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Tras varios años dando la espalda al clima por la inacción y negacionismo de Donald Trump, Estados Unidos ha vuelto a la acción climática de la mano de su presidente Joe Biden, que ha organizado durante este jueves y viernes una cumbre virtual climática con 40 líderes mundiales. La cita busca servir de antesala de la COP 26 que se celebrará en noviembre en Glasgow con la intención de arrancar promesas climáticas más ambiciosas por parte de los países. Y así lo ha hecho Estados Unidos, que ha prometido recortar sus emisiones entre un 50% y un 52% para 2030 frente al 26-28% que lanzó Obama durante su mandato.
A diferencia de la Unión Europea, el país norteamericano ha usado como año de referencia 2005 y no 1990, como es el caso de Europa. Entre ambos años, EE. UU. tiene casi un millón de toneladas más de CO2, por lo que al usar 2005 les implica una reducción menor de emisiones. Así, de comparar con la década de los 90, Estados Unidos se quedaría realmente en un 42%, mientras que la UE tiene fijado un 55%. Ambos, igualmente lejos del 68% de Reino Unido para 2030, y del 78% para 2035.
Si bien es cierto que se trata del objetivo climático más ambicioso hasta ahora de un líder estadounidense, aún está lejos de ser suficiente para mantener el aumento de la temperatura media global por debajo de 1,5 °C, según el análisis de Climate Action Tracker. Para esta organización, referente en el análisis de los compromisos de los países, Estados Unidos debería aumentar su reducción entre un 57% y un 63% en relación con 2005, a la vez que apoya a los países en desarrollo a reducir sus emisiones. Actualmente, Estados Unidos es el segundo mayor emisor del mundo, con cerca del 13% de las emisiones totales.
Y más allá de los porcentajes, Biden asegura que Estados Unidos quiere tener un sector eléctrico libre de CO2 para 2035, antes incluso que Alemania. Asimismo, el líder estadounidense apuesta por un gran programa de inversión para infraestructuras y la creación de “millones de empleos bien remunerados” que ayuden a alcanzar la neutralidad climática en 2050.
Nuevos objetivos, igualmente insuficientes
Otro de los países que anunció durante su turno compromisos mejorados fue Japón, con un aumento de la ambición del 46% para 2030, eso sí, en comparación con los niveles de 2013 (un 40% comparado con 1990). Igualmente, lejos de lo que se esperaba, no anunció el fin de la financiación del carbón en el extranjero. Pero quien sí lo hizo fue Corea del Sur. Si bien su presidente, Moon Jae-in, no dio una nueva cifra de reducción de emisiones (lo hará a finales de año, aseguró), sí se comprometió a poner fin a la importante inversión del país en energía de carbón a nivel internacional.
En el caso de Canadá, su primer ministro, Justin Trudeau, anunció una reducción de las emisiones entre un 40% y un 45% entre 2005 y 2030, lejos del 60% que venían reclamando grupos activistas. Y en cuanto a China, país que más gases de efecto invernadero expulsa a la atmósfera, se resiste a tener las mismas obligaciones que las grandes potencias. Su presidente, Xi Jinping, dijo que el país alcanzará su nivel máximo de consumo de carbón para 2025, y que reducirá gradualmente su dependencia del carbón durante el próximo ciclo de planificación económica quinquenal del país (2026-2030). Para 2030, se espera que alcancen su pico de emisiones, y para 2060 (diez años más tarde que la mayoría de países), alcanzar la neutralidad climática, es decir, emitir lo mínimo para que pueda ser absorbido por sumideros como los bosques.
Brasil, de la mano de su presidente, el ultraderechista Jair Bolsonaro, también intervino en la cumbre. El mandatario afirmó que tendrán emisiones neutras en 2050, y que pondrá en marcha un plan para poner fin a la deforestación ilegal de la Amazonia en 2030. Precisamente, esta semana se ha conocido que la selva amazónica perdió en 2020 cerca de 2,3 millones de hectáreas de bosque primario, con Brasil como la más afectada (un 65% del total).
En el turno de Rusia, el presidente, Vladimir Putin, ha insistido en «reducir significativamente» las emisiones, aunque sin comprometerse con ninguna cifra.
Lo cierto es que todo este baile de cifras y anuncios que deben presentar a la ONU llegan tarde, aunque parece no importar. La fecha límite para aportar las nuevas contribuciones determinadas a nivel nacional (conocidas como NDC, por sus siglas en inglés) era el 31 de diciembre de 2020. Hasta ese día, solo 75 Partes, que representan aproximadamente el 30% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, habían presentado mejoras o actualizaciones, Aunque la mayoría aumentaron sus niveles de ambición, la reducción de emisiones sería de menos del 1% en 2030 en comparación con 2010. Una cifra muy lejos de lo que reclama la ciencia: el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) sostiene que para lograr el objetivo de 1,5 °C de temperatura al que apela el Acuerdo de París la reducción de emisiones debe ser al menos un 45% en 2030 respecto a 2010.