Etiquetas:
La ciencia no deja lugar a dudas: la crisis climática y medioambiental es una realidad incontestable y nos sitúa en un punto de inflexión histórico. El ser humano consume más recursos de los que la Tierra es capaz de generar. Cerca de un millón de especies está en peligro de extinción. Los océanos, que generan la mayor parte del oxígeno que respiramos, se ahogan. La salud de millones de personas está amenazada. Todo esto lo exponen de manera muy clara Irene Baños y Judit Alonso en su nuevo libro. Y, sin embargo, Accionistas del cambio. ¡Apuesta por la naturaleza y nuestro futuro! (BoldLetters) es un ensayo radicalmente optimista que pone en valor el esfuerzo de distintas iniciativas que son protagonistas de la acción climática en España.
Las autoras aseguran que el cambio climático es un reto que se debe abordar de forma colectiva, desde la ciudadanía, las políticas públicas, las prácticas empresariales. «Cualquier persona se puede convertir en accionista por el clima. De hecho, mucha gente lo es sin ser consciente porque no se definen como ‘activistas’, pero trabajan en su día a día por ofrecer productos más sostenibles. Puede ser un mecánico de bicis, pero también un agricultor o incluso gente que desde la industria pone en marcha mecanismos que tienen a su alcance para mejorar», explica en una entrevista telefónica Irene Baños. «No es una cuestión ideológica, es puramente existencial: no puede haber nada más transversal porque nos va la vida en ello», sostienen las autoras.
Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF España y presidente de la Fundación Doñana, es una de las voces que recoge el libro. El biólogo destaca que mejorar la situación del mundo rural es uno de los desafíos de nuestro país. «El campo en España, y con él, la biodiversidad, están inmersos en una huida en la dirección equivocada. Estamos viviendo un proceso de industrialización brutal de la agricultura, la ganadería e, incluso, la pesca, que se hace a costa de los recursos naturales». Para él, la solución pasa por apoyar a los pequeños productores, a la ganadería extensiva y dotar de servicios de movilidad al mundo rural.
Uno de los puntos fuertes de WWF es que trabaja mano a mano con el sector empresarial. «Estamos en un momento en que muchas compañías quieren avanzar y cambiar por diversas razones: por su reputación, porque sus consumidores se lo exigen o porque la legislación les obliga», firma del Olmo. «Las empresas tienen una gran responsabilidad, hay que transformar la manera en la que producen. Eso si, necesitamos controles muy férreos para evitar el greenwashing y que algunas empresas pretendan hacerse un falso lavado de cara con un sello ambiental», añade Baños.
Ante la inacción de las administraciones, muchos científicos decidieron que ya no se podían limitar a investigar. La decisión de Donald Trump de desvincularse del Acuerdo de París fue la semilla para que la comunidad se organizara en el movimiento Rebelión Científica. Fernando Valladares, otro de los entrevistados, decidió unirse a la Rebelión Científica de España. Esta comunidad de científicos pretende ser una palanca de cambio para lograr una acción política que sea proporcional a la gravedad de la crisis ambiental.
La salud humana depende de la salud de los ecosistemas
«La salud de las personas y la salud de los ecosistemas están estrechamente conectadas. Lo que sucede al medioambiente nos acaba afectando a nosotros y viceversa», afirma Valladares. «La salud humana depende de la salud planetaria, eso se vio de forma muy patente durante la pandemia, pero tenemos una memoria muy corta», asegura Judit Alonso.
«Los periodistas debemos comunicar que cuando hablamos de cambio climático no solo hablamos de que hay menos osos polares; estamos hablando de que te afecta a ti, que estás perdiendo mucho dinero con eso y estás perdiendo años de vida», indica Baños. Para Alonso es fundamental que la «atención de los medios de comunicación por los temas ambientales no se concentre tan solo en momentos como las cumbres del clima o cuando se dan catástrofes naturales».
En el libro también se pueden conocer casos de éxito en la protección de los ecosistemas y la biodiversidad. La del lince ibérico es uno de los mayores hitos de la conservación en España. O el logro de la creación de la Red Natura 2000, que cubre el 27% de la superficie terrestre de España. Ahora WWF quiere ampliar esa red en el medio marino. También remarca la revolución energética que está llegando gracias a cooperativas como la vasca GoiEner. Además, explican que el cooperativismo energético cuenta con un extenso pasado, antes de la Guerra Civil ya existían más de mil cooperativas eléctricas en España.
