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¿Cómo sería vivir en una eterna ola de calor? La ciudadanía de India y Pakistán lo saben. Ambos países, y gran parte del sur de Asia, llevan desde marzo soportando temperaturas extremas, llegando a máximas de hasta 50 ºC. Mientras se escribe este artículo, esas condiciones incompatibles con el bienestar humano persisten en su mayoría. Pues bien, un estudio rápido de atribución certifica que este episodio es 30 veces más probable y caliente por el cambio climático inducido por el ser humano.
Las altísimas temperaturas en una época tan temprana del año están provocando un gran sufrimiento en la población. Hasta el momento se han contabilizado cerca de un centenar de personas fallecidas en India y Pakistán. Además, como consecuencia de la ola de calor y de unas lluvias inferiores a la media, se ha reducido el rendimiento de las cosechas de trigo en India. Esto ha hecho que su gobierno haya dado marcha atrás a su plan de exportar unos 10 millones de toneladas de trigo como respuesta al déficit causado por la invasión rusa de Ucrania.
A esto se le suma que la escasez de carbón en India ha provocado cortes de electricidad que han limitado el acceso a los sistemas de refrigeración, lo que ha agravado aún más los efectos sobre la salud. Ante esta situación, millones de personas se han visto obligadas a utilizar mecanismos de adaptación, como limitar la actividad a las primeras horas de la mañana y la noche.
El calor que ha hecho en el mes de marzo en India no tiene comparación en 122 años de registros. El 29 de abril, un 70% del país llegó a estar afectada por la ola de calor. En Pakistán se registró la anomalía de temperatura positiva más alta de todo el mundo durante marzo, y muchas estaciones meteorológicas individuales registraron los máximos mensuales más altos de su historia. A esto, se le suma que el tercer mes del año ha sido extremadamente seco: un 71% menos de precipitaciones de lo normal en India y un 62% en Pakistán. Esto hizo, por tanto, que las condiciones fueran favorables para el calentamiento local de la superficie terrestre. También son las condiciones perfectas para los incendios forestales, los cuales ya se están produciendo.

Este estudio rápido lo ha llevado a cabo el World Weather Attribution, un grupo de científicos y científicas del clima que analiza la implicación del cambio climático en distintos fenómenos extremos. Participaron 29 especialistas de distintas partes del mundo, también de los países afectados.
Simplificando, lo que hace es una simulación informática en la que se compara esta ola de calor en dos planetas distintos: uno como el actual, es decir, con un calentamiento global de 1,2 ºC, y otro donde el ser humano no ha influido. La diferencia entre ambos es lo que determina el papel que ha jugado el cambio climático.
Según los resultados –conservadores, avisan–, un acontecimiento como la actual ola de calor de larga duración sigue siendo raro: la probabilidad de que ocurra cada año es de un 1%. Sin embargo, el cambio climático ha hecho que sea 30 veces más probable que ocurra. Y a medida que aumenten las emisiones de gases de efecto invernadero y, por ende, la temperatura, el evento será aún más habitual. Con 2 °C, se esperaría una ola de calor como ésta hasta una vez cada cinco años.
«Es importante hacer hincapié en calificar las olas de calor como catástrofes, ya que muchos de los factores que contribuyen a los impactos pueden evitarse», señala Emmanuel Raju, coautor del estudio e investigador del Departamento de Salud Pública de la Universidad de Copenhague (Dinamarca).
Hay que insistir en que la situación de India y Pakistán no son la excepción sino la norma dentro de un contexto de crisis climática. En la actualidad, todas las olas de calor se han hecho más probables e intensas debido al cambio climático. También otros muchos eventos meteorológicos extremos se han incrementado en potencia y tiempo por el calentamiento del planeta. Recientemente, se ha sabido que el cambio climático hizo el doble de probable las lluvias e inundaciones extremas de Sudáfrica que causaron 400 muertes en abril. También que el cambio climático causó pérdidas de 4.000 millones de dólares durante el tifón Hagibis que azotó Japón en 2019.