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En LaLiga, la crisis climática parece no existir. Aunque en los últimos años, algunos clubes y jugadores han dado muestras de compromiso medioambiental y han contribuido a visibilizar la necesidad de actuar con urgencia frente al cambio climático, la mayoría de los equipos de las ligas profesionales (primera y segunda división) se mantienen ajenos al problema: siguen viajando en avión privado y dando publicidad a petroleras, aerolíneas o marcas de coche. El organismo que regula la competición, dirigido por Javier Tebas, tampoco muestra especial preocupación.
El fútbol profesional genera en España un impacto equivalente al 1,37% del PIB. Su actividad económica directa produce 3.010 millones de euros anuales y, la indirecta, 15.688 millones. Además, mantiene alrededor de 185.000 puestos de trabajo, de acuerdo con el informe La sostenibilidad en el modelo de gestión de los clubes de fútbol, de OBS Business School.
El fútbol es, también, una plataforma de visibilización sin apenas rival en España y en el mundo. Los partidos entre FC Barcelona y Real Madrid, apodados El Clásico, son seguidos por cientos de millones de personas en todo el globo, y los estadios siguen llenándose cada fin de semana de cientos de miles de socios y aficionados que se desplazan, en su mayoría, por medios contaminantes. Sin embargo, este gran poder de comunicación es a menudo malgastado (al menos, desde el punto de vista del cambio climático y el medioambiente).
De acuerdo con el informe de OBS, son pocos los clubes que han dado pasos hacia su sostenibilidad medioambiental. La mayoría ni siquiera presenta el Estado de Información no Financiera, una especie de informe de sostenibilidad que la ley obliga a publicar a los clubes de mayor tamaño y facturación (con la excepción del FC Barcelona, el Club Atlético Osasuna, el Athletic Club y el Real Madrid, que operan en un régimen fiscal diferente al de las sociedades anónimas deportivas). Otro análisis reciente, elaborado por la consultora Brand Finance, señalaba al Real Betis, el Real Madrid y la Real Sociedad como los clubes más sostenibles de España y de Europa.
¿Pero hasta qué punto esta sostenibilidad es real? ¿Y cuántos equipos han dado pasos para reforzar su compromiso medioambiental? Analizamos, uno por uno, los clubes que han militado en la temporada 2022/2023 en La Liga Santander y La Liga SmartBank –las dos máximas competiciones del fútbol masculino en España– en busca de pistas de acción climática. Spoiler: la mayoría se mueve entre el greenwashing y, directamente, la omisión del problema.
Los aviones, el tren y la huella de carbono del fútbol
Sobre el césped, cuando rueda el balón, todo es verde. Pero más allá del terreno de juego, el negocio del fútbol tiene caras mucho más oscuras. Es uno de los responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero que están cambiando el clima, de las cuales es responsable a través de la construcción de estadios y otros edificios, la calefacción de sus instalaciones o el desplazamiento de los equipos. Solo en el último mundial de Qatar se emitieron 5,2 millones de toneladas de CO2, según el observatorio independiente Carbon Market Watch.
Conocer la huella de carbono de la liga de fútbol profesional de España es imposible, ya que casi ningún club contabiliza sus emisiones. Solo lo hacen el Real Madrid (que generó 7.462 toneladas en 2020, según el último registro disponible en el ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico), el Real Betis (1.640 toneladas en 2021), el Celta de Vigo (alrededor de 550 toneladas la temporada pasada, aunque según su propia contabilidad, no registrada en el ministerio), el Espanyol (2.860 toneladas) y el Real Zaragoza (459 en la temporada 20/21). Entre el resto de clubes, algunos más mencionan la necesidad de reducir esta huella de carbono, pero lo cierto es que ninguno lo ha logrado y la mayoría, directamente, ni lo refleja entre sus prioridades.
