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No es Errata Naturae una editorial al uso. Sus libros son concebidos desde la individualidad, y sometidos a un laborioso proceso de edición y creación. Destacan por su compromiso con el medio ambiente y la lucha contra el cambio climático. Su filosofía editorial es sencilla: menos es más. No quieren aumentar sino reducir, de ahí que hayan empezado a aplicar una serie de cambios. Porque hacer las cosas de manera diferente es posible.
Rubén Hernández (1978) es el editor de Errata Naturae y atiende a Climática desde la sede principal de la editorial, en el Valle del Pas (Cantabria).
Cuando estalló la crisis sanitaria, justo hace un año, decidisteis hacer un parón. En el comunicado publicado hacíais una reflexión sobre el momento que estábamos viviendo y el motivo de esa decisión. Hablabais de la hipertrófica productiva.
No hemos publicado nada desde marzo hasta octubre. La hipertrofia productiva no es exclusiva ni característica del mundo de la edición. Si lo analizamos desde lo sociológico, adquiere dimensiones mayores. Por supuesto, también afecta al mundo de la cultura en general; da igual si hablamos de una editorial o de una plataforma. Desde un punto de vista histórico, la cultura ha sido algo restringido y elitista. Tenemos que esperar al siglo XX para tener una cultura de masas, en la que todo el mundo tiene acceso. Eso fue estupendo y durante la primera mitad del siglo XX funcionó bien. Luego, con la aparición de internet, todo se empezó a complicar.
Tengo la sensación de que cada mes hay muchas novedades, muchos ‘libros que hay que leer’ y ‘series que hay que ver’, como cierto dictamen de consumir determinados contenidos.
Somos una cultura de masas, pero no queremos una cultura de masas, queremos una cultura individualizada. En los ochenta, en España se publicaban entre 30.000 y 40.000 libros al año. Ahora publicamos 100.000 y la tirada media es de 2.000 o 3.000 ejemplares. Antes había menos opciones, pero los mismos lectores. En la cultura de internet, queremos libros editados para nosotros, por eso las editoriales sacan más títulos, pero con tiradas más bajas para dar respuesta a cierta demanda social. Esto lo que hace es generar una crisis de sobreproducción constante. No podemos abarcar todo lo que se publica. Funciona como cualquier otra crisis de sobreproducción causada por el capitalismo.
¿Alguna idea para afrontar esta situación?
Podríamos afrontarlo desde proyectos con sinergias entre ellos. Unirnos librerías, editoriales independientes, agentes, impresores, etc.
En vuestro comunicado mencionabais la emergencia climática.
Durante los ocho meses que hemos estado sin publicar hemos reflexionado mucho acerca de esto. Hemos hecho cambios de todo tipo y hemos establecido un sistema que no es definitivo pero que genera consciencia. Me parece que cuando hablamos de sostenibilidad y de ecología, no podemos obviar los derechos sociales y laborales; porque si los obviamos, no hay avance ecológico. Esto nos ha llevado a reflexionar acerca de nuestra manera de trabajar. Por eso en Errata hemos acortado la semana laboral sin modificar los salarios y hemos aumentado el sueldo de aquellos trabajadores y trabajadoras que acuden al trabajo a pie o en bicicleta. Hemos creado diferentes mecanismos internos y también intentamos ser mejores hacia afuera.
¿Me explica?
Algo fundamental en la edición es el papel, por eso intentamos que nuestros libros tengan la menor huella ecológica posible. Sabemos de dónde viene el papel, a qué proceso ha estado sometido, cuál es el consumo de agua, etc. Por eso nuestro papel tiene una calidad ecológica determinada, porque solo usamos aquel en el que se garantiza la sostenibilidad durante toda la cadena de producción: desde el árbol del bosque hasta que llega a imprenta.
Hemos aprendido que el sello no es sinónimo de garantía. Un papel procedente de una plantación del Amazonas, tierra indígena expropiada en la que se ha puesto a trabajar a esos mismos indígenas en condiciones laborales deplorables, donde se ha extirpado la selva virgen para plantar eucaliptus y se ha eliminado la biodiversidad, no es sostenible. En Errata hemos decidido saber de dónde viene el papel y ahora tenemos el más ecológico de Europa, posiblemente del mundo. Viene de una fábrica que solo funciona con biocombustible y que es la que menos agua consume dentro de la industria papelera. Envían el papel en tren y no en avión. Es más caro, pero si hay que invertir en eso, se hace. Nuestros libros, además, no van plastificados. La gran mayoría de libros sí.
