Eugenia Kargbo, la primera ‘funcionaria del calor urbano’ de África: «El calor es silencioso pero mata a muchas personas»

Kargbo trabaja desde 2021 con el objetivo de reducir los efectos del calor y hacer de Freetown, capital de Sierra Leona, una ciudad más verde y habitable.
Eugenia Kargbo, la primera ‘funcionaria del calor urbano’ de África: «El calor es silencioso pero mata a muchas personas»
Foto: Cedida por la entrevistada.

En los años 90, durante su niñez y adolescencia, Eugenia Kargbo recuerda que no se tenía que preguntar dónde estaba el bosque. La vegetación cubría Freetown, la capital de Sierra Leona, ubicada en un entorno privilegiado, rodeado de montañas boscosas y mar. Más de tres décadas después, ver árboles es una quimera. 

La población de la ciudad se ha multiplicado por diez en los últimos 50 años, una ratio que cualquier ciudad europea tardaría tres veces más en alcanzar. Si en el año 2000 había 690.000 habitantes, ahora ya son 1,3 millones y se espera que se vuelva a duplicar en las próximas dos décadas. «En los últimos veinte años, la población se ha duplicado y la cubierta forestal se ha reducido en un 70%. La cantidad de cubierta forestal que queda es tan pequeña que hay muy pocos espacios verdes en Freetown: todo es hormigón, cemento, casas y pavimento», se queja en conversación telefónica con Climática

Su responsabilidad, desde octubre de 2021, es hacer más soportables las altas temperaturas. Kargbo es la funcionaria del calor de Freetown, un cargo municipal para combatir el incremento de temperaturas en la ciudad. Es la primera en ostentar un puesto como éste en África y una de las siete pioneras en el mundo en un proyecto impulsado por el Centro de Resiliencia de la Fundación Adrienne Arsht-Rockefeller. 

En 2017, la capital de Sierra Leona vivió una de sus mayores tragedias meteorológicas. Tras días de lluvia torrencial, la ladera de la montaña se desprendió, provocando un deslizamiento de tierra que acabó con la vida de 1.141 personas. Ese momento cambió la percepción de la ciudad. Un año después, fue elegida como alcaldesa Yvonne Aki-Sawyerr, quien comenzó el plan Freetown Treetown con el objetivo de plantar un millón de árboles. Aunque el primero no llegó hasta 2020, desde entonces se ha cumplido casi el objetivo y se han plantado ya 978.000.

Para Mark Watts, director deI Grupo de Liderazgo Climático C40 que trabaja con el ayuntamiento, lo mejor es que «Freetown ha logrado combinar su estrategia climática con la económica». La capital es una de las 40 ciudades de esta alianza climática a nivel municipal y, para Watts, es un ejemplo a seguir. «Hay una creación de empleo y un proyecto de resiliencia climática realmente serio. Tiene que recuperar su cubierta forestal, especialmente en los bordes, para protegerla de deslizamientos de tierra e inundaciones, pero también es la estrategia de calor más barata y eficaz. Ese es el tipo de enfoque holístico que se puede ver en Freetown», asegura.

Aun así, las proyecciones son que haga más calor en la ciudad. La temperatura media actual es de 26,57 ºC durante todo el año, y en los diez días más calurosos se llega a los 27,6 ºC durante las 24 horas del día. La proyección de los expertos climáticos es que esos diez días se conviertan en cuatro meses de aquí a 2050. 

Además, el aumento de temperatura afecta a la productividad. Varios estudios calculan que el calor y la humedad de Freetown tienen un impacto anual del 3,5% en la producción económica, unos 30 millones de dólares. Para 2050, el pronóstico es que ese daño económico aumente hasta el 6%.

Kargbo acaba de volver de Dubái, donde ha participado en la COP28 en ponencias sobre el efecto del calor en las personas vulnerables, la adaptación de las ciudades al cambio climático y el papel de las comunidades en esa adaptación. Desde su Freetown natal nos habla sobre cómo llegó a su trabajo, lo que ha conseguido en sus primeros dos años en el cargo y los retos a los que se enfrenta.

¿Cómo era la Freetown de su infancia? 

Recuerdo que, cuando era niña, Freetown estaba muy poco poblada. Por aquel entonces había mucha vegetación por todos lados, una gran cubierta boscosa, muchos espacios verdes, no era necesario pensar dónde están los bosques. Era un lugar precioso, pero con el paso de los años, la rápida expansión de la población y de la ciudad, combinada con el hecho de que no ha existido ningún tipo de control sobre el desarrollo urbano, la ha llevado al caos. Ahora tenemos más de 74 asentamientos informales, principalmente en las laderas y la costa, lo que provoca una degradación masiva alrededor de esas zonas.

¿Cómo llegó a ese trabajo?

Empecé mi carrera como banquera, pero lo dejé y comencé a trabajar como funcionaria con el gobierno nacional, en la oficina presidencial. De ahí pasé en 2018 a ser consejera de saneamiento en el ayuntamiento de Freetown. La gestión de residuos es uno de los mayores problemas y, al estar en ese espacio relacionado con el medioambiente, comencé a trabajar en un equipo ambiental. Abrí los ojos a los desafíos que enfrentamos ambientalmente. 

