llegó Wall Street y nos contó una historia diferente: los ordenadores se expandirían hasta el infinito y, como resultado, el mercado haría lo mismo. Así que inyectaron esteroides digitales al industrialismo y ahora, en lugar de publicidad a secas, tenemos publicidad que nos vigila y manipula; en vez de capitalismo al uso, tenemos capitalismo en abstracto que genera millones de dólares para sus inversores. Y la gente que trabaja en estos lugares [las empresas tecnológicas], como nos están arruinando la vida, sueñan con escapar del planeta en un cohete o subir sus conciencias a un chip. Lo considero antihumano, anticivilización. Conozco a tíos que prefieren porno o una novia robot porque así no tienen que aguantar a otra persona, porque… ya se sabe, la gente se cabrea, huele raro, pero ¡es que somos humanos!
Señala la necesidad de recuperar “nuestros valores”; pero los valores cambian según la cultura. Menciona “el amor, los vínculos, la justicia”, pero la justicia puede significar castigo para mucha gente. ¿Busca valores universales? Y, si no, ¿de dónde vienen esos valores? ¿Dónde se aplican?
Los valores son locales, lo universal es difícil, aunque creo que existen ciertos valores innatos. Quizá esto suene muy religioso, pero creo que hemos evolucionado para compartir, mirarnos a los ojos, establecer vínculos entre nosotros. Los valores de los que hablo no son abstractos, sino algo como… amamos a nuestros hijos y compartimos nuestra comida. Mmm… (duda). Eso es innato… Hasta los monos entienden la injusticia, se enfadan si le das un plátano a uno y a otro le das dos. Así que… (pausa). Mira, este libro puede leerse como que las cosas funcionaban bien, luego la tecnología corrompió todo y ahora lo mejoramos. No era mi intención decir eso. Durante siglos la experiencia humana se ha caracterizado por la corrupción, el abuso, hasta la Biblia lo dice.
Pero ahora es diferente, nos amenaza una crisis climática sin parangón.
Sí, pero no es solo eso: podríamos enseñar al algoritmo a hacer algo que interprete como la necesidad de librarse de los humanos. Si le enseñas a extraer todos nuestros datos y dinero, no sé dónde vamos a acabar. Pero volviendo a los valores… Comienzo con la compenetración. Le estoy pidiendo a la gente que establezca contacto con los otros; no les estoy diciendo “a ver, vosotros dos, a follar”, sino que se sienten, se miren a los ojos y observen qué ocurre.
Está usted pidiendo una aproximación ética.
¡Sí! Y la ética es innata. Si la gente desarrolla esos vínculos en comunidad, la necesidad de ganar tanto dinero, de competir y aislarse desaparecen.
Aboga por un nuevo Renacimiento, pero nos dice que el Renacimiento es eurocéntrico, que con él llegó el colonialismo, así que debemos prestar atención a lo medieval, a la concepción indígena del tiempo –circular–, y dejar de pensar de manera teleológica, en términos de progreso, aunque después habla de un nuevo futuro. ¿Cómo puede aunar todos estos conceptos?
¡Es que no tienen que ir juntos! Pueden ser diferentes, locales, colaborar entre ellos. Tenemos inodoros del año 1900 al lado de gente con Iphones, y ni nos damos cuenta. Algo está ocurriendo con la temporalidad. Un renacimiento es simplemente una recuperación de ideas anteriores en un nuevo contexto, como se hizo con la cultura greco-romana. Pues ahora podemos recuperar todo lo que se perdió durante el Renacimiento: la cultura medieval, los [bienes] comunes, la moneda local, la magia, las mujeres, pero con una dimensión digital.
En el libro menciona que las redes sociales fortalecen el individualismo, el narcisismo y el aislamiento social. Como española, no puedo evitar pensar que mi gran choque cultural al mudarme aquí fue comprobar lo individualista que era la gente. Si nos librásemos de las redes sociales, ¿cree que desaparecería ese individualismo? Porque el problema es anterior…
¡Oh no! Yo creía que lo digital iba a eliminar lo individual. Mira, al principio todo era con E: Eworld, Epeople, ahora todo pasa por el yo: I-Phone, I-Mac. Hemos vuelto al yo, porque se venden más cosas. Mientras más solo estás, más compras; mientras más relaciones tengas, menos porno ves. La ecuación es simple, ¿no? Quiero creer que se puede recuperar eso. Me da esperanza que lo digital esté cada vez más centrado en el sonido y menos en la imagen, con los podcasts, por ejemplo. El sonido es más íntimo, más colectivo. Quizá la pandemia obligue a la gente a darse cuenta de que estamos muriendo de sobredosis digital. Y, aun así, en Estados Unidos es muy difícil. En España caminas por la calle al caer la tarde y puedes ver a las señoras mayores sentadas en una terraza, a los adolescentes besándose, a los niños jugando, a los hombres discutiendo o jugando a las cartas… Tres o cuatro generaciones allí, fumando y pasando el rato. Aquí no existe nada parecido. Solo te relacionas con la gente si marcas una cita para jugar al béisbol a las 15 horas el domingo, o si ves a alguien cortando el césped y te acercas a saludarlo…
Ni eso, yo lo he intentado: demasiado ruido (risas)
Cierto.
