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Un nuevo estudio publicado por la revista Nature Echology & Evolution ha encontrado que en la llamada ‘gran mancha de basura del océano Pacífico‘ (Great Pacific Garbage Patch) viven abundantes comunidades de organismos que son típicos de los litorales. En particular, los autores describen que docenas de especies de invertebrados costeros −como anémonas, esponjas y otros− han podido sobrevivir y reproducirse en desechos plásticos a miles de kilómetros de su hábitat natural. A diferencia del material orgánico que se descompone en meses o pocos años, los escombros plásticos pueden flotar en los océanos durante mucho tiempo y proporcionar un hogar a estos organismos, que así prosperan en el mar abierto.
Los autores examinaron más de 100 piezas de plástico procedentes de la gran mancha de basura del Pacífico y encontraron que en la mayoría de ellas los organismos costeros vivían junto a especies pelágicas nativas. En los desechos, las especies costeras podrían estar compitiendo con las nativas por el espacio y los alimentos o incluso podrían depredarlas. Los autores señalan que se están creando comunidades antinaturales de organismos y que el plástico podría facilitar la difusión de especies invasoras.
La investigación ha sido llevada a cabo por instituciones norteamericanas con la colaboración de científicos de la fundación holandesa The Ocean Cleanup. Fundada en 2013, la organización neerlandesa es una de las numerosas iniciativas independientes y sin ánimo de lucro que han surgido en los últimos años con el propósito de abordar el problema de la contaminación oceánica.
¿Islas de basura?
La gran mancha de basura del Pacífico es la zona flotante de acumulación de residuos más grande del mundo y, hasta ahora, la más conocida. Se encuentra entre Hawái y California, en correspondencia de una zona oceánica conocida como Giro del Pacífico Norte. Un giro oceánico es un sistema de corrientes marinas circulares. El movimiento giratorio de estas corrientes atrae los desechos hacia el eje del vórtice, donde quedan atrapados. Además del Giro del Pacífico Norte, hay otros cuatro grandes giros en los océanos y en todos ellos se han formado manchas de basura de diferentes tamaños: una en el Índico, dos en el Atlántico y una en el Pacífico Sur.
Estas cinco zonas oceánicas de acumulación de basura a menudo son definidas ‘islas’. Sin embargo, no se trata de verdaderas islas flotantes de desechos. Debido a la acción del viento y las olas, los escombros se esparcen continuamente tanto por la superficie del agua como desde la superficie hacia las profundidades, y el aspecto de esas áreas oceánicas es más el de una sopa turbia que el de una masa sólida.
El plástico representa la gran mayoría de los desechos. Esto es debido a dos razones principales: por un lado, su uso masivo a escala global; por el otro, los residuos plásticos no son biodegradables y, bajo el efecto del agua y el sol, se fragmentan en trozos cada vez más pequeños, convirtiéndose en los llamados microplásticos, trocitos de menos de 5 mm de diámetro.
Debido a que los residuos se mueven constantemente por la acción del viento y las corrientes, es difícil determinar el tamaño de una mancha de basura. Una investigación de 2018 describe que por aquel entonces al menos 79 mil toneladas de plástico flotaban en la gran mancha de basura del Pacífico, dentro de un área de 1,6 millones de km2. Si bien estas cifras son bastante más altas que los cálculos anteriores, los autores detallan que al cuantificar la masa de desechos tuvieron en cuenta únicamente la zona central de la mancha de basura, donde la densidad de escombros es más alta. Si se incluyeran también las áreas externas menos densas, describen, la cantidad total de residuos estaría cerca de las 100.000 toneladas.
Los desechos encontrados por los investigadores varían mucho en tamaño, desde grandes objetos hasta los minúsculos microplásticos. Los científicos pudieron identificar productos fabricados en los años 70, 80 y 90, y reconocer 12 países de producción diferentes. Entre los objetos que fue posible identificar había contenedores, botellas, tapas, correas de embalaje, espaciadores de ostras, cuerdas y redes de pesca. Según detallan los autores, al menos el 46% de la masa total de los residuos estaba compuesto por estas últimas.