Uno de los principales problemas que enfrentábamos en Freetown fueron los vertederos ilegales. Para entonces teníamos alrededor de 32 y su número estaba creciendo debido a la infraestructura de residuos y las prácticas culturales. Intentamos limpiar los vertederos, pero la gente volvía a crearlos. Uno de los proyectos que lideré fue la transformación de los vertederos ilegales en espacios verdes. Ahora tenemos alrededor de cuatro espacios verdes donde antes estaban los basurales ilegales. Logramos que las comunidades plantaran árboles, lo que ayudó a sostener el paisaje. La gente ya no tira basura allí, sino que lo utiliza como centro recreativo. Después surgió esta oportunidad de ser «la funcionaria del calor» y cuando me enteré del trabajo no tuve dudas.

¿Qué significa ser la funcionaria del calor, cuál es su trabajo en el día a día?

Mi trabajo es técnico. Hay días donde tengo muchas muchas reuniones para que la resiliencia al calor se incorpore en todos los planes y proyectos del ayuntamiento, porque esto no es algo que pueda hacer yo sola. También tengo mucha participación internacional y en los medios de comunicación, pero eso no me aleja del terreno, asegurándome de que estemos plantando árboles, involucrando a las comunidades, entendiendo mejor el problema. Y, además, estoy con la redacción de proyectos para conseguir financiación.

¿Cómo puede conseguir esa financiación?

Es uno de los principales desafíos. Siempre digo que es mejor observar los recursos disponibles en el país y tratar de aprovechar esas oportunidades. Estamos avanzando hacia una era de lucha por los recursos debido al nivel de urgencia para abordar las crisis climáticas. El problema no está sólo en Freetown, ni en África, es global, por lo que habrá una lucha por los recursos para identificar proyectos sostenibles y autofinanciados. Vemos esto como algo que podemos aprovechar para atraer la financiación que necesitamos para invertir en una infraestructura más ecológica.

¿Por qué se le llama funcionaria del calor si el cambio climático es más que todo eso?

El calor es silencioso pero está matando a muchas personas en todo el mundo. Tantas ciudades están expuestas… Las temperaturas en las ciudades africanas están experimentando niveles extremos de calor y escasas precipitaciones. 

Lo bueno es que al abordar el calor extremo también se abordan otros riesgos climáticos debido a las intervenciones que hay que implementar. Por ejemplo, la solución basada en la naturaleza y la plantación de árboles han sido las principales porque no solo resuelven el problema del calor. También ayuda a crear conciencia y a involucrar a las comunidades en las soluciones. Una de las cosas que la plantación de árboles ha garantizado es que las comunidades estén en el centro de todo. Todo el mundo está plantando árboles, pero el problema que tenemos es el cuidado, el mantenimiento y la sostenibilidad a largo plazo. Para que un ecosistema se beneficie de la sombra, del agua y de la captura de carbono, los árboles necesitan crecer. Hemos invertido en ese proceso con las comunidades, creando más de 2.000 empleos verdes.

Pero no en todos los lados se puede plantar árboles.

Recuerdo que cuando fui a Kroo Bay, uno de los asentamientos informales más grandes, con 18.000 habitantes, la temperatura era insoportable hasta el punto de que no podía ni abrir los ojos. Uno de los principales problemas en los asentamientos informales es que hay muy poca intervención que se pueda hacer: no se pueden plantar árboles porque no hay espacio. 

Nos comprometimos con la comunidad para probar una nueva tecnología y ver cómo podíamos encontrar soluciones para la refrigeración interior. Al final hemos encontrado un material que se aplica en la parte superior de un techo nuevo o ya existente y que es altamente reflectante. Llega a enfriar hasta 6 ºC el interior. De momento está instalada en unas 40 casas y la tecnología aún está en prueba, pero al aplicar la solución vimos un impacto inmenso.

También nos ocupamos de las mujeres que trabajan en mercados al aire libre, donde no hay sombras ni estructuras de protección, por lo que hay muchas que sufren a diario expuestas al sol y al calor. Hemos instalado cubiertas de láminas en todos esos mercados usando un material repelente del calor pero que también permite que entre cierta cantidad de luz y hemos instalado paneles para aprovechar la energía del sol. Esa fue una solución con un impacto real sorprendente para las mujeres del mercado ya que el nivel de humedad reduce la productividad.

La suya es una lucha de David contra Goliat: una sola persona en una sola ciudad luchando contra los efectos devastadores del cambio climático. ¿Le desanima a veces pensar en que es una tarea que escapa a su control?

A veces da miedo escuchar a todos en todas partes decir que hace calor y tú estar ahí, sentada, mirando. Y pienso: «Dios mío, ¿qué puedo hacer?». Pero, bueno, vamos paso a paso. El avance que hemos logrado en tan poco tiempo es enorme y el cambio climático no comenzó en 2021, por lo que nos llevará décadas llegar a donde queremos estar. Todos los actos marcan la diferencia y vemos el impacto. Me anima saber que realmente estamos logrando un cambio.

