La crisis climática, otro golpe machista

La crisis del clima y la degradación medioambiental están agravando aún más la violencia contra las mujeres. La violencia machista se usa, principalmente, como medio sistémico para reforzar privilegios y desequilibrios de poder preexistentes. En un escenario de crisis ecológica y escasez de recursos, los hombres que perpetran estas violencias se ven reforzados.

Estas son las principales conclusiones de un nuevo informe publicado por la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza (IUCN), la misma organización que evalúa el grado de amenaza a la que se enfrentan las especies. El análisis realizado por la IUCN explora la relación entre la crisis ambiental y la violencia machista en tres contextos: acceso y control de los recursos naturales; amenazas y presión ambiental; y acciones en defensa del medio ambiente y los recursos. En todos los contextos, estas violencias sirven para mantener los roles y desigualdades de género en cada sociedad. Esto forma un círculo vicioso que afecta al sustento, los derechos y la conservación del medio ambiente, así como la adopción de un modelo económico sostenible.

Por ejemplo, según el documento, la escasez de alimento hace que algunos pescadores ejerzan violencia sexual a cambio de pescado. Otro ejemplo es que, como consecuencia de la crisis del clima, las mujeres de algunas zonas que sufren falta de recursos hídricos tienen que andar mayores distancias para obtener agua. Esto las expone a un mayor riesgo de ataques y violaciones.

Las más vulnerables, las menos culpables

Estas son algunas nuevas muestras de una tendencia que ya se ha puesto de manifiesto muchas veces: la crisis del clima afecta con mayor prontitud e intensidad a las personas más vulnerables y menos responsables de la misma.

«Los crímenes medioambientales degradan los ecosistemas y a menudo conllevan el agravamiento y la aparición de patrones de violencia contra las mujeres, las minorías y las comunidades marginalizadas. Muchas mujeres indígenas, en particular, se enfrentan a violencia de género, así como a otras violencias cuando sus comunidades actúan para defender sus territorios, recursos y derechos de tales actividades ilegales», afirmó Jenny Springer, directora del Programa Global de Gobernanza y Derechos de la IUCN.

El estudio, además, demuestra que acabar con la violencia machista y promover la igualdad de género puede contribuir a alcanzar una sociedad sostenible.

Violencia contra las defensoras

La investigación se ha basado en información procedente de más de 1.000 fuentes, además de una encuesta respondida por más de 300 personas. Esta encuesta muestra que la violencia machista ha supuesto un obstáculo en las luchas por el medio ambiente. Casi el 60% de las personas que respondieron afirmaron haber presenciado episodios violentos contra las mujeres defensoras del medio ambiente o en otros escenarios de conflicto ecológico. Además, más del 70% de las respuestas pedían mayor formación en cuestiones de violencia machista como herramienta para mejorar la defensa del medio ambiente.

Pero la violencia y la discriminación no siempre procede de aquellas personas que cometen crímenes medioambientales. A menudo, las desigualdades se reproducen en el seno mismo de las organizaciones de defensa del medio ambiente. Así, según el informe, «la discriminación por razones de género en marcos sociales, culturales, legales, económicos e institucionales afectan a la capacidad de las mujeres y las niñas para participar en igualdad y con seguridad, y liderar, movimientos activistas, así como realizar trabajos de organización y programación». Estas barreras refuerzan la desigualdad de género en «la defensa, protección, conservación y disfrute del medio ambiente».