Hablemos de cultura, de arte, que usted valora, pero al mismo tiempo advierte de que toda intervención cultural subversiva, todo movimiento contracultural o todo “comportamiento poco convencional” acaba siendo copiado y vendido en forma de commodity. ¿Podemos sobrevivir al continuo canibalismo de la diferencia?
Interesante. Tengo un amigo que está intentando crear cosas demasiado horribles como para ser consumidas de manera masiva. Fue uno de los fundadores de la música industrial, que es penetrante, profana, desagradable… La idea no era molestar sino producir algo que el mercado no pudiera absorber. Aunque al final sí que lo hace, mira Marilyn Manson… (pausa) Una parte de mí cree que no hay que intentar explotarlo al máximo, solo ver qué tiene de valioso: estar en el mismo recinto con gente disfrutando de la música. Es difícil manufacturar lo que ocurre a nivel humano.
Afirma que muchos puestos se van a perder debido a la automatización, pero cuestiona el hecho de tener un trabajo en sí, porque existen recursos suficientes para todos. David Graeber ve otro problema: no es que los trabajos desaparezcan, sino que hay millones que se crean para mantener a la gente ocupada aunque son insignificantes, burocráticos, ‘trabajos de mierda’ que no nos aportan nada a nivel personal. En el fondo, los dos se están refiriendo a cierta pérdida de humanidad. ¿Cree que sus teorías son compatibles?
Por supuesto. Los trabajos son un artefacto de la era industrial. La gente no tenía “un trabajo” antes del Renacimiento; la gente trabajaba y vendía el valor de lo que producía: zapatos, pollos… Luego los monarcas ilegalizaron esa práctica y les dijeron que debían trabajar para alguien y vender su tiempo. Ahí es cuando pusimos relojes en lo alto de las torres. En la Edad Media se trabajaba poco, dos o tres días a la semana, y el resto era para divertirse, follar, crear música… No hemos optimizado el mundo en torno al ocio, sino alrededor de la semana de 40 horas que nos mantiene esclavizados. ¡Una locura! Cuando se habla de arreglar la economía, la gente pide crear empleo, como si ese fuese el objetivo.
Pero un empleo es una forma de trabajo, y el trabajo debe hacerse con la finalidad de fabricar algo útil o solucionar un problema. Necesitamos a gente que eduque a nuestros hijos y que cultive la tierra, no que invente un trozo de plástico y luego la publicidad nos convenza de que queremos esa cosa para que alguien pueda estar empleado en una fábrica. Así que los trabajos se han convertido en el objetivo y no en el medio para lograr algo. La gente no debería trabajar. Comprendo la tristeza de quien se ha quedado en el paro, pero, a ver… para el carro. ¿Qué es lo que realmente necesitan? ¿Un trabajo? ¿O casa y comida? Bueno, en Estados Unidos necesitamos un empleador que nos garantice el seguro médico… Yo nunca he tenido un trabajo hasta que empecé a dar clases hace cinco años.
¿Y de dónde sacaba el seguro médico?
¡Era difícil! A veces no tenía, otras veces sí. Si eres escritor te puedes afiliar a un pequeño sindicato que te da acceso al seguro, pagando aparte, claro.
¡Claro! Por eso intento encontrar la respuesta.
Solo puedo hablar de mi experiencia personal. A veces hago cosas inconscientemente y luego está mi trabajo como profe, que es una puta mierda. El sistema que tenemos para organizar la universidad es un software que monitoriza empleados, así que destaca la productividad, no se trata de educación. Normalmente me siento impotente, esclavizado, pero de cuando en cuando salta una chispa por dentro, estoy enseñando y la temperatura del aula cambia, los ojos de los alumnos se abren y somos una familia. Algo ocurre. Hasta en Auschwitz la gente sacaba tiempo para celebrar. ¿Cómo es posible? Somos siempre capaces de ser plenamente humanos. Samuel Beckett lo entendió perfectamente: vivir, vivir y, de repente, ¡algo ocurre! Solemos pensar que el impulso evolutivo es competir, lo que nos mueve, pero hay momentos que son un fin en sí mismos. Es eso.
Así que anda a la caza y captura de epifanías.
¡Exacto! Y me di cuenta muy joven. Mira, yo empecé a escribir libros porque quería ir a raves, pero no podía hacer solo eso, estar de fiesta y darle a las drogas, así que dije… ah, es que soy escritor.
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La deshumanización es una «cualidad» innata al capitalismo. Se empezó a imponer en la era Thatcher/Reagan, paladines de la dictadura capitalista y a día de hoy está en su pleno apogeo.
Los valores no creo que sean una cuestión de religión, más bien de enseñanza laica, de buenos educadores que enseñen a pensar por uno mismo. De ética, de filosofía…
El título del artículo lo dice todo. Y lo peor es que es así de cierto.
