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Llegar a Glasgow caminando a tiempo para el inicio de la COP 26. Es el objetivo que se han marcado nueve personas, activistas de Ecologistas en Acción y Extinction Rebellion. Iniciaron su marcha el pasado 28 de septiembre bajo la premisa de que «lo que suceda con la humanidad en las próximas décadas y siglos depende de lo que se decida en la cumbre sobre el cambio climático de Escocia en noviembre de 2021», como explican en su web.
El proyecto, que surgió en Zaragoza, es pionero en este tipo de acciones en España. Desde otros países, «sí hay varios grupos que también caminan hacia Glasgow, pero el nuestro es el que hace la mayor distancia en menos tiempo», explica uno de los integrantes de la iniciativa, el educador ambiental Carlos Buj. Por ejemplo, en paralelo tiene lugar el homólogo Camino to COP 26, impulsado por Extinction Rebellion en Reino Unido.
La ruta empezó en Bilbao, donde el grupo de activistas cogió un ferry que les permitió llegar hasta Portsmouth. A través de 20 etapas de unos 30 kilómetros diarios, atravesarán ciudades como Oxford, Sheffield, Leeds, Newcastle y Edimburgo. En algunos de estos puntos, los activistas tienen planeados encuentros con alcaldes y organizaciones. A las últimas dos etapas se unirán más personas hasta su llegada a Glasgow el 30 de octubre, justo antes de la COP 26, que tendrá lugar entre el 1 y el 12 de noviembre. Una vez allí, participarán de las movilizaciones que se sucedan en la sede.
Para encontrar alojamientos, los caminantes cuentan con el apoyo de grupos ecologistas locales pero también de Greenpeace o Fiends for the Earth –Amigos de la Tierra–.
El papel de la sociedad civil en una COP decisiva
No son pocos los compromisos que deben salir fortalecidos de esta cumbre. Lo saben bien quienes ya caminan hacia Glasgow: insisten en la importancia del conocimiento científico y, en concreto, del último informe del IPCC –el panel de especialistas en cambio climático de la ONU– y sus directrices para que las actividades humanas no hagan aumentar la temperatura global más allá de los 2 ºC, acorde con lo que establece el Acuerdo de París.
Sin embargo, más allá de cómo se sucedan las negociaciones –que implicarán a responsables políticos de centenares de países–, los activistas también consideran clave la presencia de la sociedad civil en este tipo de ambientes: «El papel de las organizaciones ecologistas en la COP es llamar la atención de los medios y poner el foco donde es necesario hacerlo, no donde indiquen los políticos o las grandes empresas», apunta Buj. La presencia de estas últimas se espera que siga la línea de la última cumbre del clima, celebrada en diciembre de 2019 en Madrid. La industria de los combustibles fósiles volverá a tener su espacio en Glasgow.
En los casi dos años sin negociaciones climáticas por la pandemia, ha aumentado la conversación sobre la crisis climática y su impacto en la salud pública. Según explica Buj, «hay una toma de conciencia de las implicaciones de nuestro modelo de desarrollo vinculado al crecimiento económico: destrucción de los ecosistemas, desestabilización del clima, extinción de especies…». «Y también de que los parches que nos proponen –coches eléctricos, reciclaje o palabrería verde– no son una solución real», añade.
En este contexto, es cada vez más habitual que la sociedad se haga preguntas: «¿Es demasiado tarde? ¿Qué puedo hacer yo?», señala el activista. «Y es difícil darles respuesta, especialmente en un entorno social y político que niega el espacio a las conversaciones que necesitamos», continúa. Es en este punto en el que se materializan iniciativas como la marcha a Glasgow: «Muchas personas deciden comprometerse para forzar los cambios que necesitamos de una forma más enérgica».