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Las consecuencias de no adaptarse al calor: 50.000 millones de euros al año y la mortalidad multiplicada por 10

Un estudio liderado por Cristina Linares y Julio Díaz remarca la importancia de implementar protocolos de adaptación frente a las altas temperaturas.
Las consecuencias de no adaptarse al calor: 50.000 millones de euros al año y la mortalidad multiplicada por 10
Obreros trabajando en Madrid durante la primera ola de calor de 2019. Foto: Eduardo Robaina. Foto: olacalorobrero

El pasado julio fue el mes más caluroso del planeta desde 1880, año en el que comienzan los registros. Un dato que confirmaba poco después la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, en sus siglas en inglés), poniendo en relieve una de las principales consecuencias del cambio climático: las olas de calor son un fenómeno cada vez más frecuente. Según un análisis de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), las masas de aire extremadamente cálidas han pasado a tener una probabilidad diez veces mayor en las dos primeras décadas de este siglo que en las dos últimas del siglo pasado—.

El aumento de las temperaturas exige, según la comunidad científica, medidas de adaptación al calor para atajar los efectos que este tiene sobre la salud pública. El reciente estudio Mortality attributable to high temperatures over the 2021-2050 and 2051-2100 time horizons in Spain: adaptation and economic estimate, liderado por Cristina Linares y Julio Díaz, investigadores de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III (ENS-ISCIII), aborda cómo podrían aumentar las muertes asociadas al calor en las próximas décadas. Y no sería el único efecto: la no adaptación supondría un coste aproximado de 50.000 millones de euros al año, según una nueva investigación publicada en Environmental Research.

Según han explicado Linares y Díaz a Climática, son dos las principales conclusiones del informe: «Por un lado, que las medias de las temperaturas máximas diarias subirán a un ritmo de 0,6ºC por década en el conjunto estatal, en horizonte 2100 y en un escenario de emisiones 8,5, que es el más desfavorable». «Por otro lado, esta subida de temperaturas llevará asociado un incremento en la mortalidad de hasta 10 veces el valor actual: se pasará de 1.300 muertes por año a 12.000 si no se dan procesos de adaptación al calor», explican.

En este contexto, no todas las zonas españolas sufrirían los impactos de las altas temperaturas de la misma forma, según el estudio. «Hay ciudades en España en las cuales AEMET solo prevé aumentos de 0,3ºC por década, como es el caso de Oviedo, mientras que hay otras en las que este incremento será muy superior. Por ejemplo: Alicante pasará de 29,7ºC actuales a 35,8ºC entre 2051 y 2100, mientras que Zaragoza pasará de los 30,8ºC actuales a 39,9ºC, por lo que se espera que en estas zonas ocurra un mayor riesgo de mortalidad por calor si no se llevan a cabo procesos de adaptación», advierten Linares y Díaz.

La importancia de la adaptación

Hasta ahora y desde 2004, existe un Plan de Prevención frente a las Altas Temperaturas gestionado a nivel estatal por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Los investigadores del ESN-ISCIII valoran esta medida como «efectiva»: «Este plan, junto con otras medidas de carácter socioeconómico y cultural han conseguido que el impacto del calor haya disminuido en nuestro país de un 14% por grado en episodios de ola de calor a un 2% en la última década». Y añaden que «esta disminución del impacto del calor es general a nivel internacional en lugares desarrollados como Europa, Estados Unidos, Japón o Australia».

No obstante, también señalan otras formas de implementar los protocolos de adaptación al calor. Entras ellas, localizar nuevos grupos de riesgo a través de la investigación —embarazadas, personas con enfermedades renales, grupos poblacionales afectados por la pobreza energética o la exposición al calor en un contexto laboral—. Asimismo, Linares y Díaz inciden en la importancia de «detectar si hay cambios en los umbrales de definición de ola de calor y disminuir el área geográfica sobre la que se aplican; mejorar las infraestructuras urbanas para evitar el efecto de isla térmica y las mejoras en los edificios a nivel de aislamiento, así como más zonas verdes y azules —con agua alrededor—». Por último, apuntan, «aumentar la concienciación ciudadana a través de la educación ambiental sobre los efectos que el cambio climático tiene sobre la salud».

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COMENTARIOS

  1. Plantar árboles, limpiar montes y ríos, consumir local siempre que sea posible y lo justo, con conciencia y responsabilidad, reducir, reutilizar, reciclar.
    CONTRACUMBRE DEL G7 IRUN-HENDAIA-URRUÑA.
    Todos los años, en todas la cumbres del G7, el G20 y la OMC se habla de luchar contra las desigualdades. Para las organizaciones sociales, no resulta creíble que los países donde residen las mayores empresas transnacionales causantes de esas desigualdades, de la violación de derechos humanos y de la mayor parte de las emisiones de CO₂ mundiales, cuyos objetivos son la privatización de los recursos comunes y de los servicios públicos, vayan a encontrar soluciones a los problemas que ellos mismos han causado.

    En este sentido, la campaña No A los Tratados de Comercio e Inversión ha destacado el papel de los tratados de comercio e inversión y los privilegios que los mismos otorgan a las multinacionales, situándolas como sujetos de derecho al mismo nivel que los Estados. Estos tratados les permiten, entre otras cosas, “el acceso a la gestión de servicios públicos abriéndolos a la privatización; la comercialización de nuestros datos digitales; despojar a los países del Sur Global de sus recursos; contaminar, destruir el medioambiente y desplazar comunidades; demandar a los Estados por poner en marcha medidas sociales y de transición ecológica que afecten sus expectativas de beneficios”.

    De esta manera, los tratados comerciales y de inversiones conforman una armadura jurídica que blinda los privilegios de las multinacionales, y los sitúa por encima de los derechos de los pueblos. Según Francesca Ricciardi, portavoz de Ecologistas en Acción, “mientras estos tratados existan, y los líderes mundiales sigan acudiendo a las cumbres en representación de los intereses de las transnacionales y con la intención de mantener intactos sus privilegios, las palabras no valdrán nada”.

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