En los últimos años, uno de los aspectos que más polémica ha generado alrededor del mundo del fútbol es el de los desplazamientos de los equipos (y, en particular, los equipos masculinos de los clubes más poderosos). La mayoría de los que están en primera división sigue optando por vuelos privados, incluso para distancias cortas que podrían ser perfectamente cubiertas en medios menos contaminantes, algo que cada vez es más criticado por la población.
“Es llamativo observar que, existiendo alternativas de desplazamiento menos contaminantes, algunos clubes se niegan a prescindir de los vuelos privados” explica Pau Mateu, doctor en ciencias del deporte y especialista en sociología del deporte. “Esto traslada un mensaje de que los grandes clubes de fútbol están absolutamente desacoplados de la sociedad en la que viven y que problemáticas como la crisis climática es algo que no va con ellos. Además, no es coherente con el principio de justicia que, en teoría, debe guiar la transición ecológica”.
“Sin embargo, tengo mis dudas acerca de hasta qué punto estas polémicas afectan a los clubes, más allá de los titulares que se generan en el momento. A pesar de sus perversiones, el fútbol continúa siendo un fenómeno de masas, un artefacto simbólico a través del cual podemos unirnos a otras personas y vivir en comunidad momentos de tensión y catarsis. Los clubes de fútbol siguen siendo un importante generador de identidades colectivas”, continúa el experto. “La mayor parte de la población está preocupada por la crisis climática, y estoy seguro de que muchos aficionados son críticos con prácticas que son poco éticas desde el punto de vista ambiental. Pero muchos otros están dispuestos a disculpar el uso de, por ejemplo, aviones privados, si es importante para el buen rendimiento del equipo”.
En este sentido, el FC Barcelona se comprometió este año a que el primer equipo viaje en tren siempre que la infraestructura y la agenda lo permitan (aunque no sabemos cuánto de a menudo es). Varios clubes tienen también acuerdos y patrocinios con Renfe. No es posible saber quiénes ya que desde la empresa de transporte ferroviario explican que hay clubes que prefieren no hacerlo público. En sus webs, solo el Real Valladolid habla de alianza con Renfe para que los desplazamientos de sus equipos sean en tren siempre que sea posible.
Dentro del capítulo de mitigación de emisiones, algunos clubes también tienen una apuesta más o menos decidida por las energías renovables. El 100% de la electricidad que consumen las instalaciones de Real Madrid, Atlético de Madrid y Espanyol, así como el 85% de la que usa el Valencia, es de origen renovable. Clubes como el Real Valladolid, Osasuna, la UD Las Palmas y el Athletic de Bilbao han construido instalaciones fotovoltaicas en los últimos años para alimentar parcialmente sus infraestructuras deportivas.
Entre el greenwashing y la omisión climática
Un puñado de clubes se toman su responsabilidad medioambiental relativamente en serio, publican sus memorias de sostenibilidad (lo hacen Real Madrid, Atlético de Madrid, Real Betis, Sevilla, Celta de Vigo, Espanyol y Real Zaragoza) y cuentan con acciones que, al menos sobre el papel, están dirigidas a mitigar el cambio climático y reducir su impacto ambiental. Para la mayoría, sin embargo, el planeta sirve para otra cosa.
Cuando se buscan referencias a sostenibilidad, cambio climático y medioambiente en el día a día y en los acuerdos de los clubes de fútbol, casi todos son poco más que greenwashing. Las alianzas con Ecoembes –señalada por su relación con el lobby y monopolio de los plásticos– y Ecovidrio se multiplican (tienen acuerdos con el Real Madrid, Sevilla, Las Palmas, Tenerife, Leganés, Málaga, Espanyol o Racing de Santander), así como los proyectos de recogida de plásticos (el Barça tiene uno a través del que también vende NFT) y limpieza de playas, como el del Cádiz.
