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Veintiseis intelectuales de todo el mundo han firmado una carta de apoyo al proyecto de transición energética que presenta el candidato de izquierdas Gustavo Petro de cara a las próximas elecciones colombianas. El líder del partido Colombia Humana, según indica en su programa, quiere descarbonizar la economía de su país y democratizar la producción y la distribución de energías renovables. Personalidades del mundo académico como Noam Chomsky, Boaventura de Sousa Santos o Arturo Escobar estamparon su firma en defensa de estas políticas. También lo hicieron la periodista Naomi Klein, la física y activista india Vandana Shiva y el escritor Kim Stanley Robinson.
Petro no lo tendrá fácil, ya que quiere cambiar la dinámica de la empresa más grande de Colombia, Ecopetrol, uno de los gigantes petroleros de América Latina, con un valor de mercado de 36.000 millones de dólares (según el ranking de Forbes) y una red de oleoductos que supera los 9.000 kilómetros. A pesar de estos antecedentes, Petro cree que «Ecopetrol puede ser la mayor empresa de producción de energía limpia de América Latina». Su plan pasa por que las familias puedan «generar energía limpia y disminuir su tarifa mensual transformando el techo en paneles solares», explicaba en los micrófonos de la Radio Nacional de Colombia. «Esta tecnología ya existe y es barata, pero aquí no se ha querido expandir», añadió.
En la misma línea se expresan los académicos que apoyan a Petro. Destacan manifiestamente el punto del programa que habla de un «desescalamiento gradual de la dependencia económica del petróleo y del carbón». El candidato contesta a quienes dicen que este objetivo es irreal que «para allá va el mundo» y que el cambio «tiene que ser rápido», como han dejado claro los diferentes informes del IPCC (el panel de especialistas en cambio climático ligado a la ONU).
Resistencias empresariales
Los intelectuales que apoyan a Petro resaltan en su misiva que Colombia «ha llegado a explotar hasta un millón de barriles de petróleo al día», que es «el quinto país exportador de carbón» y que hay peligrosos proyectos empresariales en torno a la búsqueda de nuevas bolsas de petróleo y gas. El plan del aspirante es claro en ese sentido: «Se prohibirá la exploración y explotación de yacimientos no convencionales, se detendrán los proyectos piloto de fracking y el desarrollo de yacimientos costa afuera. No se otorgarán nuevas licencias para la exploración de hidrocarburos».
La propuesta, como explican en la carta, «implicaría no solo cambios en la matriz energética, sino la oportunidad para impulsar la diversificación y descentralización económica de Colombia». La candidata a la vicepresidencia por Colombia Humana, Francia Márquez, ya anunciaba «un cambio de paradigma económico» tras la presentación de la primera parte del Sexto Informe de Evaluación del IPCC, en agosto del año pasado.
Este cambio radical de la economía ha provocado la reacción de las élites financieras y políticas de Colombia, llegando hasta el punto de desplegar grupos paramilitares para impedir que la gente vote por Petro, como ha ocurrido en territorios del norte del país.
Colombia es un país desgarrado por los choques armados entre el Ejército, las guerrillas, los paramilitares y los cárteles de la droga. Este tipo de violencia extrema se remonta a hace más de 50 años y los activistas medioambientales no han sido ajenos a ella. Al contrario, han estado siempre en el punto de mira. Según el último informe de la ONG Global Witness, Colombia fue en 2020 el país del mundo en el que más defensores de la naturaleza fueron asesinados: 65.
El perfil ecosocial del programa de Petro
Chomsky, Klein y compañía aprueban el ambicioso plan económico y social de Gustavo Petro. «Se trata –explican– de una apuesta por otras fuentes de ingresos, muchos de ellos basados en la rica biodiversidad del país, que facilitaría la generación de condiciones de vida digna para muchas personas, especialmente pueblos indígenas, afrocolombianos, campesinos y víctimas del conflicto armado y de los megaproyectos energéticos».
Esta propuesta se alinea con la filosofía promovida por el antropólogo Arturo Escobar, otro de los ilustres firmantes de la carta. Catedrático de la Universidad de Carolina del Norte, Escobar ha dedicado toda su carrera académica a estudiar los movimientos sociales y las comunidades negras de su país y a defender sus territorios y culturas. Su libro más célebre es La invención del desarrollo (1996), en el que criticaba la ideología desarrollista impuesta por la globalización y plantaba las bases de una ecología política de marcado carácter social.
El programa de Petro afirma, por su parte, que reconocerá «las formas de vida propias de comunidades rurales en ecosistemas estratégicos y sus formas de producción ecológica y económica en estos entornos, así como el manejo ambiental propio». Sobre el agua, por ejemplo, dice también que se ordenará «más allá de las lógicas del mercado que segregan y depredan» las regiones colombianas. El cambio planteado por estas políticas, como se ve, es total. Y necesario, a juicio de sus defensores, a tenor de las crisis combinadas de alimentos, energía, clima y pobreza que sufre el planeta. Hay que dejar «por fin los combustibles fósiles en el subsuelo», apostillan los intelectuales. Y hacerlo ya, sin excusas económicas ni retardismos, como indicaba Francia Márquez.
Enfrentar la crisis climática global implica pensar e implementar LAS ACCIONES QUE SEAN NECESARIAS para cuidar todas las formas de vida en el planeta. Los pragmatismos economicistas deben reemplazarse por pragmatismos en favor de la vida 6/6
— Francia Márquez Mina (@FranciaMarquezM) August 26, 2021
El camino que pretende abrir la candidatura de Petro y Márquez ubicaría a Colombia, según los firmantes de la carta, «a la vanguardia de la lucha climática efectiva y brindaría las condiciones necesarias para proteger sus valiosos ecosistemas, fundamentales para la preservación de la vida en el país y el planeta».