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«El hidrógeno azul no tiene realmente ningún papel en un futuro sin carbono». Es la conclusión a la que llega un estudio publicado este jueves en Energy Science & Engineering elaborado por investigadores de la Universidad de Cornell y la Universidad de Stanford. Según este trabajo, los gases de efecto invernadero del hidrógeno azul son un 20% más perjudiciales que los gases emitidos durante la combustión de gas natural.
A diferencia del hidrógeno verde –otro de los mantras que repiten las empresas que dicen llevar a cabo una transición energética–, que se obtiene a partir de energías renovables, el hidrógeno azul se fabrica a partir de gas natural mediante la captura y el almacenamiento de carbono.
En una entrevista reciente, el doctor en Física Teórica e investigador del CSIC Antonio Turiel señalaba que el hidrógeno «no tiene las características para que se pueda hacer un despliegue masivo; tenemos que evitar caer en la trampa de las falsas promesas tecnológicas«.
La investigación de la Universidad de Cornell y de Stanford sobre el hidrógeno azul viene a corroborar esa idea al sugerir que la energía basada en él es una distracción que puede retrasar las acciones para realmente descarbonizar la economía energética mundial.
Conforme a los datos del estudio, en 2021 solo hay dos instalaciones de hidrógeno azul en todo el mundo que lo producen a escala comercial: una en Alberta (Canadá) en la que opera la petrolera Shell y otra en Texas (Estados Unidos) que pertenece a Air Products, una corporación estadounidense cuyo negocio principal es la venta de gases y productos químicos para usos industriales.
El hidrógeno verde se considera más limpio que el azul, pero algunos estudios ya han apuntado que su uso podría continuar la dependencia a los combustibles fósiles, cuyas emisiones contribuyen en gran medida al calentamiento global.
Más de 40 gobiernos han publicado estrategias sobre el hidrógeno –el Gobierno español publicó una Hoja de ruta del hidrógeno en el que define tres tipos de hidrógeno: verde, azul y gris– y Japón llegó a calificar los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020 como «las Olimpiadas del hidrógeno». Se espera que Reino Unido lance una estrategia similar en las próximas semanas.
Siempre hay un peor: las nucleares.
Vandellós II: Trece años ignorando la seguridad nuclear
El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) exige a Vandellós II a cumplir las normas de seguridad que son obligatorias desde un incidente en Ascó en 2008.
La negligencia de la central puede ser el origen del hallazgo de materiales radiactivos en los sistemas de ventilación del edificio.
El Movimiento Ibérico Antinuclear consideran inadmisible que se ponga en peligro la salud y seguridad de los trabajadores, de la población y del medio ambiente.
El pasado mes de abril, en el interior de un conducto de extracción de aire del sistema de ventilación del edificio de desechos radiactivos, se encontraron partículas radiactivas con Cobalto-60, Cesio-137 y Manganeso-54. El aumento del nivel de radiactividad en el conducto alertó del problema. Para la central, este suceso no era novedoso tal y como informaron al CSN: «No es un hecho aislado y que, en el pasado, al menos entre 2008 y 2019, se ha reportado en alguna ocasión la presencia de Cobalto-60 en la extracción de sistema de ventilación del edificio de desechos «. Un incidente que no se consideró “suceso notificable”.
para las organizaciones ambientales resulta incomprensible la pasividad de las anteriores direcciones y plenos del CSN ante el incumplimiento de la IT por parte de Vandellós II. Por ello, piden una depuración de responsabilidades de los miembros del organismo regulador que en su día tenían la responsabilidad de hacer el seguimiento.