También decidimos que no íbamos a trabajar con grandes energéticas, así que trabajamos con una cooperativa energética sostenible. Por último, hemos empezado a funcionar con mensajería ecológica: nuestros envíos se hacen a pie o en bici.
Veo que es una manera global de entender que hay que hacer un cambio.
No queríamos trabajar con ninguna empresa con la que no compartiésemos una manera de entender el mundo. Y esto implica todos los campos: estamos con una cooperativa de telefonía móvil y la empresa de mensajería con la que trabajamos tiene el 100% de la plantilla contratada. No hay autónomos y todo el personal son personas en riesgo de exclusión social. Todo el material de oficina que tenemos se lo compramos a una pequeña empresa de Sevilla, lo más ecológico posible. Por ejemplo, estamos empezando a usar más lápices en lugar de bolígrafos y absolutamente todo el papel que usamos es reciclado. Incluso usamos los subrayadores con un tipo de tinta menos contaminante. Aun así, aún nos queda mucho camino.
A lo largo de estos meses de crisis sanitaria se han publicado decenas de libros sobre la pandemia. ¿Cree que ha habido tiempo para una reflexión real y pausada de lo que está ocurriendo?
No ha habido tiempo ni para reflexionar ni para hacer una buena edición. La edición de un libro es larga: proceso de contratación, traducción, maquetación, corrección y distribución. Normalmente se necesita un año para que todos los profesionales puedan trabajar bien. Nosotros desde el primer momento nos bajamos de este barco. Aun así, en octubre publicamos El murciélago y el capital, sobre la pandemia. Hemos estado trabajando los diferentes equipos en paralelo. Hemos intentado combinar la urgencia con el pensamiento crítico, la paciencia y la sensatez para hacer un buen trabajo.
La pandemia incrementó un 4% la lectura de la ciudadanía, o eso se dice.
Lo del 4% me pareció una chorrada monumental. Ese dato sólo es válido si se analiza en comparación. Hay que comparar ese 4% con el avance de Netflix o de los videojuegos. Si eso es algo que se vaya a consolidar, el tiempo lo dirá. Lo que sí hay es un aumento del habíto de lectura en dispositivos electrónicos y la venta online de libros. Eso sí que ha despegado durante la pandemia y puede ser negativo o positivo. Hay muchas maneras de comprar online: puedes comprar directamente al editor.
Siempre se encuentran los libros de los mismos sellos en las librerías.
En España tenemos un nivel de publicaciones que es una locura. Hay muchas y muy buenas editoriales independientes, y luego están los sellos de los grandes grupos, que también hacen cosas interesantes. El tema que hay que abordar es la distribución: el 95% de los libros se comercializan por la vía tradicional y llega a las librerías mediante distribuidoras que son propiedad de los grandes grupos. En el fondo, todos son los mismos. Ralla el monopolio. Eso hace que muchos libros de editoriales independientes no lleguen a las librerías. Por suerte, tenemos distribuidoras independientes, como Traficantes de sueños o Virus.
Sacáis unos 30 títulos al año. Hay editoriales que publican eso en un trimestre. ¿Cómo se decide qué se publica y qué no?
Precisamente, otra de las decisiones que hemos tomado es la de intentar reducir el número de títulos al año. La idea es ir bajando un 10% en número de títulos cada año, pero es algo experimental, como lo de reducir la jornada y mantener salarios. Creo que reducir el número de publicaciones y sobrevivir es posible; si la realidad nos dice lo contrario, miraremos otra manera.
¿Qué colección es el pilar de Errata?
Tenemos muchas líneas, pero la fundamental es la de nature writing. También la narrativa centroeuropea: somos los que más publicamos del alemán. También tenemos una colección más pop, de series, videojuegos y música. Está el libro infantil y, por último, una colección de filosofía y clásicos.
Recuperasteis los pensamientos de Marco Aurelio.
Creemos que es importante revisar las traducciones. Por eso publicamos a Walden o a Jean Jenet.