También abundan los planes de reforestación y las acciones puntuales de plantar árboles, como las que tienen Valencia, Real Zaragoza, Huesca o Cartagena, o gestos simbólicos como la utilización de vasos reutilizables en los estadios o la instalación de unos pocos puntos de recarga o aparcamientos de bici y campañas para favorecer la movilidad limpia hacia y desde los estadios, como los casos de Burgos y Mirandés.
“En 2019, el Real Madrid usó en el Santiago Bernabéu su tercera equipación, de color verde, en una muestra de ‘apoyo’ a la Cumbre del Clima [celebrada ese año en Madrid]. Es un gesto con una carga propagandística importante”, explica Pau Mateu. “Este tipo de acciones permite no solo justificar una supuesta asunción de responsabilidades con la crisis climática, sino también blindarse ante potenciales críticas que puedan surgir a raíz de prácticas cuestionables desde el punto de vista ambiental. Puede que algunos clubes opten por mantener un perfil bajo sobre esta cuestión. Pero la presencia de la crisis climática en la conversación pública es cada vez mayor, por lo que las prácticas de greenwashing son más efectivas”.
A pesar de todo, es sorprendente la gran cantidad de clubes que optan por ese perfil bajo que menciona el especialista y ni siquiera mencionan un vago compromiso medioambiental o contra el cambio climático. Villarreal, Rayo Vallecano, Girona, Mallorca, Almería, Getafe, Elche, Granada, Levante, Eibar, Alavés, Albacete, Real Oviedo, Sporting de Gijón, Ibiza, Andorra, Ponferradina y Lugo (algunos de los cuales jugarán fuera del fútbol profesional la próxima temporada) parecen ignorar por completo la crisis ecológica en la que vivimos.
“La industria del fútbol es una herramienta con un poder de impacto social, emocional y económico inigualable”, señala Rafael Muela, gerente de la Fundación Real Betis. “Tenemos que aprovecharlo y hacer iniciativas de este tipo que promuevan la lucha contra el cambio climático y el cuidado del medioambiente. Tenemos que ser un ejemplo a seguir para los millones de seguidores que tiene el fútbol”.
Hay que hablar de los patrocinadores
Llegados a este punto, se hace necesario entender quién está detrás de los equipos de fútbol y quién los patrocina. Algunos de los clubes cuentan directamente con inversión de países del Golfo productores de petróleo, como Almería, Girona o Málaga. Los bancos, los grandes fondos de inversión y las constructoras también están detrás de muchos de ellos. Y, a la hora de hablar de los patrocinios, la cosa no cambia mucho.
La petrolera BP esponsoriza a Rayo Vallecano, Cádiz y Almería, mientras Petronor es el principal espónsor del Athletic Club de Bilbao. También son habituales las marcas de productos petroquímicos, las marcas de coches y los concesionarios y empresas de compraventa de vehículos. Nombres como Nissan o BMW aparecen entre los patrocinios de casi todos los clubes de primera, junto a los de aerolíneas como Emirates Airlines o Air Europa.
Los grandes bancos parecen compartir su amor por los combustibles fósiles con su pasión por el fútbol, ya que participan en los patrocinios de muchos de los clubes. De los 20 equipos que conformaron este año la primera división, CaixaBank es patrocinador de 15 de ellos. El Banco Santander es, además, el principal patrocinador tanto de la primera (LaLiga Santander) como de la segunda división (LaLiga 123). Cabe recordar que ambas entidades financieras son dos de los bancos que más dinero destinan cada año a proyectos que contribuyen al cambio climático y a la destrucción de la biodiversidad.
También llama la atención que, a pesar de los compromisos con la reducción de residuos y la economía circular, todos los clubes tengan entre sus espónsores a las marcas que son la causa principal del problema de los envases de usar y tirar, como Coca-Cola, Estrella Damm, Cruzcampo o Estrella Galicia.
¿Quiénes son los equipos más verdes?
