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Soy Elena González Egea, soy astrofísica y represento a la Rebelión Científica. Me rebelo junto a muchas otras científicas porque estamos aterradas. Sentimos pánico. No hace falta ser científica para sentirlo. Un 90% de los españoles, según el CIS, también lo sabe y considera que la catástrofe climática es la mayor amenaza para sus vidas, incluso en plena guerra de Ucrania. Yo siento pánico porque los gobiernos no actúan, ya que están secuestrados por los lobbies y los grandes grupos de intereses económicos que mandan, engañan y destruyen. Siento pánico porque las ONG verdes y los ecologistas siguen luchando, pero no han cambiado su forma de actuar y siguen negociando cuando ya no hay nada que negociar. Se nos acaba el tiempo y avanzamos en una senda suicida para la humanidad, como dijo António Guterres, secretario general de la ONU.
La Rebelión Científica es un movimiento social cuyo principal objetivo es que la comunidad científica se sume a la resistencia civil global frente a la emergencia climática. Salimos de nuestros laboratorios, de nuestra profesión, y nos rebelamos. Todas y todos debemos salir. Si las científicas seguimos actuando como si nada pasara lanzamos el mensaje de que, en realidad, las cosas no están tan mal.
Decidimos mirar de frente lo que se nos viene encima
Nuestro movimiento surgió en Reino Unido a finales de 2020 con sólo dos personas. Apenas dos años después, durante el pasado mes de abril, unas 1.000 científicas en más de 25 países realizamos acciones directas noviolentas que en muchos casos acabaron en detenciones y represión policial, todo para hacer sonar la alarma de la emergencia climática global. En España, el pasado 6 de abril, unas 50 científicas arrojamos sangre falsa a las paredes y las escalinatas del Congreso de los Diputados.
En la comunidad científica llevamos décadas escribiendo artículos y llamando la atención sobre la crisis climática, pero las emisiones de gases de efecto invernadero no han dejado de aumentar. Estamos viviendo una ola de calor insólita en mayo, y esto está afectando gravemente a los cultivos. El riesgo de desertificación de la península es ya una realidad y seguirá empeorando en los próximos años, afectando a un 75% del territorio. La crisis climática es hoy, la crisis climática ya está aquí, no es algo de las próximas generaciones. Durante nuestras vidas veremos hambrunas masivas como nunca antes se han visto, y también llegarán a Europa; lo estamos empezando a notar en el precio de los alimentos básicos.
Y las instituciones actuales no van a atajar esta crisis. Un ejemplo: justo cuando la ONU dijo que la previsión actual de un aumento de 2,7 ºC en la temperatura global para final de siglo significa «un código rojo para la humanidad», el gobierno de Aragón presentó una candidatura para albergar los Juegos Olímpicos de Invierno, a pesar de que eso suponga un crimen ambiental, deuda y precariedad.
Quienes realmente hemos interiorizado el escenario ante el cual estamos, no podemos seguir haciendo vida normal. Nuestra vida ha quedado irremediablemente atravesada por la responsabilidad de no causar más daño, y de reparar todo lo posible el ya provocado. Cuando conoces la magnitud de la Sexta Extinción Masiva en la que estamos no puedes mirar hacia otro lado.
La ciudadanía contra la barbarie: para que el pánico cambie de bando
Estamos aterradas, y estamos aquí para pedir ayuda. Agradecemos este premio Ecozine Berta Cáceres 2022 como reconocimiento a nuestro compromiso, pero lo que realmente necesitamos es que todas salgamos a las calles y hagamos disrupción noviolenta hasta que consigamos una insurrección civil que devuelva el poder a la ciudadanía. La rebelión científica pide que sea real y efectiva una futura asamblea climática ciudadana. Y no es ninguna utopía. Es el cambio institucional que reclama ahora mismo el Consejo de Europa a todos los gobiernos, afirmando que las acciones individuales ya no sirven. George Papandreou, ex primer ministro griego y coordinador de un informe histórico al respecto, recomienda una urgente reforma democrática fundada en la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones en materia ambiental. Más y mejores asambleas ciudadanas estatales y también autonómicas, provinciales, municipales para tratar «los factores sistémicos responsables de la emergencia climática».
