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El calor, de forma directa o indirecta, mata. Y en un contexto de cambio climático, donde los eventos de temperatura extrema son cada vez más habituales, intensos y duraderos, estas muertes están yendo a más. Con el fin de visibilizar este hecho surge MACE (Mortalidad Atribuible por Calor en España), una web que informa casi a tiempo real del número de muertes por calor en España. Este proyecto ha sido desarrollado por un equipo científico del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), la Universidad de Valencia (UV) y la Fundación para la Investigación del Clima (FIC).
En junio, julio y agosto de 2023 se registraron unas 11.165 muertes atribuibles al calor. En verano de 2022 fueron 15.309 las personas fallecidas. “La monitorización de la mortalidad atribuible al calor extremo es un dato esencial para la mitigación, adaptación y los planes de prevención”, explica a Climática Dominic Royé, investigador de la FIC y uno de los autores del trabajo.
Actualmente, MACE ofrece datos de mortalidad con respecto a la temperatura de los últimos cinco años. Por el momento, las cifras que ofrece la web son a nivel nacional y no considera las diferencias geográficas, ni por grupos de sexo y edad. Por ello, “las estimaciones deben interpretarse como un indicador del impacto del calor a nivel global, evitando interpretaciones a nivel local”, cuenta Royé. Aun así, adelanta que trabajan para implementar estimaciones de la mortalidad atribuible por calor a nivel regional y por grupos de edad que permitan, incluso, hacer estimaciones futuras.
Otra novedad que incorporará el proyecto de cara a 2024 son los meses analizados. Este año se ha constatado que las altas temperaturas no se limitan ya a los meses veraniegos. En abril se registró en la península una ola de calor con temperaturas hasta 3,5 °C más altas de lo que habrían sido sin calentamiento global. Y en octubre, mientras la España peninsular alcanzaba por primera vez en este mes los 38 ºC, Canarias ha estado toda la primera quincena con una ola de calor sin precedentes que ha llevado a suspender las clases durante varios días. Por ello, MACE monitorizará las muertes por calor ocurridas entre mayo y octubre. “El cambio climático ha ampliado significativamente el verano como lo conocíamos, lo que tiene implicaciones en los planes de prevención”, señala Dominic Royé.
La web emplea los datos oficiales del sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MOMO) y de las temperaturas registradas por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) para calcular la mortalidad atribuible al calor moderado, el calor extremo y el calor excesivo de los meses de junio a agosto en España.
El calor moderado hace referencia a temperaturas que se sitúan por debajo del percentil 95 de las temperaturas observadas. El calor extremo, en cambio, se refiere a todas las temperaturas superiores al percentil 95, que indica que sólo un 5% de los días tienen temperaturas iguales o superiores entre junio y septiembre de los últimos 10 años. Y luego, dentro de éste, se habla de calor excesivo, que son los días de máxima intensidad de calor.
“Si los ciudadanos fueran conscientes del impacto del calor extremo sobre la salud, esta aplicación podría favorecer el cambio de comportamientos a partir de las recomendaciones que hace el Ministerio de Sanidad en su Plan Nacional de Actuaciones Preventivas por Altas Temperaturas, como beber agua y líquidos con frecuencia, permanecer en lugares frescos, reducir la actividad física en el exterior en las horas centrales del día, usar ropa ligera que permita transpirar, y hacer comidas ligeras que permitan recuperar sales minerales”, apunta Aurelio Tobías, investigador del IDAEA y también autor del estudio.
¿Es que no sienten el calor los ciudadanos? Yo creo que sí son conscientes; pero ¿de qué les vale? si los amos del mundo siguen a su ritmo infernícola y destructor.
Hace como 3 ó 4 años que en mayo a mí ya me quema el sol por debajo de la ropa. Nunca antes lo había sentido.
A los árboles se les queman las hojas. Nunca antes lo había visto.
Las aguas de los mares dicen que queman, la tierra al mediodia desprende fuego y más si no llueve, que en muchas Comunidades no ha llovido prácticamente desde la primavera.
Cada verano me cuesta más sobrevivir. Cada verano me propongo que he de irme a vivir más al norte.
A los hijos de la Naturaleza que no los mata el calor los mata el «deporte» de la caza. La codicia y la bruticie nos están exterminando.
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Ante el anuncio del nuevo gobierno de Extremadura de usar métodos cinegéticos para el control de poblaciones en el Parque Nacional de Monfragüe, insistimos en que sólo puede hacerse como medida excepcional y temporal, y basada en estudios científicos que avalen su necesidad y garanticen que no se producen efectos negativos para la conservación de la biodiversidad.
Ante la noticia emitida por el gobierno regional de Extremadura, que anuncia la autorización de la actividad cinegética para el control de poblaciones de ungulados en el Parque Nacional de Monfragüe, manifestamos nuestro rechazo al plantearse como una medida más dirigida a recuperar la caza en el espacio, sin un estudio previo que avale su necesidad.
Los Parques Nacionales, como dice la propia Ley 30/2014, de 3 de diciembre, deben garantizar la conservación de las especies y hábitats que albergan por encima de cualquier circunstancia; y en el caso de que sea necesario tomar medidas para el control de poblaciones, éstas deben responder a criterios científicos y garantizar, con informes técnicos, que no supongan una amenazada para la conservación de la biodiversidad.
SEO/BirdLife, como define en su documento de posición sobre la caza, entiende que hay ocasiones en las que es necesario llevar a cabo actividades de control y gestión de poblaciones que impliquen la muerte de individuos en situaciones de sobrepoblación, presencia de especies exóticas invasoras, de depredadores de especies en peligro de extinción o de daños a la agricultura. En estos casos, las actuaciones deben ser promovidas y estrechamente supervisadas por las administraciones públicas, pudiendo contar con el asesoramiento de entidades científicas y/o medioambientales de reconocido prestigio. Para la ONG, estas actuaciones sólo se deberían autorizar si se cumplen las siguientes condiciones:
Existencia de un informe técnico-científico justificativo y actualizado con objetivos de conservación en una escala temporal y espacial relevantes, así como de indicadores de evaluación y seguimiento.
Demostración o evidencias de daño a poblaciones silvestres, hábitats o bienes humanos de manera cualitativa y cuantitativa.
Ausencia de otras soluciones alternativas viables.
El propio Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) del Parque Nacional de Monfragüe indica que el ejercicio de la caza es una actividad incompatible y, por lo tanto, prohibida. Y el “plan selectivo” para el control de poblaciones de ungulados, actualmente en vigor, no contempla el uso de métodos cinegéticos, salvo casos excepcionales. O sea, si los métodos de control no letal pueden no ser suficientes en determinadas zonas o momentos, el uso de técnicas cinegéticas puede ser complementario, pero nunca alternativo, y siempre orientado y ejecutado por y bajo supervisión de la administración.
Ante esta situación, y antes de que se proponga una modificación del PRUG que permita incluir estos anunciados métodos cinegéticos, solicitamos que se cumpla escrupulosamente la Ley de Parques Nacionales, su actual PRUG y el plan selectivo de Monfragüe, y solicita que se presente el correspondiente informe trimestral establecido donde se deben haber incluido las labores destinadas a controlar las poblaciones de ungulados y un análisis y evaluación de su eficacia, antes de plantear nuevas medidas. Además, planteamos que todo ello cuente con el visto bueno del Patronato del Parque Nacional que, hasta la fecha, no ha sido informado de nada.