#LaUniClimática: Fenómenos meteorológicos extremos y migraciones forzosas

Sequías e inundaciones, y las migraciones derivadas de estos fenómenos han sido uno de los temas abordados durante la segunda jornada de #LaUniClimática.
#LaUniClimática: Fenómenos meteorológicos extremos y migraciones forzosas
Las mujeres son, a menudo, las principales víctimas de los desastres derivados del cambio climático. Foto: Asian Development Bank/Flickr Foto: mujeres-migraciones-2

Sequías e inundaciones, y las migraciones derivadas de estos fenómenos han sido uno de los temas abordados durante la segunda jornada de #LaUniClimática, la escuela de verano online organizada por Climática. Para ello, hemos contado con la presencia de Mar Gómez, física y responsable del área de meteorología de eltiempo.es, y la investigadora del Centro de Derecho Ambiental (CEDAT) de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, Beatriz Felipe. 

Sequías, lluvias torrenciales, inundaciones y subida del nivel del mar

España es el país más vulnerable al cambio climático de la Unión Europea. Partimos de la premisa de que, a largo plazo, la sequía tenderá a acentuarse en la cuenca mediterránea y los días de lluvia disminuirán. Eso es una realidad, y Mar Gómez, durante su ponencia, ha insistido en una idea: tendremos menos lluvias y más torrenciales, lo cual agravará el riesgo de inundaciones y supondrá una subida del nivel del mar. Ahora bien, aunque la tendencia es claramente decreciente en toda la península, será más acusada en Andalucía, Castilla La Mancha o el levante mediterráneo. A día de hoy, ha subrayado Gómez, España tiene ya más de 30.000 km2 de superficie semiárida y, para el periodo de 2041 a 2070, hasta la mitad de todo el territorio podría encontrarse en esta situación. 

El agua es el recurso más afectado por el cambio climático y el que se verá más afectado en el futuro”, afirma Mar Gómez. Esto es algo que tendrá consecuencias directas sobre nuestra supervivencia y la de los ecosistemas de los que formamos parte. Las tendencias observadas desde el siglo pasado muestran como las precipitaciones han aumentado en las latitudes medias altas del planeta, como Reino Unido o Alemania, mientras han disminuido en las regiones tropicales y subtropicales. Según el Panel Intergubernamental Para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), por cada grado que aumente la temperatura global, podrían subir las precipitaciones hasta un 3%.

Será momento entonces de hablar de inundaciones. A día de hoy, según datos de la ONU, 70 millones de personas sufren este problema cada año y “si las cosas no cambian, en 2060, podrían ser hasta 300 millones”. En España, “las inundaciones son la catástrofe natural más importante en términos de pérdida de vidas y económicas”, ha apuntado Gómez. Las regiones más vulnerables a este fenómeno meteorológico extremo son las islas Canarias, Euskadi y la costa mediterránea. Y es precisamente esta última la región que ya concentra, a día de hoy, el 70% de las lluvias torrenciales del país y las proyecciones apuntan a que este porcentaje vaya al alza.

A este fenómeno hay que añadirle la expansión térmica del mar, puesto que el aumento de la temperatura favorece la subida del nivel del mar. Del mismo modo, el archipiélago canario, situado en el Atlántico, podría verse afectado por el deshielo del Ártico, y las inundaciones costeras en Bilbao podrían triplicarse de cara al periodo de 2050 a 2100, fecha en la cual el nivel del mar podría llegar a crecer un metro.

Refugiados climáticos, una realidad que no podemos ignorar  

Beatriz Felipe, por su parte, ha abordado las consecuencias de estos fenómenos sobre el desplazamiento humano. Aunque es un problema que cada vez afecta a más personas en todo el mundo y con especial crudeza en el sur global, “no existe hoy en día una denominación acordada a nivel internacional” que permita y obligue a los Estados a reconocer a estas personas que, a día de hoy, reciben diferentes nombres: desplazados ambientales, refugiados climáticos, etc. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) sí que ha divulgado una definición de trabajo para clarificar algunos aspectos: el desplazamiento a causa del clima puede ser un movimiento individual y colectivo, y puede deberse a fenómenos puntuales, como un terremoto, o progresivos, como la sequía. Beatriz Felipe subraya, además, que la migración climática es “multicausal”. Según la experta, “no solamente es el cambio climático el que hace que las personas se vayan; es un cóctel de vulnerabilidad, de pobreza o de políticas de violencia”. 

En lugares como Alaska o las Islas Kiribati del Pacífico, el deshielo o las inundaciones no solo han forzado a las personas a desplazarse, sino que también han provocado “un cambio en la cultura, en la cohesión social de la comunidad y en la toma de decisiones”. El desplazamiento da lugar a conflictos nuevos. “¿Cómo nos vamos? ¿A dónde nos vamos? ¿Cómo van a ser nuestras casas, nuestras calles?” son algunas de las preguntas que pueden surgir y afectar gravemente las vidas de las personas, subraya la experta. 

Los deplazamientos a causa del clima son un fenómeno ‘invisibilizado’ a pesar de su gravedad. Según los datos que ofrece anualmente el Centro de Monitoreo del Desplazamiento Interno, el 75% de los nuevos desplazamientos de 2019 se debieron a desastres (esto no solo incluye el cambio climático, también otros fenómenos ambientales como terremotos, por ejemplo) y solo el 25% a conflictos o violencia. La crisis sanitaria de la COVID-19 solo ha hecho que agravar esta situación, ha explicado Beatriz Felipe. Las Islas Fiji, por ejemplo, sufrieron un ciclón durante la pandemia que obligó a las comunidades más vulnerables a escoger entre refugiarse de la tormenta o mantener el distanciamiento físico para evitar el contagio. 

Conviene recordar, también, que el género cruza de manera transversal en esta problemática, y son las mujeres y las niñas quienes acaban sufriendo más en las migraciones. “Se ha demostrado cómo los impactos del cambio climático hacen que ellas tengan un menor acceso a la salud o a la educación y que tengan que dedicar más tiempo a tareas feminizadas como ir a buscar el agua. También aumenta la violencia de género y, en procesos migratorios, mujeres son las que sufren mayores tasas de explotación y de tráfico de personas”. 

La labor pendiente de los Estados en este tema es la protección jurídica de las personas. “Falta voluntad política para hacer frente a estas realidades”, ha denunciado Beatriz Felipe. Aunque existen numerosos borradores e iniciativas para tratar de proteger a los desplazados climáticos, ninguna ha tenido éxito. Y es que la Convención de Ginebra sobre el Estatuto del Refugiado, firmada en 1951, no comprende el clima como motivo para adquirir la condición de refugiado. La investigadora considera muy compleja esta vía y recomienda “buscar otros mecanismos o estrategias regionales de protección y, sobre todo, invertir en cooperación para que las personas no tengan que irse de sus hogares”. 

Si quieres matricularte en #LaUniClimática y disfrutar de charlas como esta, puedes hacerlo pinchando aquí.

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Siguiente artículo