Se acaba de clausurar el 22 de mayo en Madrid la última sesión de lo que llaman una asamblea climática y no lo es: no lo es porque no cuenta con resoluciones vinculantes y no ha tenido ninguna visibilidad en el resto de la sociedad. El MITECO ha hecho una blablasamblea, la militancia verde no se ha movilizado lo suficiente para defender nuestro derecho a participar y los medios de comunicación no se han interesado en un proceso en el que 100 ciudadanos y ciudadanas de a pie se han enfrentado a la barbarie climática de hoy.
¿Quién sabe que la democracia participativa funciona y que la asamblea climática francesa sembró pánico entre los lobbies el año pasado? Cuando la gente puede cogobernar, el pánico cambia de bando. Y los grandes criminales climáticos lo saben: el poder de la gente es la única esperanza que nos queda. Los gobiernos y las grandes empresas tienen sangre en sus manos. Por eso fuimos a tirar sangre en el Congreso el día en que se publicó el informe final del IPCC.
Tenemos el deber de desobedecer
Estamos montados en un coche al borde de un precipicio, la mitad del coche está ya fuera y nuestros gobiernos siguen pisando el acelerador. Como dijo sir David King, el jefe asesor científico del anterior gobierno del Reino Unido, tenemos que actuar rápido: los próximos 3 o 4 años decidirán el futuro de la humanidad. Para poder lograr un cambio sistémico, en Rebelión Científica usamos la acción directa noviolenta como táctica. Han sido tácticas de lucha social utilizadas desde hace décadas por todo el mundo y que, cuando se vuelven masivas, son capaces de conseguir objetivos políticos que parecían imposibles, incluso la caída de regímenes autoritarios o la igualdad de derechos de las mujeres. Tenemos el deber de desobedecer, más aún en países del Norte Global, donde no nos asesinan por hacer esto, como sí lo hacen en países donde las activistas y los pueblos originarios se juegan la vida por todas nosotras, como Berta Cáceres Flores.
Nuestro pánico no nos paraliza. Justo lo contrario. Nuestro pánico es nuestra energía. Nuestro pánico es nuestra fuerza, nuestra humanidad y nuestra acción por la vida. No seremos cómplices. Tenéis mucho más poder del que pensáis. Podéis hacer mucho más de lo que pensáis. ¿En qué lado de la historia de la destrucción masiva de la vida queréis estar?
Autoras del discurso:
Elena González Egea (astrofísica), Belén Díaz Collante (ambientóloga) y Agnès Delage Amat (historiadora) son activistas de Rebelión Científica.
DE LA CIUDAD DE LOS COCHES A LA CIUDAD DE LAS PERSONAS
Organizaciones sociales diversas se han unido para impulsar la nueva campañaBarcelona’22 para dar a conocer el proyecto transformador que han elaborado por una ciudad saludable, con una movilidad sostenible y justa, que respeta el planeta.
La propuesta presentada en rueda de prensa en la plaza Sant Jaume de Barcelona plantea la aplicación de un peaje urbano como evolución de la Zona de Bajas Emisiones Rondas de Barcelona para disuadir al uso habitual individual del vehículo privado, junto con un Plan de choque para potenciar la movilidad activa y el transporte público.
El proyecto, que ha sido elaborado durante un año un año siguiendo el rigor técnico y la metodología usual en este tipo de proyectos, contiene medidas de bajo coste y gran impacto para conseguir cambios estructurales en un plazo de dos años. Los principales resultados:
Reducción del tráfico y sus emisiones contaminantes. Un 21% de reducción mínimo directamente por la aplicación del peaje, que será superior con el plan de choque.
Conversión vial con la eliminación de las autovías urbanas para dar prioridad a los modos más sostenibles y equitativos: carril BUS, carril VAO, carril bici y pacificaciones.
370 millones de euros anuales en ingresos netos del peaje, que se destinarán a la movilidad activa y el transporte público, y el 10%, al sistema público de salud.
Potenciación del transporte público: incremento de la oferta de transporte público, especialmente en el que existen menos alternativas, conexiones con Barcelona más allá del área metropolitana. Carriles bus urbanos y de entrada en las ciudades y mejora de los principales intercambiadores de transporte público de la ciudad. Extensión del sistema tarifario integrado en toda Cataluña y creación de un abono anual de transporte público en Cataluña.
10% de la cuota de bici en Barcelona y área metropolitana (cuota actual 2%).
Recuperación del espacio público para las personas, la vida social y la potenciación del comercio de proximidad…
https://www.ecologistasenaccion.org/198879/de-la-ciutat-dels-cotxes-a-la-ciutat-de-les-persones/