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La sequía no da tregua en España. Los récords de olas de calor se baten año a año. Tormentas cada vez más severas fuera de estación, huracanes que se adentran en territorio desconocido, nevadas históricas producidas por el desajuste del clima polar… «Soy el señor de las malas noticias, siempre lo digo». Albert Barniol, subdirector del Área de Meteorología de RTVE y «el hombre del tiempo» del telediario de mediodía de la cadena pública, resume así el sentir de muchos meteorólogos y de quienes se dedican a cubrir, en primera línea, el cambio climático.
«Cuando solo hablas de malas noticias, tienes la sensación de que todo está mal. Llega un momento en el que tienes que suavizar las cosas», continúa Barniol. «El planeta está cambiando y quienes más lo sufren son los más débiles; y por encima ves que no hay un cambio de rumbo claro para revertir esta situación. Al mismo tiempo, tenemos que dosificar las malas noticias porque nos arriesgamos a que el espectador acabe construyendo un muro y deje de vernos y de informarse». La vida desde las trincheras de la crisis climática está llena de dilemas. Es una carrera de obstáculos para transmitir la urgencia del problema sin caer en la desesperación, y esquivando los tentáculos de la ecoansiedad.
«Ahora mismo, gestionar esta ansiedad es difícil. Voy sobreviviendo». Isabel Moreno, meteoróloga y divulgadora, presenta el espacio del tiempo en en el programa de RTVE Aquí la tierra. Acaba de ser madre y todo se ha vuelto más complicado. «Puede parecer un tópico, pero es así. Todo me da ansiedad. Me doy cuenta de todo lo que no podemos controlar, de lo difíciles que son algunas decisiones. Lo llevo como puedo y pensando en que las cosas no pintan bien, pero el futuro va a ser mejor de lo que sería si no estuviésemos haciendo nada. Además, también me ayuda racionalizar, darme cuenta de que hay cosas que individualmente no podemos cambiar, pero que podemos hacer que le llegue el mensaje a quienes sí pueden hacerlo».
Para Mar Gómez, responsable de meteorología de eltiempo.es y divulgadora científica, la sombra de la frustración y la ecoansiedad siempre está presente, pero es que la situación es dramática. «Encontrar el equilibrio entre divulgar, informar y concienciar sin crear demasiado alarmismo no es fácil, ya que hay que trasladar la urgencia de la situación. Hay unos medios más tremendistas que otros, pero creo que la información del cambio climático es bastante realista. Sus consecuencias son olas de calor más intensas, largas y severas, cambios en los patrones de precipitación, deshielo de los casquetes polares, aumento del nivel del mar… Hablan por sí solas».
No hace «buen tiempo»
1 de abril de 2023, empieza la Semana Santa. Las televisiones, las radios, los periódicos y las redes sociales se llenan de mensajes de alivio: no pasa nada, va a hacer bueno. Tras el invierno, los días empiezan a ser más largos, se pueden pasar las tardes al sol y los árboles empiezan a cargarse de flores. El problema es que sigue sin llover y la España peninsular sigue inmersa en una situación de sequía meteorológica persistente, en la que entró hace más de un año, en enero de 2022 (según el último balance de la Agencia Estatal de Meteorología, AEMET).
«La Semana Santa justifica el sueldo de los meteorólogos de todo el año», bromea Isabel Moreno. «Hay mucha ilusión a nivel económico y personal, es la primera semana festiva después del invierno. Y en el imaginario colectivo, el buen tiempo es que no llueva y tengamos temperaturas agradables. Es algo muy difícil de cambiar, pero lo que tenemos que hacer es poner en contexto el mensaje optimista de ‘va a hacer buen tiempo’. Podemos decir que es normal que quienes están de vacaciones estén contentos porque en Semana Santa no va a llover, pero también que no podemos perder el foco de la situación dramática de sequía en la que estamos».
Las noticias relacionadas con los problemas de la falta de agua ocupan cada vez más titulares, desde las tensiones alrededor de la legalización de regadíos en Doñana hasta las dificultades que afrontan muchas cosechas para salir adelante. «A los meteorólogos no nos gusta nada hablar de buen y mal tiempo, ya que es muy relativo», añade Mar Gómez. «La ausencia de lluvias puede ser sinónimo de buen tiempo para algunos para organizar sus planes al aire libre, pero para un agricultor puede costarle su sustento económico y su modo de vida. Desde luego, la ausencia de lluvias así nunca es buen tiempo. Necesitamos agua».
Echando la vista atrás, Albert Barniol recuerda que en los medios empezó a oírse hablar más del cambio climático a principios de siglo, pero el tema no estaba apenas presente en los espacios del tiempo, muy centrados en la meteorología y el tiempo atmosférico. Poco a poco, la publicación de los informes del IPCC, las nuevas herramientas disponibles, los acuerdos internacionales y, sobre todo, la sensación de que el cambio climático no era algo del futuro lejano, sino algo con consecuencias palpables en el presente, empezaron a cambiar las cosas.
