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La deforestación en la Amazonia de Brasil se ha disparado entre agosto de 2018 y julio 2019. Los datos preliminares del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) del país sudamericano, tomados por satélite, son alarmantes. La selva tropical ha perdido 9.762 kilómetros cuadrados de cobertura arbórea, una superficie similar a la de la provincia de Lugo. Esto representa casi un 30% más de deforestación que la registrada en el mismo periodo del año anterior. Es el peor dato desde 2008, cuando se deforestaron 13.000 kilómetros cuadrados.
Aunque las cifras absolutas aún están lejos de las registradas en las décadas de 1990 y 2000, la tendencia al alza es preocupante. Este es el tercer ascenso más pronunciado de la historia de Brasil, por detrás del experimentado en 1995 (95%) y 1998 (31%). La noticia, no obstante, no toma a nadie por sorpresa: en agosto de este año, otro instituto brasileño, el Deter, ya pronosticó que el dato sería muy negativo.
Brasil se ha comprometido a no permitir que la deforestación supere los 3.900 kilómetros cuadrados al año a partir de 2020. El objetivo parece poco realista a tenor de los resultados de este año. En declaraciones a periodistas brasileños, el ex-director del INPE (despedido por el gobierno de Bolsonaro), Ricardo Galvão, afirmó que cumplir la ley “se sitúa fuera del compromiso” del actual ejecutivo. No obstante, Galvão valoró positivamente que el gobierno federal de su país haya hecho públicos los datos, algo que levantaba suspicacias entre sectores de la comunidad científica brasileña.
El Ministro de Medio Ambiente de Brasil, Ricardo Salles, ha atribuido la deforestación a un aumento de la “economía ilegal”, en referencia a las actividades mineras y madereras ilícitas.
Incendios y deforestación
La Amazonia ocupó titulares en todo el mundo el pasado verano, cuando una ola de más de 70.000 incendios arrasó alrededor de un millón de kilómetros cuadrados de selva tropical. Los siniestros fueron asociados por diversas organizaciones de la sociedad civil, a las políticas desreguladoras de Jair Bolsonaro.
La deforestación está ligada a los incendios de este año, según una investigación publicada recientemente en la revista científica Global Change Biology. Según este estudio, la deforestación es, casi siempre, precursora de incendios, ya que queda material vegetal seco en el suelo, que actúa como combustible. Además, los incendios de este año se produjeron sin presencia de una sequía fuerte. Ello aumenta las posibilidades de que se deban a la acción humana y la deforestación.