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Casi 60 millones de personas se vieron obligadas a desplazarse internamente (es decir, dentro de su propio país) por conflictos, guerras y desastres naturales en 2021. Supone un incremento de 5 millones respecto al año anterior, según el informe mundial anual que elabora el Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC, por sus siglas en inglés). Del total, más de 25 millones tienen menos de 18 años.
Esta cifra «sin precedentes», recoge el documento, «es el resultado de nuevas oleadas de violencia y de situaciones de conflicto prolongadas en países como Etiopía y Afganistán, pasando por Siria y la República Democrática del Congo». No obstante, todo apunta a que este año se volverá a batir otro récord como consecuencia de la guerra en Ucrania, que ya ha causado millones de movimientos.
Una vez más, los desastres –incluida la erupción volcánica de La Palma– fueron la causa de la mayoría de los desplazamientos (que no desplazados) internos en todo el mundo, con 23,7 millones de un total de 38 millones. La cifra es inferior a la de 2020, cuando se superaron los 30 millones. Dentro de los desastres, las amenazas relacionadas con el clima concentraron un 94% de estos desplazamientos, si bien muchos fueron debidos a evacuaciones preventivas por las alertas de ciclones e inundaciones que afectaron a zonas densamente pobladas de la región de Asia-Pacífico.
Los tres países con más desastres naturales fueron China, Filipinas e India, que alcanzaron sus cifras más altas del último lustro, con 6 millones, 5,7 millones y 4,9 millones de desplazamientos, respectivamente. Como muestra la evidencia científica, los fenómenos meteorológicos extremos que causan estos desastres son cada vez más habituales y fuertes debido al cambio climático.
Los conflictos y la violencia provocaron 14,4 millones de movimientos, lo que supone un aumento de casi un 50% respecto al año anterior.
Por regiones, África subsahariana fue la que más desplazamientos registró, con más de 5 millones solo en Etiopía, el dato más alto registrado para un solo país. República Democrática del Congo, Afganistán y Myanmar también alcanzaron cifras sin precedentes el año pasado. En cambio, Oriente Próximo y el Norte de África se registraron los datos más bajos en una década. Los autores achacan esto último a una reducción en la violencia en países como Siria, Libia e Irak, aunque el número total de desplazados internos de la región continuaba siendo «preocupante» a finales de año.
Un factor a tener en cuenta es que muchos de los movimientos no son por un solo motivo, sino que se agrupan varias razones. Por ejemplo, un evento meteorológico extremo que se produce en medio de un conflicto. Es el caso de Mozambique, Myanmar, Somalia o Sudán del Sur, donde el solapamiento de diversas crisis causó graves efectos colaterales en la seguridad alimentaria e intensificó la vulnerabilidad de millones de personas. Y no hay que olvidar la COVID-19, la cual ayudó a agravar las desigualdades y la precariedad de vida de los personas desplazadas internamente.
«El desplazamiento prolongado jamás podrá resolverse si no se procuran unas condiciones sostenibles para que los desplazados internos puedan retornar a sus hogares, integrarse a escala local o reasentarse en otro lugar», sostiene Alexandra Bilak, directora del IDMC. La experta señaló, además, el impacto especial que estas migraciones tienen en la infancia. Los desplazamientos forzosos afectan a su seguridad, su bienestar y su educación. Por eso, y por su papel determinante en el futuro, pidió más protección para ellos. «Los niños, niñas y jóvenes son catalizadores de cambio, y reconocerlos como tal es fundamental para proteger los avances del desarrollo y reducir el riesgo de futuras crisis», afirmó.
La red Gas No Es Solución declara su oposición al desarrollo de más infraestructuras gasistas y denuncia la falsa coartada del hidrógeno verde a nivel estatal y europeo.
La sociedad civil rechaza más infraestructuras gasistas innecesarias.
Tras la publicación de la estrategia de la RePowerEU, Gas no es Solución expresa su rechazo a la propuesta del Congreso de los Diputados de facilitar los trámites de construcción y financiación del gasoducto MidCat, entre ellas su introducción de nuevo en la lista de proyectos de interés común europeo (PCIs), esta vez bajo la excusa de ser compatible con el hidrógeno verde. Una enmienda que también alienta a la promoción de la reapertura de la regasificadora ilegal de El Musel, además del Real Decreto-ley 6/2022, en proceso de enmiendas, cuyo texto original permite el desarrollo de nuevas infraestructuras gasistas en las islas canarias. Numerosos estudios reflejan que hay que dejar gran parte de los combustibles fósiles bajo tierra. A juicio de Gas No Es Solución, no es necesario el desarrollo de nuevas infraestructuras gasistas para salir de la dependencia energética del gas ruso en 2025. En este sentido, defiende la plataforma, el rol del hidrógeno tiene un potencial de aporte muy escaso de ayuda.
Un ejemplo es el MidCat, un controvertido proyecto paralizado en el 2019 por el rechazo de los reguladores energéticos español y francés al proyecto. Su desarrollo no supondría una ayuda en el corto, medio ni largo plazo para la crisis energética europea. Aún en el plazo improbable de terminarse en tres años, lo que conllevaría un gran incremento de costos, solo podría transportar el 2,2 % de la demanda de gas europea en 2021. De utilizarse para transportar hidrógeno 100 % renovable en el futuro, sería necesario incrementar en un 45 % el potencial fotovoltaico instalado, un 37 % más en el caso de la eólica, desviando inversiones necesarias para la urgente descarbonización del mix eléctrico….
https://www.ecologistasenaccion.org/199024/la-sociedad-civil-rechaza-mas-infraestructuras-gasistas-innecesarias/#manifiesto