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«Todos nosotros sufrimos los efectos del cambio climático en nuestra vida diaria. Según la Organización Mundial de la Salud, la contaminación del aire causa siete millones de muertes prematuras cada año, 600.000 mil de ellas niños y niñas». Esta frase, expresada en un tuit, corresponde a la todavía -aunque no repetirá en el cargo- ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social Luisa Carcedo. Lo publicó a raíz de las polémicas declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso. En una entrevista en la Cadena SER, la política del Partido Popular afirmó –erróneamente– que nadie ha muerto por la contaminación atmosférica, es decir, la contaminación del aire.
Para desmentir esa afirmación, Carcedo, entre otras personas, acabó por mezclar dos problemas distintos como son la contaminación atmosférica y el cambio climático. Porque no, no son lo mismo. «Si bien las fuentes de la contaminación atmosférica y del cambio climático, a modo general, son las mismas, esto es, las formas imperantes de transporte, producción y consumo de bienes y energía en el actual modelo, hay matices», argumenta el investigador y profesor de la Universidad Politécnica de Madrid Alberto Sanz Cobeña.
El cambio climático está impulsado por el calentamiento global, el cual se ve acelerado por diferentes gases de efecto invernadero como consecuencia de las actividades humanas. Los principales son el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el óxido de nitroso (N2O). El CO2, por ejemplo, aunque es el principal gas que contribuye al cambio climático, no es nocivo para la salud humana.
En cambio, entendemos por contaminación atmosférica a la presencia en la atmósfera de sustancias perjudiciales para la salud de las personas, así como el resto de seres vivos y los ecosistemas. Las partículas en suspensión (PM), el dióxido de nitrógeno (NO2) y el ozono troposférico (O3) son los tres contaminantes más dañinos y que generan enfermedades.
El tráfico rodado es una importante fuente tanto de gases de efecto invernadero como de los que causan contaminación atmosférica. Ante esto, el doctor en Biodiversidad Andreu Escrivà es tajante: «A mí no me hace falta hablar de cambio climático para quitar los coches de las ciudades. Aunque no hubiese cambio climático, tenemos motivos de sobra».
Pérdida de credibilidad
Para Escrivà, esta confusión genera, por un lado, «una barrera de entrada a conocimientos climáticos», y, por otro lado, «»es una dificultad para la actuación, por ejemplo, a nivel municipal». Para explicarlo, pone ejemplos: «Si la gente confunde ambos conceptos creyendo que es lo mismo, cuando tenga restricciones de coche o se le diga que hay que cambiar la forma de consumir o la forma de comer, te dirá que ya está haciendo todo lo que tiene que hacer contra el cambio climático». Y va más allá: «El problema está en que haya gente que piense que cuando solucionemos la contaminación, que es algo que pasará antes o después, el cambio climático también lo estará». Por este motivo, Escrivá considera grave el mensaje lanzado por la ministra de Sanidad.
Pero Carcedo no ha sido la única en lanzar mensajes contradictorios. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente publicaba estos días un tuit donde afirmaba que «las emisiones que causan el calentamiento global son las mismas que contaminan nuestro aire y causan graves enfermedades». Como explica Andreu Escrivá, «si se falla en algo tan esencial se genera una crisis de credibilidad que hace que se desconfíe en el resto de cosas que se dice, y que acabes tomándolo todo con pinzas».
Distintos conceptos que se retroalimentan
Cristina Linares, miembro del Grupo de Investigación en Salud y Medio Ambiente Urbano del Instituto de Salud Carlos III, considera «un error de concepto mezclar la contaminación atmosférica y el cambio climático». Si bien el cambio climático, afirma, es un problema a escala global, la contaminación lo es a escala local, y recuerda que ambos «se retroalimentan».
Como explica Linares, el cambio climático provoca un aumento de las temperaturas y, por ende, «situaciones de mayor estabilidad atmosférica», lo que implica que «no haya dispersión de contaminantes como había antes». Esa estabilidad atmosférica, cuenta, «es la que propicia que aumenten determinados contaminantes atmosféricos que están a nivel de la troposfera, especialmente el ozono troposférico».
En esas interconexiones ahonda Alberto Sanz: «A más cambio climático en zonas áridas o semiáridas bajo climas mediterráneos como el nuestro, más radiación y más periodos de sequías, condiciones favorables para que se origine ozono troposférico, cuyo precursores son los óxidos de nitrógeno, emitidos, sobre todo, por el transporte y la industria», entre otros.
Y pone otro ejemplo: el amoniaco. «Este es un gas contaminante atmosférico cuyo origen fundamentalmente está en la ganadería y la agricultura. El amoniaco, cuando se emite, viaja y forma partículas en suspensión que atentan contra la salud pública”, sostiene. Y añade que «esas partículas, que contienen nitrógeno, se acaban depositando y dan lugar a la emisión de óxido nitroso, que es un gas de efecto invernadero».
