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Un profesor que se tira por la ventana del aula en medio de un examen y frente a sus alumnos. Unos adolescentes que parecen salidos del Pueblo de los malditos. Un escenario idílico infectado de cucarachas que no terminan de considerar morirse cuando se las aplasta. A priori, La última lección, del escritor y director francés Sebastien Marnier guarda elementos de sobra para intrigar al espectador en una fábula ecologista con herramientas de thriller psicológico. Hoy aprovechamos este calor insólito – que también sufren los imberbes protagonistas de esta cinta- para dejarnos seducir por ella.
El terror ecologista ha pasado de la sección de “catástrofes ambientales” en los ya casi extintos videoclubs de barrio, con títulos tan vergonzantes como Waterworld o El día de mañana; a convertirse en un elemento más que amenaza, desde las sombras, nuestra vida cotidiana, en cintas que podemos encontrar fácilmente en plataformas online.
Esta cinta que firma Sebastien Marnier supone un buen intento por retratar la angustia de ese aparentemente inminente “fin del mundo” de una manera sutil, en la que las atmósferas enrarecidas son la tónica. Días con demasiado sol y demasiado calor, bichos que no se mueren, personajes que actúan como psicópatas, abducidos por la tecnología, se funden en una aparente tranquilidad y calma. Al igual que en la vida real, es difícil centrarse en cómo todo se empieza a desmoronar cuando el escenario continúa siendo tan familiar: el hogar, el barrio, el paisaje… siguen siendo los mismos. Pero, de una manera invisible (al menos, para nosotros, privilegiados habitantes), el mundo cede a la destrucción.
Marnier ejemplifica este calmoso fin del mundo a través de un grupo de chavales dibujados de una manera que se ha tildado de “zombie”, pero que también podría ser vista como “asperger” en homenaje a la protagonista adolescente de la lucha contra el cambio climático, Greta Thunberg: increíblemente inteligentes, centrados y responsables pero con dificultades para socializar. Así son los protagonistas de La última lección. Jovenzuelos militarizados por iniciativa propia para aguantar las posibles secuelas de la guerra climática.
Una actitud que contrasta con el personaje de Pierre, interpretado por Laurent Laffite. Un joven y atractivo profesor que cae en la paranoia provocada por sus extravagantes alumnos. Pierre sigue a escondidas al grupo de adolescentes para descubrir sus intentos por dejar testigo de la locura del mundo en cintas escondidas en cajas negras de aviones, donde no podrán ser destruidas, así como sus ejercicios psicopáticos para aguantar palizas, ahogamientos, catástrofes. Todo al ritmo de la banda sonora que brinda el dúo francés de electropop Zombie Zombie.
La última lección, basada de manera libre en la novela La hora de salida (2002), de François Dufossé y mención especial del jurado en el Festival de Sitges de 2018, da forma a los miedos adolescentes de esta nueva generación que ha nacido bajo la amenaza del fin del mundo. También es una reflexión sobre el acoso y el terror psicológico de unos niños que saben que no pueden confiar su futuro a aquella generación que ha destrozado toda opción de supervivencia. Sin embargo, nos deja fríos a la hora de tratar de empatizar con un terror tan sutil que no termina de parecer real más que en sus minutos finales. Aun así, destaca a la hora de incluir el “terror ecológico” en una cinta que va más allá de los efectistas planteamientos de las distopías climáticas. El mensaje, entonces, queda claro: el fin del mundo se acerca, y podría ocurrir…. hoy mismo.