«A partir de la COP de París, desde 2015, empezamos a hablar cada vez más de que estábamos sufriendo el cambio climático en el presente, con consecuencias claras. En el caso de España, las olas de calor fueron muy importantes para que la mayoría de la población se fuera dando cuenta», reflexiona el meteorólogo de RTVE. Estas olas de calor son uno de los fenómenos en los que es más fácil identificar la huella del cambio climático y los estudios de atribución que encuentran estas relaciones son, precisamente, una de las herramientas más potentes que han cambiado el día a día de los meteorólogos.
Lidiar con el negacionismo
«Hoy es mucho más fácil hablar de cambio climático. Tenemos más herramientas para hablar de ello, como modelos de predicción muy potentes, informes y gráficos súper claros, estudios de atribución, guías que te explican cómo hilar los fenómenos concretos con el cambio climático…», enumera Isabel Moreno. «Y lo tenemos más fácil también porque el público es más receptivo que nunca. Creo que no hemos estado nunca en este nivel de conciencia ciudadana. Hace 50 años, a quienes se manifestaban por estas cosas la sociedad los veía como locos ecologistas. Ahora cada vez más gente habla de ello».
«La evidencia científica es clara y rotunda, pero también han ido surgiendo posiciones más polarizadas, hay más gente convencida y más gente que ningunea el problema, casi siempre por intereses ideológicos y económicos», añade Barniol. Lidiar con las caras múltiples del negacionismo, desde los haters que usan las redes sociales como plataforma de ataque hasta las posturas más enrevesadas del retardismo, no es fácil. Aun así, los tres meteorólogos comparten una idea: de entrada, es mejor no entrar a debates estériles e intentar no amplificar, sin buscarlo, los mensajes negacionistas.
«Siempre argumento con la ciencia, pero no entro a un debate irrespetuoso y que no tiene el objetivo de informar, sino de dañar y conspirar», explica Mar Gómez. «Aun así, creo que cada vez hay menos personas y, sobre todo, menos profesionales que dudan de la existencia de un cambio climático de origen antropogénico». Tanto Gómez como Barniol y Moreno son personas muy expuestas en las redes, que han tenido que lidiar en mayor o menor medida con todo tipo de haters y teorías conspirativas. Cuando hablamos con Isabel Moreno, justo acaba de vivir su primer gran episodio de este tipo.
Qué mapa más triste… esta podría ser la precipitación acumulada en los próximos 6 días. Las lluvias prácticamente esquivan España (via @MeteoredES) pic.twitter.com/2t1dMtisOC
— Isabel Moreno (@IsabelIsamoren) April 9, 2023
«Esta vez he optado por no hacer caso, para no amplificar estos mensajes sin querer», señala. «Ahora bien, está claro que esas ideas pueden calar. Para combatirlas, creo que el camino es crear una especie de vacuna informando y divulgando para que la gente, cuando se encuentre con teorías de la conspiración o mensaje negacionistas, sepa que son falsos y por qué. Con los retardistas tenemos otro problema más difícil, porque está en un nivel mucho más alto que no se puede enfrentar solo desde la comunicación. Necesitamos también políticas y herramientas más complejas para lidiar con él».
Que el mensaje llegue a quien tiene que llegar
«Existe otro perfil de gente dentro de lo que llamamos negacionismo. Muchas veces es gente afectada por el cambio climático que no encuentra una alternativa real a los problemas», añade Barniol. «Se ve en la tesitura de tener que cambiar de vida o de negocio, dejar de hacer lo que estaba haciendo, y se aferra a buscar otros motivos. Con este tipo de gente sí que creo que hay emplear tiempo en debatir y en informar, porque creo que cuanto más sepan, mejores decisiones podrán tomar». Para él, uno de los grandes problemas a la hora de informar sobre el cambio climático desde los espacios del tiempo es que tienen pocas posibilidades de explicar alternativas o soluciones, solo pueden profundizar en las consecuencias y en las causas.
«Además, cuando nosotros hablamos del cambio climático, parece que señalamos al ciudadano, pero los gobiernos y las empresas tienen mucha más responsabilidad», explica. «Incidimos quizá demasiado en el ciudadano y este puede sentirse presionado por un problema global. Todo suma, está claro, pero las decisiones de las empresas y de los gobiernos suman más. La mayor responsabilidad que tiene el individuo es quizá elegir a los gobernantes que coloquen la lucha del cambio climático como una prioridad».
Mar Gómez recuerda que cuando era niña (nació en 1985) tenía un libro que se llamaba 50 pequeñas cosas que pueden hacer los niños para salvar el planeta y en él ya se hablaba del problema del efecto invernadero y de sus posibles consecuencias. «Es paradójico que hoy tengamos toda esta información sobre lo que está pasando y pasará, pero los gobernantes sigan sin avanzar en la mitigación de las las emisiones de gases de efecto invernadero», concluye la meteoróloga. Pase lo que pase, ellos seguirán contándonoslo desde las trincheras del cambio climático.