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En los días previos a la COP27 –la cumbre anual climática más importante– no paran de sucederse estudios y análisis que buscan ponernos en situación y, de paso, arrancar políticas más urgentes y agresivas en favor del clima y la biodiversidad. Este jueves ha sido el turno del informe Brecha de Emisiones que elabora cada año por estas fechas el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Y lo que cuenta no es bueno, aunque no está todo perdido si se actúa de forma urgente y decidida. Además, arroja algo de luz entre tanta oscuridad.
En 2015, durante la COP21, casi 200 países acabaron redactando el Acuerdo de París, el mayor pacto por el clima hasta la fecha. El objetivo principal era intentar que la temperatura global no subiera más de 2 ºC y hacer todo lo posible para que no superara 1,5 ºC. Pues bien. Han pasado 7 años desde entonces y la rama de Medio Ambiente de la ONU tiene claro que esas metas «siguen estando muy lejos», a la vez que considera que no hay «una vía creíble para alcanzar los 1,5 °C».
«Este informe nos dice en términos científicos fríos lo que la naturaleza nos ha estado diciendo, durante todo el año, a través de inundaciones mortales, tormentas e incendios furiosos: tenemos que dejar de llenar nuestra atmósfera con gases de efecto invernadero, y dejar de hacerlo rápidamente», asegura Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA. La experta lamenta que «tuvimos nuestra oportunidad de hacer cambios graduales, pero ese tiempo se ha acabado. Solo una transformación radical de nuestras economías y sociedades puede salvarnos de un desastre climático acelerado».
Año perdido, según el informe ‘Brecha de Emisiones’
A pesar de las promesas y palabrerías de la anterior cumbre, celebrada en Glasgow (Reino Unido) en 2021, «los avances han sido lamentablemente insuficientes», según el informe. Las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, en inglés; son los planes climáticos de los países) solo reducen en 0,5 gigatoneladas de dióxidido de carbono equivalente (CO2eq, valor que se usa para englobar a todos los gases en uno solo) las emisiones mundiales previstas para 2030. Eso es menos del 1% de reducción de las emisiones que calientan la tierra y el mar.
Si se tienen en cuenta todas las NDC nuevas y actualizadas presentadas entre el 1 de enero de 2020 y el 23 de septiembre de 2022, el recuento es de 166 naciones, que representan el 91% de las emisiones de gases de efecto invernadero. La mayoría de miembros del G20 acaban de empezar a realizar esfuerzos para cumplir sus nuevos objetivos. Aun así, se prevé que, en conjunto, el G20 no cumpla sus promesas para 2030 si no se refuerzan las medidas.
Actualmente, el equipo de especialistas del PNUMA calcula que la horquilla de calentamiento está entre 1,8 ºC y 2,8 ºC para 2100, dependiendo de los movimientos que se hagan. Para que la temperatura no suba de 2,4 ºC es necesario que se cumplan las NDC condicionales, que son aquellas cuyos objetivos dependen de factores externos, como la financiación. En cambio, si se calcula en base a los NDC incondicionales, existe un 66% de posibilidad de limitar el calentamiento global a unos 2,6°C a lo largo del siglo. No obstante, las políticas actuales (es decir, las que ya se llevan a cabo, no promesas o intenciones) conducen a un aumento de 2,8 °C. «En otras palabras, nos dirigimos a una catástrofe global», ha dicho el secretario general de la ONU, António Guterres.
Aun así, existe una vía que apunta a un aumento de 1,8 °C. Ello implica la plena aplicación de las NDC incondicionales y los compromisos adicionales de emisiones netas cero. Sin embargo, desde el PNUMA son conscientes de que «este escenario no es actualmente creíble debido a la discrepancia entre las emisiones actuales, los objetivos a corto plazo de las NDC y los objetivos a largo plazo de emisiones netas cero».
Después de los lamentos… la acción
Si bien el 1,5 ºC y el 2 ºC han sido siempre la cifra de referencia, superar o quedarnos justo al límite no garantiza nada. El planeta, que ya está 1,2 ºC más caliente que antes de la revolución industrial, está dejando una importantísima gama de cambios que pagan humanos, animales y ecosistemas. Por supuesto, los desastres que hoy vemos y otros que llegarán serán mucho peor si el calentamiento global es de 3 ºC en vez de 2 ºC. Pero el gran reto es siempre conseguir que la temperatura deje de subir, sea cual sea el número. 1,55 ºC siempre será mejor que 1,56 ºC, al igual que importa, y mucho, si el calentamiento es de 1,98 ºC en vez de 1,99 ºC. En definitiva, cada décima de temperatura extra importa.
Para lograr acercarnos al Acuerdo de París, esta década se antoja clave. Lo que se haga en estos ocho años determinará el futuro del clima, y por tanto, de quienes habitan en él. Lo principal debe ser reducir hasta prácticamente eliminar los gases de efecto invernadero a niveles sin precedentes.
Se calcula que las NDC incondicionales y condicionales reducirán las emisiones mundiales en 2030 en un 5% y un 10% respectivamente, en comparación con las emisiones basadas en las políticas actualmente en vigor. Para estar en la senda del 1,5 ºC, las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse en un 45% respecto a las previstas en las políticas actuales para 2030. Para alcanzar el objetivo de los 2 °C, es necesario un recorte del 30%.