¿Cómo de importante es contar con el apoyo del gobierno local para impulsar las políticas?

El nivel de compromiso de la alcaldesa de Freetown ha sido increíble, es una defensora del clima. Te entiende y brinda todo su apoyo. Hay muchas lecciones de aprendizaje de estos dos años y para finales de enero tendremos ya un plan de acción contra el calor municipal que se podría replicar en otras ciudades.

Es la única funcionaria del calor en una ciudad africana. ¿Siente responsabilidad al ser la primera y tener que liderar con el ejemplo? 

Oh, sí, enorme. Eso me despierta todas las noches y no paro de pensar en si podría hacer esto o aquello.

¿Cómo se ve de aquí a unos años?

En la siguiente fase de mi carrera me gustaría pasar a un nivel continental africano, lograr que otras ciudades prioricen este trabajo y compartan las lecciones que hemos aprendido del mapeo, el sombreado y el modelo de plantación de árboles. Hasta ahora ha sido un viaje emocionante.

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

  1. Yo no fuí a cortar sus árboles ni a formar sus vertederos, no sé porqué les tenemos que dar un fondo gratis, en todo caso la responsabilidad es de sus políticos, las empresas que lo fomentaron , tanto las nacionales como las extranjeras y los propios ciudadanos que lo permitieron.

  2. Que triste lo que explica Eugenia.
    Volvemos a lo mismo, los Rockefeller, otros de los más grandes depredadores, y sus fundaciones filantrópicas. Quítense de enmedio, desaparezcan, ese es el filantropismo que los seres humanos y la Madre Tierra necesitamos de ustedes.
    ———————————————————
    Un paseo por un bosque virgen y vivo es una experiencia invaluable. En el bosque, podemos sentir nuestra conexión con la naturaleza y olvidarnos por un rato del estrés y las preocupaciones cotidianas.
    Los bosques vivos son esenciales para un clima equilibrado y una rica biodiversidad. Pero cada dos segundos perdemos el equivalente a todo un campo de fútbol de los bosques del mundo, que son talados y quemados para dar paso a la agricultura y las plantaciones. Y si seguimos destruyendo ecosistemas, ponemos en riesgo el futuro tanto de los seres humanos como de los animales.
    Los bosques contienen gran parte de la vida y la biodiversidad del planeta. Y son cruciales para combatir la crisis climática, porque los bosques y las áreas naturales del mundo almacenan enormes cantidades de carbono de la atmósfera en los árboles y el suelo.
    Desgraciadamente, el futuro de los bosques está en juego y ya hemos perdido la mitad de los bosques de nuestro planeta.
    La pérdida de estos valiosos espacios naturales hace que se libere CO2 a la atmósfera, el planeta se caliente y el cambio climático se agrave. Los derechos de las comunidades locales y de los pueblos indígenas están amenazados, y el destino de todos los maravillosos animales y plantas del bosque está determinado por si los bosques están protegidos o no.
    Si no revertimos la tendencia y comenzamos a preservar los hermosos bosques del mundo, corremos el riesgo de perder especies para siempre. Ecosistemas naturales que se perderán por completo.
    Es necesario documentar y exponer la deforestación en diversos países y las consecuencias que tiene.
    Presionar a los proveedores de aceite de palma, a las empresas forestales, a los gigantes de la comida rápida y a otras empresas que contribuyen a la deforestación en distintas partes del mundo para que asuman la responsabilidad de sus negocios y cumplan con el acuerdo de sostenibilidad.
    Llevar a cabo nuestro proyecto ‘Alas de Emergencia’ en la Amazonía, donde en coalición y en solidaridad con los pueblos indígenas y los profesionales de la salud, transportamos ayuda y equipos de protección a zonas de la selva donde la logística es un reto.
    (Noticias Greenpeace)

  3. ¡LA CRISIS CLIMÁTICA ES UNA CRISIS DE DERECHOS HUMANOS!
    La ciencia es muy clara:
    La última década ha sido la más calurosa de los últimos 125 000 años.
    Hasta 3600 millones de personas en el mundo son vulnerables al clima.
    Los compromisos climáticos de los Gobiernos deben proteger los derechos humanos. Por eso, pedimos a todos los partidos políticos que tomen medidas urgentes para combatir la crisis climática.
    Porque las sequías son cada vez más severas, las inundaciones más catastróficas. Y las tormentas cada vez más intensas y la subida del nivel del mar ya están matando a miles de personas cada año y obligando a un número mucho mayor a abandonar sus hogares.
    La emergencia climática pone en peligro el derecho a la vida, a la salud, a la alimentación, al agua, a la vivienda, al trabajo, al desarrollo y también el derecho a un medio ambiente seguro, limpio, saludable y sostenible, ya reconocido como un derecho humano.
    No hay tiempo que perder: la cuenta atrás ya ha empezado y es hora de actuar para proteger nuestros derechos. Los partidos políticos deben actuar ante la crisis climática.
    Firma y enviaremos esta petición al próximo gobierno.
    https://www.es.amnesty.org/actua/acciones/crisis-climatica-oct21/

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Siguiente artículo