Advertencias no nos faltan.
Ecologistas, que como amantes de la naturaleza tienen una especial comprensión o sensibilidad fueron los primeros que dieron la voz de alarma hace decenas de años junto con agricultores de subsistencia que por lo general entendían bastante de la tierra y el clima. Décadas después han empezado a avisar los científicos.
Hasta niños, como Greta Thunberg, ven lo que no quieren ver los capos de este sistema capitalista y la gente que aún puede consumir irresponsablemente y acumular.
A esta gente ni les importa llevar a la agonía al Planeta ni robar el porvenir de las siguientes generaciones.
Dice Greta: Hoy es viernes negro. El consumo excesivo está arruinando las condiciones de vida presentes y futuras y el planeta mismo. No compre cosas que no necesita «.
Thunberg ha descrito su papel como activista como un compromiso de «hacer que las generaciones mayores rindan cuentas».
Thunberg dijo la cadena CNN: “Y nosotros, los jóvenes, debemos responsabilizar a las generaciones mayores por el desastre que han creado y con el que esperan que vivamos. Y no podemos seguir arriesgando nuestro futuro así. Entonces, tenemos que enfadarnos y luego debemos transformar ese enojo en acción «.
En abril de 2019, dirigiéndose al Parlamento Europeo, dio una conferencia a los políticos europeos sobre el cambio climático con pasión apocalíptica, diciéndoles que de hecho deberían «entrar en pánico».
Thunberg declaró: “Quiero que actúes como si la casa estuviera en llamas. He dicho esas palabras antes y mucha gente ha explicado por qué es una mala idea. Un gran número de políticos me han dicho que el pánico nunca conduce a nada bueno, y estoy de acuerdo. Entrar en pánico, a menos que sea necesario, es una idea terrible. Pero cuando tu casa está en llamas y quieres evitar que se queme hasta los cimientos, entonces eso requiere cierto nivel de pánico… »
También advirtió: “Alrededor del año 2030, dentro de diez años, 259 días y diez horas, estaremos en una posición en la que desencadenaremos una reacción en cadena irreversible que muy probablemente conducirá al fin de nuestra civilización como la conocemos a menos que, en ese tiempo, se hayan producido cambios permanentes y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad… Estamos en medio de la sexta extinción masiva, y la tasa de extinción es hasta diez mil veces más rápida de lo que se considera normal con hasta 200 especies que se extinguen todos los días «.
La respuesta a la crisis: una gigantesca destrucción de capital al servicio de la oligarquía financiera y de las multinacionales de la energía (extracto de un artículo de Angeles Maestro en Canarias Semanal)
Aún no sabemos de dónde surgió el virus, pero sí sabemos que antes de que apareciera ya estaban encendidas todas las alarmas del estallido de una gran crisis y de que la situación social era explosiva en muchos países. En el caso del reino de España, «siendo un país rico, vive en situación de pobreza generalizada» afirmaba a principios de 2020 el Relator de la ONU para la Pobreza.
Como en todas las crisis capitalistas, y esta es de gigantescas proporciones, la destrucción de capital sigue su curso arrasador barriendo de la escena masivamente pequeñas y medianas empresas. También como ocurre en las crisis, los bancos aceleran los procesos de concentración aderezados con la compra a precio de saldo de lo poco que queda de banca pública con la complicidad directa del Gobierno, como fue el caso de Bankia y con los correspondientes despidos masivos, al tiempo que se constituyen en administradores del crédito procedente de la UE.
En un escenario de empobrecimiento masivo y de hundimiento del modelo económico del turismo y del ladrillo, cuando urge abordar la reconstrucción productiva desde posiciones de soberanía, la UE ha decidido que las prioridades son la transición energética hacia una energía más verde y la digitalización. Esas son las condiciones para acceder a los 760.000 millones de euros del fondo de recuperación europeo, es decir, para asegurar a los bancos y a las multinacionales el control de esa ingente cantidad de dinero, negando cualquier soberanía. Todo ello cuando se está destruyendo el poco tejido industrial que queda y cuando la digitalización – en manos del capital – servirá para intensificar la destrucción de puestos de trabajo. Es decir, mientras millones de personas se enfrentan a la destrucción masiva de sus condiciones de vida los bancos y las multinacionales, sobre todo las eléctricas y las de la energía se preparan para recibir una lluvia de millones.
Dado que todos los grandes medios de comunicación son propiedad, directa o indirectamente, de las mismas multinacionales y bancos que gestionan la crisis a su mayor beneficio, caben pocas dudas acerca de que la creación de un estado de miedo generalizado y de preconización del aislamiento social es el ambiente más propicio para conjurar lo que más temen: que la clase obrera y los sectores populares den un puñetazo en el tablero.
El miedo y la creación de una psicosis de guerra – las ruedas de prensa con militares y guardias civiles servían directamente a ese objetivo – son el mejor instrumento para disciplinar a las masas y para neutralizar, mediante la criminalización, cualquier desobediencia o resistencia.