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Verdes, sí, como el color del dólar

Un cabildero de ExxonMobil fue grabado en una comisión en la que minimizó el peligro de la crisis climática y apostó por el aprovechamiento mercantil de la etiqueta «premium verde».
Verdes, sí, como el color del dólar
Imagen de una gasolinera de Exxon en Connecticut (Estados Unidos). Foto: MIKE MOZART/FLICKR

¿La crisis climática conllevará cambios catastróficos? Según un cabildero de la empresa petrolera ExxonMobil, no. En contra de todo criterio científico, Erik Oswald, vicepresidente y miembro registrado del lobby de esta compañía, fue grabado en una intervención ante la Comisión Interestatal del Petróleo y el Gas de Estados Unidos quitando importancia al impacto que el calentamiento de la atmósfera tiene sobre el planeta. Sus declaraciones fueron reveladas por el portal de investigación y filtraciones Documented.

«Todo lo que necesito pensar, tal y como lo veo yo como científico [sic*], es: ¿existe algún riesgo? Sí, hay riesgo. ¿Es un riesgo catastrófico inevitable? En mi opinión, no. Pero hay riesgo», declaró Oswald. Durante su intervención, el directivo de Exxon hizo hincapié en tomar medidas contra el cambio climático siempre que éstas sean rentables para la industria que representa: «Enséñenme la forma más barata de meter el CO2 bajo tierra. Si se trata de eso, estoy dispuesto a mantener una conversación».

El primer elemento a tratar cuando se habla de crisis climática es, según este cabildero petrolífero, el dinero. A su juicio, hay un mercado enorme esperando a ser explotado: el de los consumidores con conciencia verde. La gente quiere pagar por productos menos contaminantes (o ecoblanqueados y anunciados como tales). «Todo esto es extraño para un científico, pero la gente quiere pagar un plus, un plus ecológico, una tarifa premium verde. En todo el mundo podemos ver muestras de que están dispuestos a hacer eso. ¿Por qué? Bueno, ya sabéis, esa es otra cuestión. Pero hay mucho mercado ahí», reveló en su alocución.

El enviado de Exxon llegó a comparar esa etiqueta premium verde con la alimentación light: «Quiero decir… la gente compraba productos sin azúcar. Hay muchos tipos de mercados que están abiertos de par en par».

Una declaración de principios

Las palabras de Oswald no hacen más que ratificar algo que se viene rumiando entre los activistas ecológicos desde hace décadas: no habrá transición verde si ésta no beneficia a los dueños del capital. Hasta que eso ocurra, se dilatarán los plazos para seguir emitiendo gases de efecto invernadero y se buscarán excusas de orden social para no actuar con contundencia. Cuando sobreviene una crisis financiera, todos los recursos públicos se ponen al servicio de los bancos y los fondos de inversión. Así ocurrió tras la caída de Lehman Brothers en 2008. ¿Por qué no hacer lo mismo con la clase trabajadora cuando sobreviene una crisis ecológica, como apuntaba recientemente Mariano Baratech? Ese no es un tema que los gobiernos, convenientemente asesorados por grupos de presión millonarios, tengan en su agenda.

Mientras se busca la manera de ganar la mayor cantidad de dinero posible con esa transición verde inevitable (fenómeno conocido como «retardismo»), las compañías energéticas aceptan presentarse en público como instituciones preocupadas por el medioambiente. Eso es lo que se desprende de la intervención de Oswald. «La manera en la que pensamos no es como la de los cruzados que quieren arreglar el clima», dice para aclarar su interés por las energías limpias. «Estamos buscando mercados, y esos mercados ya están en camino de desarrollarse. Así que, realmente, de lo que se trata aquí es de ganar en esos mercados».

Oswald fue, hace diez años, la cara visible de una campaña de publicidad en la que Exxon cantaba las excelencias de la extracción de gas por el procedimiento del fracking.

«La tecnología ha hecho posible desbloquear este gas natural, cuya combustión es más limpia», decía en aquel anuncio. «Estos depósitos pueden suministrarnos combustible durante 100 años, proporcionando seguridad energética y crecimiento económico a todo el país», añadía. En aquel spot las palabras «fractura hidráulica» no aparecían por ninguna parte, como tampoco «contaminación del ciclo del agua», ni «aumento de emisiones de metano», ni «terremotos».

La proliferación de lobbies como el que representa Erik Oswald no es, por supuesto, un fenómeno exclusivo de los EE.UU. El desplazamiento en masa de estas organizaciones hasta la pasada cumbre del clima, la COP26 celebrada en Glasgow, no pasó desapercibida. Además, en Bruselas hay registrados entre 3.000 y 4.000 grupos de presión. Gastan al año, sólo en la capital de la Unión Europea, más de 1.500 millones de euros. Y esa cifra está en continuo aumento.


* Erik Oswald está titulado en Ciencias Geológicas pero no ha trabajado en ningún gabinete académico de investigación científica. Su labor profesional a lo largo de los últimos 30 años ha consistido, básicamente, en hacer evaluaciones para prospecciones petrolíferas, según su propio perfil de Linkedin.

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