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La denuncia de Repsol contra ocho activistas de la plataforma Rebelión por el Clima ha llegado este viernes al Juzgado de Instrucción nº 27 de Madrid. Se trata de una acusación por daños leves a las instalaciones de la sede de la compañía en Madrid, en cuyas puertas el grupo de activistas celebró una protesta el pasado 12 de diciembre. Ese día, en el que se celebraba el quinto aniversario de la firma del Acuerdo de París, la plataforma –integrada por diversas organizaciones ecologistas, como Greenpeace o Ecologistas en Acción–, convocó movilizaciones en todo el Estado para protestar contra la inacción climática de empresas y gobiernos.
En la denuncia, a la cual ha tenido acceso Climática, Repsol expone que varias personas vestidas con equipos de protección integral «procedieron a arrojar pintura tanto al rótulo como a los alrededores, esparciéndola con escobas». También que, hasta la llegada de la Policía, exhibieron pancartas en las que se podía leer: «Cinco años después seguimos luchando por el 1,5 ºC», en referencia al objetivo de temperatura fijado en el pacto climático alcanzado en la capital francesa, entre otros lemas como «Repsol sigue manchando de petróleo». Finalmente, las fuerzas de seguridad identificaron al grupo de activistas y a dos periodistas.
Según explica la activista de Rebelión por el Clima Marta García Pallarés, lo que hicieron fue simular un derrame de petróleo «con materiales orgánicos: tinta de calamar y tomate triturado». A la salida del juicio, la activista ha insistido en que no causaron ningún daño y «se podía limpiar fácilmente, pero la empresa no nos dio la oportunidad de hacerlo».
En la denuncia también se especifica el coste de la limpieza, que fue de 275,80 euros sin IVA. Una cantidad que, acorde al documento, se hará llegar mediante una factura a Rebelión por el Clima. Según cuenta García Pallarés, además de estos costes, durante el juicio se ha propuesto una multa de seis euros al día durante tres meses para todas las personas encausadas. No obstante, la sentencia se conocerá en los próximos días y la activista espera «que la justicia no nos condene como culpables».
Desde Rebelión por el Clima apuntan «directamente a la industria de los combustibles fósiles, que intenta silenciar a quienes la critican».
Esta plataforma encuentra «contradictorio» lo que ha sucedido. «Repsol nos lleva ante la justicia por evidenciar su falta de compromiso con el planeta y denunciar su intento de maquillar la verdad a través del greenwashing, cuando deberían ser ellos quienes dieran explicaciones por sus desmanes ante el cambio climático», explican en un comunicado, en el que también insisten en la necesidad de actuar de forma urgente para detener los peores impactos del cambio climático.
El greenwashing de Repsol
En el mismo comunicado, Rebelión por el Clima aporta algunos datos para señalar el «lavado verde» de la compañía petrolera. Según un informe publicado por Greenpeace en diciembre del año pasado, Repsol-Petronor fue la segunda empresa española más contaminante en 2018. En ese año, fue responsable del 3% de las emisiones totales de gases que dañan el clima del país. En 2019, sus emisiones aumentaron un 13%.
Un informe publicado recientemente por el Observatorio de Sostenibilidad sitúa a Repsol a la cabeza en la lista de empresas que más gases de efecto invernadero emiten en España, por encima de Endesa.
Según el estudio de Greenpeace, «la descarbonización de Repsol está llena de engaños». Para Rebelión por el Clima, «la mayor muestra de la resistencia de Repsol es que la petrolera pospone para después de 2040 la “compensación” del 60% de sus emisiones». «Y esa reducción estará referida a «intensidad de carbono», es decir, a la cantidad de emisiones por energía producida», continúan las organizaciones que conforman la plataforma. Y añaden que «nada indica, de momento, que las emisiones brutas se vayan a reducir».
Está muy claro:
… «la industria de los combustibles fósiles (y el sistema) intenta silenciar a quienes la critican».
Otro «angelito» del sistema: la multinacional NESTLE:
En 2013, Internet casi explotó cuando se publicó un video en el que el presidente y director ejecutivo de Nestlé, Peter Brabeck-Letmathe, dijo que «el acceso al agua no es un derecho público», que el agua no es un derecho humano, que es solo un alimento más y un mercancía, que debería ser «privatizada», dándole un «valor de mercado» y distribuida por el «mercado libre». No solo eso, afirmó que declarar el agua como un ‘derecho’ o un ‘derecho humano’ era «extremo». Estas son sus palabras exactas del video:
«La única opinión, que creo que es extrema, está representada por las ONGs que insisten en declarar el agua como un derecho público. Eso significa que, como ser humano, debes tener derecho al agua. Esa es una solución extrema. Y la otra opinión dice que el agua es un alimento como cualquier otro y que, como cualquier otro alimento, debería tener un valor de mercado».
El Huffington Post escribió que «la gente se sorprendió por la inhumanidad de la declaración de Brabeck, y con razón». El comportamiento del agua de Nestlé es aún más atroz que con la leche para bebés, aunque no se registran las muertes directas. Pero, de hecho, Nestlé ha tenido enormes problemas en tantos países por agotar los recursos hídricos locales y dejar a las comunidades completamente secas, por el bien de embotellar y vender su agua…
https://insurgente.org/larry-romanoff-nestle-y-el-agua-del-mundo/
Las organizaciones que apoyan la plataforma señalan la responsabilidad frente a la crisis climática de grandes empresas como Repsol, Iberdrola, Endesa, Naturgy, Iberia, Ecoembes, Real Madrid, Banco Santander, BBVA, Campofrío o Coren, cuyos intentos de «lavado verde» (greenwashing) no son soluciones ante la emergencia climática, sino meras cortinas publicitarias que generan nuevos conflictos, agravan el cambio climático y retrasan su solución.
Desde la plataforma, denuncian el aumento de la criminalización de la protesta pacífica que en los últimos años se ha visto acentuada con normas como la ley mordaza y apuntan directamente a la industria de los combustibles fósiles, que intenta silenciar a quienes la critican.