En líneas generales, cuando hablamos del compromiso climático y ambiental del fútbol español, queda todo el camino por recorrer. Sin embargo, no todos los clubes se mueven con la misma velocidad. El Espanyol, por ejemplo, fue el primer club en presentar su memoria de sostenibilidad (lo hace desde 2016) y en calcular su huella de carbono (aunque no ha logrado reducirla).
Mientras, el Real Betis cuenta con una plataforma, Forever Green, a través de la que canaliza todas sus acciones ambientales, como la organización de partidos para visibilizar y movilizar a la sociedad en la lucha contra el cambio climático, las campañas de limpieza y reciclaje, los acuerdos de movilidad o la promoción de un ecohuerto en Sevilla. “Forever Green es un altavoz para aquellos que quieren dar a conocer al mundo lo que hacen por nuestro planeta. Hemos inspirado a más de 80 organizaciones a unirse y dar pasos juntos en la lucha contra el cambio climático”, explica Rafael Muela.
Aunque todavía queda mucho por hacer, la estrategia del club sevillano es probablemente la más avanzada del fútbol español en el terreno climático. Como explica el gerente de su fundación, esta pasa por reducir el impacto medioambiental de la propia institución y sus actividades, promover el uso de medios de transporte sostenible, apoyar la divulgación del mensaje de urgencia alrededor del cambio climático y apostar por tareas de reforestación, limpieza de espacios naturales y reciclaje.
Otros clubes, como la Real Sociedad, tienen un fuerte compromiso social, lo cual les hace aparecer casi siempre entre los clubes más sostenibles, aunque en materia medioambiental sus acciones sean más bien escasas.
Aun así, todos están lejos de lo que deberían estar haciendo y promoviendo para lograr una rápida reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en las próximas décadas y lograr que el ser humano esquive los peores efectos del cambio climático. ¿Qué debería, entonces, estar haciendo el fútbol? En este sentido, un ejemplo de concienciación medioambiental es el Forest Green Rovers (FGR), un club que actualmente milita en la English Football League Two, la cuarta división del fútbol inglés. Este fue reconocido por la ONU en 2018 como el club de fútbol más verde del mundo.
Entre sus acciones están el uso exclusivo de energía renovable (no solo para electricidad), las dietas sin productos animales para trabajadores y futbolistas, la eliminación de envases y plásticos de usar y tirar, el mantenimiento del césped sin químicos, el uso de parkings disuasorios y transporte público para acceder al estadio, un sistema de reciclaje de agua de lluvia o la medición (y, esta vez sí, reducción) de su huella de carbono.
“Entidades como la UEFA, LaLiga y los clubes muestran rechazo a cuestiones como racismo, pero sus acciones son limitadas. Con la crisis climática ocurre algo parecido: aunque se transmitan mensajes genéricos sobre la importancia de actuar frente al cambio climático, estos mensajes no van acompañados de acciones importantes”, señala Pau Mateu.
“Creo que sería muy positivo el surgimiento de jugadores y jugadoras que, a su vez, sean activistas climáticos. Futbolistas como Megan Rapinoe han contribuido a visibilizar las demandas por la igualdad de trato en el fútbol femenino. Jakub Jankto o Josh Cavallo ayudan a visibilizar cómo el fútbol todavía no es un espacio seguro en cuanto a las cuestiones LGTBIQ+. Tal vez no estemos tan lejos de contar con activistas climáticos en el terreno de juego”, concluye el doctor en ciencias del deporte.
Hubiera sido interesante leer alguna diferencia entre el fútbol y el ecologismo.
Al futbol ya se le llamaba en tiempos de Franco el opio del pueblo….
Hoy están aún más enganchados que entonces.
Entre el futbol y las redes sociales basura han creado ingentes rebaños soporíferos, sólo una minoría permanece despierta. Lo peor es que la inconsciencia de muchxs, la pagaremos todxs, culpables e inocentes.
Recular y recular, recular vertiginosamente. Patético.