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Gustavo Petro finaliza su visita a España apostando por «una economía descarbonizada»

El mandatario colombiano reclama alianzas globales económicas contra la crisis climática, pide invertir en energías renovables, y destaca el papel de los poderes públicos en el proceso.
Gustavo Petro finaliza su visita a España apostando por «una economía descarbonizada»
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de Colombia, Gustavo Petro, el pasado jueves. Foto: Pool Moncloa / Borja Puig de la Bellacasa.

«De lo que se haga ahora va a depender el futuro de nuestros hijos y nuestros nietos». Así de tajante se ha mostrado Gustavo Petro, primer presidente de izquierdas en la historia de Colombia, durante el último acto institucional de su agenda en nuestro país: el Foro Nueva Economía, donde se ha reunido con empresarios y representantes políticos. Tras su encuentro con los Reyes, el presidente del gobierno Pedro Sánchez, y su participación en el Foro Empresarial de la CEOE, Petro ha querido terminar su visita de cuatro días a España abordando un tema clave, que ha formulado en forma de pregunta: «¿El capital puede superar la crisis climática?«. Su comparecencia se ha centrado en explicar qué tipo de reformulaciones económicas son necesarias en un contexto global, pero especialmente entre Europa y América Latina, a la luz de la emergencia climática, ya que, equivocarse a la hora de responder ese interrogante –ha explicado– supondría la posible extinción de la humanidad a corto plazo, y además, «no es un momento final, sino… un proceso de degradación de la calidad de vida continuo». 

Gustavo Petro, economista, ha expresado en otras ocasiones su apego a las teorías del decrecimiento desde un enfoque centrado en la igualdad social que implique una disminución del consumo en los sectores más adinerados, e incluso ha llegado a criticar «la creencia absurda en un modelo de crecimiento lineal en un planeta finito», apoyándose en los estudios del reconocido economista y filósofo rumano Nicholas Georgescu-Roegen, ya fallecido. En el Foro Nueva Economía, sin embargo, el dirigente ha preferido señalar los límites del llamado «capitalismo verde», en cuanto que éste, como el capitalismo fósil, también se mueve según criterios de rentabilidad, y las inversiones que deberían hacerse para mitigar los peores resultados del cambio climático no son siempre lucrativas: «Ahí es donde nos estrellamos», ha matizado. Pero su rechazo del capitalismo verde no ha sido categórico; más bien, su plan consiste en un despliegue de infraestructuras de energía renovable bajo la supervisión de las instituciones que representan a la ciudadanía, en sus palabras: «un accionar público nuevo tendría que plantearse una alianza entre el capital verde y el poder público», y esos acuerdos se llevarían a cabo en el ámbito internacional. 

De hecho, Petro ha destacado la importancia de reforzar las relaciones entre España, como país que liderará la Unión Europea a partir del 1 de julio, Colombia y la región latinoamericana, unos vínculos, despojados de extractivismo neocolonial, que espera ver afianzados en la próxima cumbre UE-CELAC (Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe), la cual tendrá lugar a partir del 17 de ese mes en Bruselas. Este foro podría convertirse en el espacio que selle «una alianza prioritaria… hacia la economía descarbonizada» o, si no se afrontan los grandes retos climáticos, en «una reunión más, protocolaria, que después nadie recuerda». Colombia debería actuar como eje central de la inversión en energía limpias, a pesar de que el país tiene carbón, combustible que simboliza, para el presidente latinoamericano, un modelo económico obsoleto. 

Por otra parte, ante la posible colaboración con nuestro país en materia de aeroespacial y militar, por ejemplo, mediante la adquisición de drones para vigilar a las mafias de la droga en Colombia, Gustavo Petro se ha mostrado escéptico: «A veces no es tanto cuántos drones o cuantos tanques de guerra, a veces es una transformación social lo que hay que hacer». Con ello, apuntó a la prioridad de su gobierno de promover una reforma agraria que reparta equitativamente tierras fértiles entre el campesinado, resolviendo así una serie de injusticias históricas en el mundo rural que son las que habrían compelido a la población a dedicarse al cultivo de coca, con la consecuente penetración del narcotráfico y la violencia. Petro ha hecho hincapié en las mudanzas globales acaecidas en los mercados de la droga y cómo ha disminuido el consumo de cocaína en Estados Unidos para dar paso a sustancias más letales, como el fentanilo, mayormente responsable de una epidemia de opiáceos que causa más de 100.000 muertes al año. Un repaso histórico a las políticas de “guerra a las drogas”, que comenzaron en la era Nixon con una criminalización de la marihuana cuya consecuencia directa fue que millones de negros y latinos acabaran entre rejas, hasta la gravedad que representa el comercio ilegal transnacional de opiáceos le ha servido para alertar tanto al país norteamericano como a Europa, señalando el error de “mirar el tema de las drogas como un problema de cárceles… cuando es un problema de salud pública”. 

Por último, el mandatario colombiano ha culpado a las sanciones económicas que Estados Unidos impuso a Venezuela del éxodo masivo de venezolanos, el cual «trae nuevas esclavitudes», como el trabajo infantil o la explotación sexual de muchas mujeres. La nota final la ha puesto el Dr. José Abad, quien ha hablado en nombre de los patrocinadores del evento: Asisa, empresa de seguros privados de salud a la que pertenece, y Solaria, compañía de energía fotovoltaica: «nunca olvidaremos la relación que tenemos con ustedes», aseguró Abad, tras nombrar al escritor «Héctor Abad Faciolince, que tiene una hermosa novela que dice El olvido que seremos«. En realidad, no se trata de una obra de ficción, sino de unas memorias durísimas sobre el asesinato del padre del autor, médico y activista por los derechos humanos, pero Petro ha preferido no corregirlo. 

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