Educación ambiental, la clave para el cambio
«Perder la esperanza es una opción que no nos podemos permitir en una década decisiva para el futuro de la humanidad», dice a las autoras Miriam Campos Leirós, coordinadora de Teachers For Future Spain, movimiento que docentes que surge a raíz del movimiento liderado por Greta Thunberg, Fridays for Future. Por eso, desde las aulas apuestan por la educación ambiental como palanca del cambio. «Una acción que parte de la escuela tiene la capacidad de involucrar familias y alcanzar a ese público general adulto, probablemente menos informado y/o concienciado», indica Campos.
Para Irene Baños, la educación ambiental no puede recaer solo en la escuela, sino que se debe brindar también desde las instituciones y los medios de comunicación. «Necesitamos más educación ambiental o climática que se base en la ciencia, que ofrezca soluciones u otorgue herramientas para visibilizar las vías de transición que tenemos. Y no hacer solo en el alarmismo o el catastrofismo». Y coincide con Campos en la importancia de la educación ambiental para adultos. «Decimos que hay que educar a la infancia para que cambien el mundo, pero si esperamos a que lo hagan ellos va a ser tarde. Hay que centrar la educación ambiental para quien toma decisiones hoy», enfatiza.
En ensayo también cuenta con los testimonios de Odile Rodríguez de la Fuente, bióloga, escritora y divulgadora científica experta en medios y cine; Juantxo López de Uralde, diputado de Unidas Podemos en el Congreso, ex director de Greenpeace España, fundador de Equo y coordinador federal de partido Alianza Verde; de Eva Saldaña, bióloga y directora ejecutiva de Greenpeace España; Erika Martínez Lizarraga, experta en comunicación y presidenta de la cooperativa energética GoiEner; Javier Peña, comunicador y fundador de la plataforma viral Hope! En pie por el planeta.
«Hay muchísima más gente que se nos ha quedado fuera del libro, hay muchos otros sectores como la alimentación, el transporte o el activismo de gente muy joven donde se están haciendo muchas cosas buenas. Pero esperamos que las iniciativas que recogemos motiven a mucha gente a pasara la acción», dice Alonso. «Estamos a tiempo de evitar los peores impactos del cambio climático, ya hay mucha gente que está manos a la obra. Nos tenemos que centrar en multiplicar eso. Involucrarse en esta transformación es mejorar la vida de la gente», concluye Baños.
La gente normal , los que levantamos los paises con nuestro trabajo, tenemos muy claro lo que es el cambio climático y sus consecuencias. No necesitamos educación
ambiental. Lo que queremos es que dejen de hacernos responsables por acciones no decididas por nosotros.
Ya tenemos cambio de acciones, pero si para ir a tu lugar de trabajo , que son 4 km., a lo sumo y tienes un bus que pasa cada hora, y cuando le da la gana, imposible que llegues a trabajar en transporte público, la única manera es coger un taxi , tu coche, o que alguien te lleve,porque sino inviertes en tu trabajo 2 o 3 h.a mayores y precisamente lo que no nos sobra es tiempo.
Llevan años los politicos con las energias renovables, dando la turra y los periodistas también, como si fuéramos los ciudadanos los que tomáramos las decisiones al respecto. Cuanto llevamos pagado a las eléctricas, en el recibo de la luz, para que invirtieron en ellas, amén de un montón de dinero en subvenciones, y que hizo M. Rajoy, meternos en lios, que ahora hay que soltar un montón de pasta para pagar indemnizaciones , y ¿que hicisteis los periodistas?, darnos la matraca a los ciudadanos.
Arabia Saudi, quema toneladas de gas todos los días, según vuestras informaciones, y se hace la próxima cumbre allí, y no digamos el resto de petroleras americanas, carbón de Alemania , y resto de productores y paises , que obtienen pingües beneficios, pero a esos ni mú, la matraca , la tenemos que oír los ciudadanos y pagar recibos desorbitados, subvenciones varias, pagarles a las empresas para,que modifiquen su producción de energia( en mi casa si quiero renovar algo, me lo pago yo, porque no me lo subvenciona nadie ) y aún , pagarles a los paises en desarrollo o a los más afectados por el cambio climático.
Como siempre, se privatizan los beneficios y se socializan las pérdidas. Por eso, no dejeís de informar sobre ello, pero no a los ciudadanos, ir a quemarles la oreja a quien toma las decisiones, políticos, paises productores y empresas, que son los que esquilman los recursos del mundo, y el resto, solo tragamos.