Una amenaza latente para la salud humana
Los desechos que se encuentran en las manchas de basura pueden afectar a la vida marina de varias maneras. Son famosas las fotografías de aves, tortugas y otros animales muertos con el estómago repleto de residuos. Esto puede provocar la introducción de plástico en las redes alimentarias y llegar a afectar la salud humana. En estudios de biovigilancia se han encontrado compuestos utilizados para la producción de plástico en sangre y células humanas, y algunos científicos advierten de que, debido a la ingesta de microplásticos, la basura oceánica se ha convertido en una amenaza latente para la salud humana a escala mundial.
Otro problema bien conocido es el de la llamada ‘pesca fantasma’. Este término se refiere a las redes de pesca desechadas y otros residuos que, al desplazarse a la deriva por el océano, pueden atrapar a los animales y provocarles lesiones o incluso matarlos. Son populares las imágenes de organismos marinos atrapados en redes u otros residuos como los anillos plásticos de los paquetes de seis latas.
Menos publicitado es el efecto que la contaminación oceánica puede tener sobre las poblaciones de algas y plancton. A medida que los residuos se acumulan en la superficie del océano, bloquean el paso de la luz solar hacia esos organismos. Esto tiene consecuencias negativas en su supervivencia ya que estas criaturas producen sus nutrientes a partir del carbono y la luz solar. Asimismo, un impacto negativo en esas comunidades puede alterar la cadena alimentaria en su totalidad, ya que otros animales, como peces y tortugas, se alimentan de esos organismos.
Búsqueda de soluciones
Debido a que las manchas de basura se encuentran fuera de los territorios nacionales, no se considera a ninguna nación como responsable de limpiarlas. Por lo tanto, en la actualidad, los organismos intergubernamentales y las iniciativas privadas independientes son las únicas entidades que están abordando este problema.
La Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA) es el órgano de toma de decisiones sobre este ámbito de más alto nivel del mundo. Creado en 1972, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) lanzó en 2017 la campaña Clean Seas para acabar con la contaminación plástica en los mares. Hasta la fecha, 69 países se han sumado a la iniciativa. «La campaña destaca las formas en que las partes interesadas pueden ayudar a frenar el flujo de basura marina y desechos plásticos que ingresan a lagos, vías fluviales y océanos desde su fuente original», explican desde la UNEP.
Por otra parte, son muchas las organizaciones independientes que trabajan para abordar el problema de la contaminación oceánica. 5 Gyres, Project Kaisei y The Ocean Cleanup son algunas de ellas. Esta última ha desarrollado un sistema de recolección de basura y ha puesto en marcha una campaña de limpieza en la mancha del Pacífico Norte que sigue en curso.
System 002 continues cleaning up the Great Pacific Garbage Patch. Our 70th extraction is planned today. pic.twitter.com/M3GaLFIhcT
— The Ocean Cleanup (@TheOceanCleanup) May 19, 2023
Sin embargo, la recogida de los desechos es solo una parte de la solución. Según el UNEP, cada año se producen a nivel mundial alrededor de 460 millones de toneladas de plástico y al menos 11 millones de ellas terminan en los mares. Un reciente estudio señala que, sin una acción política urgente, esa cantidad seguirá aumentando.
Tanto el UNEP como las organizaciones privadas advierten de que para poner fin a la contaminación oceánica hay que actuar también en la prevención. El año pasado la UNEA acordó crear el primer tratado mundial sobre contaminación plástica para 2024, un acuerdo internacional legalmente vinculante que abordaría el ciclo de vida completo del plástico, desde su producción y diseño hasta su eliminación. «La circularidad es sólo una parte de la solución», explican desde el UNEP. Añaden: «Para acabar con la contaminación plástica, se necesita una colaboración extraordinaria en todos los frentes, disciplinas, escalas y sectores». Si de verdad se quiere solucionar este problema, todos, desde los gobiernos hasta las empresas y la ciudadanía, tenemos que hacer cambios radicales.
A los presidentes de diferentes estados, los plásticos no son problema para ellos, no le buscan soluciones, solo miran la parte económica, el mundo sera destruido por el confort de muchas empresas petroleras y la negación de muchos estados.
Que falta acciones dirigidos al cambio de actitud, a establecer alternativos de innovación, para conservar la vida en planeta tierra.
Los gases efecto invernadero, están calentando el planeta tierra, están cambiando el patrón de floración de muchos frutales y ademas sequía, no hay producción de alimentos, en los países subdesarrollados hay inseguridad alimentaria, y mucha HAMBRUNA..