Estos enormes recortes implican «una transformación a gran escala, rápida y sistémica«, aseguran los autores, quienes también señalan sectores claves de este cambio. La electricidad, la industria, el transporte y los edificios progresan hacia las emisiones netas cero, según el informe, aunque insisten en que debe ser mucho más rápido, siempre sin dejar de lado una transición justa y el acceso universal a la energía. También recuerdan que debe ponerse fin a los proyectos «que consumen muchos combustibles fósiles».
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente pone el foco en los sistemas alimentarios, los cuales «pueden reformarse para lograr recortes rápidos y duraderos». Actualmente, este sector representa un tercio de las emisiones a nivel mundial, pero podría verse reducida a un tercio para 2050 con algunos cambios: protección de los ecosistemas naturales, cambios en la dieta del lado de la demanda, mejoras en la producción de alimentos en las granjas y descarbonización de las cadenas de suministro de alimentos.
Los gobiernos de todo el mundo juegan un papel clave en todo este proceso. Por ejemplo, según el informe, pueden facilitar la transformación reformando las subvenciones y los sistemas fiscales. El sector privado, por su parte, puede reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, utilizar energías renovables y desarrollar nuevos alimentos que reduzcan las emisiones de carbono. Y en lo referente a la ciudadanía, puede cambiar su estilo de vida para consumir alimentos que favorezcan la sostenibilidad medioambiental y la reducción de las emisiones de carbono, al mismo tiempo que aporta muchos beneficios para la salud.
«La brecha de emisiones es un subproducto de una brecha de compromisos. Una brecha de promesas. Una brecha de acción», se ha quejado Guterres, quien insiste por enésima vez que «nuestro planeta no puede permitirse más lavado verde, falsas maniobras o maniobras tardías«.
Se prevé que la transformación mundial hacia una economía baja en carbono requerirá inversiones de mínimo entre 4 y 6 mil millones de dólares al año. «Se trata de una parte relativamente pequeña (1,5-2%) del total de activos financieros gestionados, pero significativa (20-28%) en términos de recursos anuales adicionales necesarios», dice la ONU.
El informe también se acuerda del sector financiero. Consideran que, a pesar de sus intenciones declaradas, «han mostrado una acción limitada en la mitigación del clima» debido a intereses a corto plazo, objetivos contradictorios y a que no reconocen adecuadamente los riesgos climáticos. Por ello, recomiendan ejecutar un total de seis enfoques para reformar el sector financiero. Estas son:
- Hacer que los mercados financieros sean más eficientes, incluso a través de la taxonomía y la transparencia.
- Introducir la fijación de precios del carbono, como impuestos o sistemas de tope y comercio.
- Impulsar el comportamiento financiero, mediante intervenciones de política pública, impuestos, gastos y reglamentos.
- Crear mercados para la tecnología de bajas emisiones de carbono, mediante el cambio de los flujos financieros, el estímulo de la innovación y la ayuda al establecimiento de normas.
- Movilizar a los bancos centrales: los bancos centrales están cada vez más interesados en abordar la crisis climática, pero se necesitan medidas más concretas en materia de reglamentación.
- Crear «clubes» climáticos de países cooperantes, iniciativas financieras transfronterizas y asociaciones para la transformación justa, que puedan alterar las normas políticas y cambiar el curso de las finanzas mediante dispositivos de compromiso financiero creíbles, como las garantías soberanas.
Greta Thunberg realizó este pasado fin de semana un llamamiento para que los auténticos ecologistas terminen de entender que la celebración de la Cumbre del Clima (COP27) en un paraíso para turistas, en el que de forma sistemática se violan los Derechos Humanos, «es una flagrante contradicción». Justamente por esa razón, la joven Greta ha manifestado que se niega rotundamente a estar presente en ese evento.
Pero Greta no se quedó en un enunciado equivoco que podía haber sido convertido por los medios de comunicación mundiales y por sus antiguos patrocinadores del «capitalismo verde» en una ambigüedad ininteligible para la mayoría.
Thunberg tuvo además el arrojo de precisar que
«Los activistas tenemos que hacer ver a la gente que esto es una estafa y que este sistema nos está fallando… Por ello hay que decir alto y claro que las Cops se han convertido en una oportunidad para que los poderosos mientan, engañen y hagan una suerte de «lavado verde».
En la presentación del «El libro del clima», en Londres, la joven ecologista denunció que
«Las «Cumbres» pudieron haber tenido algún sentido hace veinte o treinta años, una época en la que sirvieron , al menos, como una oportunidad para la movilización de la gente. Pero lo cierto es que han terminado fallando a la Humanidad a la hora de propiciar grandes cambios y sus avances han sido deliberadamente lentos».
Luego agregó que
«El cambio no va a venir desde el Poder porque la política, tal y como funciona en este Sistema, es una manera de perpetuar el statu quo»… El momento de los pequeños «cambios individuales» ya quedó definitivamente atrás. Es cierto que todos podemos contribuir a nivel personal, pero lo que necesitamos hoy es una movilización masiva para presionar a aquellos que se encuentran en el Poder».
«Yo no pienso dar el «salto a la política», y espero que los que estén cerca de mí no me lo permitan si algún día llegara anunciarlo»
https://canarias-semanal.org/art/33452/la-ecologista-sueca-greta-thunberg-les-sale-rana-a-las-multinacionales-del-capitalismo-verde