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El año 2020 empezó con una gran dosis de optimismo para la educación ambiental. En el horizonte próximo aparecía la redacción del Plan de Acción de Educación Ambiental para la Sostenibilidad (PAEAS), presentado en la pasada COP 25 y que incluía un gran proceso de participación, además de un congreso nacional en otoño para su presentación. Veinte años después del Libro Blanco de la Educación Ambiental en España, parecía que se contaba con un fuerte e ilusionante apoyo institucional.
Lamentablemente, la educación ambiental ha sufrido una parada radical debido a la crisis sanitaria provocada por la COVID-19. La diferencia con otros sectores es que, hasta el momento, este tema no ha aparecido en ninguna noticia, y ningún medio hará un reportaje sobre cómo están pasando esta crisis las profesionales de educación ambiental (muy mal, ya os lo digo). Y, de momento, no hay previsto ningún plan de rescate para este sector. Posiblemente sea porque, como dice el profesor de Educación Ambiental Pablo Meira, la educación ambiental, más que una profesión, es considerada un campo profesional.
Pese a todo, educadores y educadoras ambientales están aprovechando esta parada en seco para reflexionar sobre las dinámicas, herramientas y estrategias empleadas hasta el momento. Las personas que trabajan en educación ambiental están acostumbradas, para bien o para mal, a reinventarse y a convivir con una crisis continua, y en ello andamos de nuevo.
Empresas, entidades y profesionales de educación ambiental se han adaptado de forma exprés a la nueva situación. En pocos días, se pusieron en marcha numerosas iniciativas adaptadas a las necesidades actuales y utilizando las herramientas disponibles. Un ejemplo de ello es el CEDREAC (Centro de Documentación y Recursos para la Educación Ambiental de Cantabria), que a través de su canal de YouTube puso en marcha ‘Educación Ambiental…en tiempos de cuarentena’, actividades diarias sobre diferentes temáticas y para diferentes públicos, y el pasado sábado realizó el ‘Maratón Digital por el Clima’ con la finalidad de poner en valor el compromiso de la sociedad frente a la emergencia climática, haciendo un llamamiento a la acción tanto individual como colectiva.
También el colectivo #EA26 ha venido realizando debates en Twitter, todos los jueves de 18:00 a 19:00 horas, sobre las consecuencias de esta crisis para la educación ambiental y sobre cuáles deben ser los nuevos mensajes y las nuevas herramientas a utilizar a partir de ahora.
Todo el sector se está reinventando para mantener un presente al mismo tiempo que reflexiona, innova y trabaja imaginando un futuro mejor para la educación ambiental.
Numerosos estudios vinculan la contaminación con una mayor incidencia del coronavirus. Un motivo más, a los que teníamos hace unos meses, para disminuir nuestro impacto y mejorar la calidad ambiental de nuestros pueblos y ciudades. Y, para ello, se necesitan educadoras y educadores ambientales que puedan explicar a la sociedad los problemas socioambientales a los que nos enfrentamos, de forma crítica pero con optimismo, evitando así que al salir de esta pandemia, y en el intento de salvar la crisis económica derivada de la misma, se produzca un ‘todo vale’ que nos acerque aún más rápido al colapso que puede provocar el cambio climático.
Necesitamos, y deseamos, avanzar hacia una ‘nueva normalidad’ que incluya un incremento de la movilidad sostenible, así como del consumo de proximidad, mayor eficiencia energética, disminución de la contaminación… En definitiva, una mejor relación con nuestro entorno y un replanteamiento de nuestros valores sabiendo que el planeta no nos necesita, sino que nosotros le necesitamos a él. Y, para esto, la educación ambiental es imprescindible.
No obstante, ahora mismo el sector está, de nuevo, desmantelado. Muchas de las personas que se dedicaban hace apenas dos meses a la educación ambiental se pueden ver obligadas a buscar otro ámbito más estable en el que trabajar, como ya pasó con la crisis de 2008. Muchos equipamientos y empresas pueden verse obligados a cerrar, y todo esto supondría una tragedia para la educación ambiental que requiere personas comprometidas pero también formadas, cualificadas y con experiencia. Necesita profesionales que se puedan ‘ganar la vida’ con este trabajo.
Mucho se está hablando últimamente de planes de ayuda económicas para diversos sectores, pero ¿se acordará alguien del sector de la educación ambiental?
Gema Alcañiz es bióloga y responsable de Educación Ambiental de la empresa IMEDES. Además, pertenece al grupo motor de #EA26.
Actualmente colabora en la elaboración del Plan de Educación Ambiental para la Sostenibilidad como coordinadora del apartado de redes sociales y educación ambiental
Hola. Me ha gustado mucho su artículo, porque precisamente me encuentro investigando cuáles serían los cambios o transformaciones que deberían operarse en la promoción de la salud dentro de la educación ambiental que se imparte en la universidad en la cual trabajo. También soy profesora de biología y MsC en Educación Ambiental. Pienso que no hay tiempo para perder. Ahora más que nunca, debemos hacernos sentir.