«La relación existe y es muy evidente» con ejemplos como estos, afirma el investigador. Aun así, asegura que «el mayor riesgo es poner el foco únicamente en el cambio climático», pues «nos lleva a situaciones peligrosas”. Una reflexión similar a la de Andreu Escrivà: «Me preocupa mucho que se esté generando una especie de estado opinión en el cual el cambio climático lo es todo».
Los plásticos o cómo monopolizar la lucha medioambiental
Los plásticos son, probablemente, el problema medioambiental que más concienciación ciudadana despierta. Tanto en la teoría como en la práctica. Desde la gente de la calle hasta la clase política, pasando por las empresas. La ingente cantidad de plástico que se genera actualmente es un problema identificado por toda la sociedad, que actúa en consecuencia. Precisamente, es su carácter visual lo que hace «identificarlo como un elemento clave de la crisis ambiental», explica el doctor en Biodiversidad.
Si bien la sociedad «ha percibido que es algo malo y que se puede combatir porque tenemos capacidad, llevado al extremo está generando que el plástico sea un monotema absoluto». Y es que, al igual que ocurre con la contaminación del aire, el plástico se asocia constantemente al cambio climático. Sin embargo, una vez más, conviene separar ambos conceptos y únicamente unirlos por su origen, que no es otro que el actual sistema capitalista.
«En los problemas ambientales no todo es cambio climático”, explica el divulgador. Para él, «la motivación principal de dejar de usar plástico no es el carbono. Es un problema, fundamentalmente, de descomposición, de incorporación a la cadena trófica, de que esta tiene una capacidad disruptiva de muchos ecosistemas y de que está matando a muchos animales y contaminando muchos ecosistemas”.
En este sentido, Escrivà señala que sería un error estar siempre «con una calculadora de CO2 en la mano” a la hora de escoger siempre aquello que tenga menor impacto de CO2, ya que «estamos despreciando el resto de variables: ¿Se ha producido de forma justa?, ¿genera más impactos después de haberlo usado?, ¿se puede reciclar de forma que no impacte al medio ambiente?, ¿puede tener algún tipo de generación sostenible?”, plantea Escrivà.
Sobre el porqué de estas confusiones, considera que «no estamos sabiendo explicarlo correctamente”. Por eso, dice, «cuando una persona va a tomar una decisión sobre su modo de vida se encuentra frente a una barrera brutal, porque cada cosa que puede hacer tiene detrás un montón de variables, y eso paraliza mucho”.
En la búsqueda de responsables, Alberto Sanz apela al «origen de todo esto»: «Los altavoces mediáticos los tienen gente sin formación básica en temas medioambientales». Además, remarca, «es algo muy visual a lo que se enganchan determinadas personalidades y que lo acaban mezclando en el mismo discurso”. Para él, esa difusa línea entre ambos problemas «es bastante pernicioso, en el sentido en que la gente piense que, por separar la basura en casa o no coger pajitas de plástico, ya está luchando contra el cambio climático», apuntando a que separar los residuos ayuda, pero generar menos ayuda más. «Preguntarnos si es necesario consumir lo que consumimos, también. Lo contrario, a medio y largo plazo, es totalmente contraproducente», pues «no va a la base del problema, que es el modelo de sociedad en el que vivimos», cuenta.
Cómo superar esta barrera
Para evitar todas estas confusiones y hacer llegar una buena comunicación en términos climáticos, tanto Cristina Linares como Alberto Sanz apuntan al papel «determinante» de la educación ambiental, como defiende la científica: «Son ellos los que tienen que transmitir a la sociedad los conceptos adecuados y correctos, y no dejar, por ejemplo, que muchas empresas o entidades estén haciendo educación ambiental cuando ni siquiera tienen los conceptos claros”.
Siguiendo con la educación ambiental, Sanz ve clave «fomentar un programa de educación ambiental serio y sólido a largo plazo», y señala a la necesidad de que haya «un programa de educación ambiental que fuese una política de Estado», «no solo para primaria y secundaria, sino también para los que toman las decisiones».
Finalmente, con la intención de comunicar de manera correcta y superar todas las confusiones y mensajes contradictorios, Andreu Escrivà apuesta por «encontrar una especie de teoría unificada de la comunicación climática». Es decir, «algo que nos permita comunicar y conectar con sencillez y de forma clara, pero a la vez siendo capaces de transmitir toda la profundidad de los retos y la urgencia de las acciones», concluye.
Contaminación atmosférica y cambio climático no serán lo mismo, pero las fuentes sí.
Y como bien decís uno retroalimenta al otro.
Lo que está claro es que ambos problemas han sido creados por el animal más torpe del Planeta, el hombre, y los efectos los sufrimos él y el resto del Planeta con todos sus animales más civilizados ya que el peor sólo destroza o mata para alimentarse. No por lujo ni por acumular.
AVILA:
Felicitación navideña para denunciar la contaminación por plásticos.
BAENA:
Denuncian el abandono de envases de plásticos en el PN de las Sierras Subbéticas.
CAMPO DE GIBRALTAR:
Alertan de la multitud de microplásticos y colillas en el litoral campogibraltareño.
CUENCA:
Cinco años de incumplimiento de la legislación sobre contaminación por nitratos de origen agrario.