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Los bancos siguen financiando la crisis climática y la pérdida de biodiversidad. A pesar de compromisos como la alianza formada hace menos de un año para lograr las cero emisiones netas antes de 2050, las entidades financieras continúan dando su dinero a empresas que contribuyen a aumentar el calentamiento global.
Desde 2016, año de la firma del Acuerdo de París, los bancos más grandes de Europa han invertido unos 400.000 millones de dólares (unos 353.000 millones de euros) en empresas que expanden la producción de petróleo y gas. Solo desde abril de 2021 –cuando se formó la Net-Zero Banking Alliance (NZBA), respaldada por la ONU–, los bancos miembros analizados han aportado al menos 38.000 millones de dólares (33.000 millones de euros) en financiación a las 50 principales empresas de extracción de petróleo y gas.
Estos datos forman parte del nuevo informe de ShareAction. Recientemente, esta organización publicaba otro informe donde ponía en duda las promesas y políticas de «sostenibilidad» de los principales bancos europeos. En ese documento había tres bancos españoles que no salían bien parados: Santander, BBVA y CaixaBank. En el trabajo que se publica este lunes, 14 de febrero, vuelven a ser señalados como cómplices de la inacción climática.
Si bien por lo general se experimenta una reducción en el último año (como en el caso de los tres españoles), la cifra de dinero destinada a los combustibles fósiles sigue siendo incompatible con frenar el calentamiento del planeta y la mitigación del cambio climático.
Los bancos españoles, cómplices de la crisis climática
Los tres bancos españoles son habituales en este tipo de estudios. A pesar de que todos ellos tienen planes medioambientales, forman parte de la NZBA, lanzan anuncios sobre reducir emisiones y aparecen en programas asegurando estar comprometidos contra la crisis climática, la realidad es bien distinta.
Banco Santander es el séptimo banco europeo que más dinero ha invertido en los últimos siete años (de 2016 a 2021) en proyectos para la expansión de gas y petróleo, con unos 23.399 millones de dólares, lo que se traduce en cerca de 20.700 millones de euros. Un 60% de ese dinero acaba en proyectos de empresas fuera de Europa. Las tres principales compañías a las que financia son Petrobras, Pemex y BP, según ShareAction.
En el puesto 15 aparece BBVA, con 10.803 millones de dólares (unos 9.500 millones de euros). La mayor parte de ese dinero (un 72%) se destina a empresas fuera del continente. Pemex, la española Repsol, y TotalEnergies son sus principales clientes. Y siete puestos más atrás (en el 22º) figura CaixaBank, con 487 millones de dólares (en euros, 430 millones) destinados a proyectos de gas y petróleo, todas de empresas europeas. Las principales multinacionales financiadas son Gazprom y TotalEnergies.
Como se observa en la gráfica siguiente, en el caso de CaixaBank aparecen dos años en blanco. Según explica Xavier Lerin, autor principal y analista bancario senior, esto se debe a que no han podido encontrar ninguna transacción en el dominio público. Aun así, esto «no significa necesariamente que no haya financiado a empresas de petróleo y gas». En general, cuenta, «estas cifras son probablemente una subestimación de los volúmenes de financiación, ya que muchas transacciones no se hacen públicas».
Para Lerin, si bien el Santander, BBVA y CaixaBank han tomado algunas medidas para limitar su exposición a las actividades de petróleo y gas no convencionales. Sin embargo, «ninguno de ellos se ha comprometido a eliminar gradualmente la financiación de estas actividades y, por tanto, siguen expuestos a estos sectores de forma indefinida». En este sentido, el especialista destaca el hecho más relevante: ninguno de los bancos españoles en el ámbito de su análisis ha adoptado medidas para reducir la financiación en relación con la expansión del petróleo y el gas, a pesar de su compromiso de alinearse con el cero neto para 2050.
Hace menos de un año, el informe Banking on Climate Chaos 2021 señalaba cómo desde que se firmó el Acuerdo de París, Banco Santander y BBVA han invertido 56.387 millones de dólares en combustibles fósiles.
Del compromiso teórico a la práctica: los bancos hacen lo que quieren
El peor banco para el clima, según el informe, es HSBC, que ha aportado 59.000 millones de dólares a las principales empresas de expansión de petróleo y gas, como Exxon Mobil, la mayor petrolera de Estados Unidos y unas de las que más presión y desinformación vierte sobre la crisis climática; y las empresas estatales Pemex (de México) y Saudi Aramco. En segundo lugar está Barclays, que ha inyectado desde 2016 unos 48.000 millones de dólares. Exxon Mobil, Shell y BP fueron las que más financiación recibieron.
El tercer lugar lo ocupa el francés BNP Paribas, el banco más grande de Europa y el sexto a nivel mundial. Aunque se habían comprometido a reducir los préstamos a las actividades de exploración y producción, también ha sido expuesto por su papel en la financiación de las empresas de expansión de petróleo y gas. Desde la firma del Acuerdo de París, ha invertido 46.000 millones de dólares. En 2021, cuando se supone que suscribieron el compromiso para reducir sus emisiones y lograr emisiones netas cero, ha aumentado la financiación en un 16% en comparación con los niveles anteriores a la pandemia. Shell, Saudi Aramco, BP son las empresas a las que más financian.
Los autores del análisis denuncian la hipocresía de muchos de los bancos. A pesar de que una mayoría se ha comprometido a no utilizar combustibles fósiles en 2021 o antes, muchos han aumentado su financiación para la expansión de los combustibles fósiles el año pasado. Entre ellos se encuentran Credit Suisse, ING, Intesa Sanpaolo, UBS, Nordea y Danske Bank.
De los 25 bancos europeos analizados, solo Commerzbank, Crédit Mutuel, Danske Bank, La Banque Postale y NatWest han comenzado a restringir la financiación de proyectos de petróleo y gas. Además, solo tres entidades –Commerzbank, Crédit Mutuel y La Banque Postale– se han comprometido a restringir la financiación de empresas con planes de expansión, señala ShareAction.
El 50% de este desarrollo procede de fuentes no convencionales, como la fracturación hidráulica, la perforación en el Ártico y las arenas bituminosas. Estos combustibles tienen un mayor impacto ambiental y climático, pero también conllevan mayores riesgos financieros y de reputación: "Si la demanda de petróleo y gas disminuye a medida que aumenta la acción climática, los precios caerán y los activos quedarán varados", avisan los autores.
Poner fin al gas y el petróleo
Seguir financiando a empresas para que continúen extrayendo petróleo y gas (y, lo que es más todavía grave, carbón) va en contra de lo que claman la comunidad científica y los principales organismos expertos. En este ámbito, incluso quienes históricamente se habían aliado con los productores de combustibles fósiles han ido poco a poco cambiando de opinión por la fuerza de los datos.
Es el caso de la Agencia Internacional de Energía (AIE). En mayo del año pasado hizo un llamamiento directo y sin precedentes al señalar que la explotación de gas, carbón y petróleo, así como su producción, deberá detenerse cuanto antes, y las centrales eléctricas de carbón deberán cerrar antes de 2030. Es necesario, pedían, porque es la única forma de limitar el calentamiento global y de cumplir con el objetivo de neutralidad climática para 2050.
Según un portavoz de la secretaría de la Net-Zero Banking Alliance (NZBA), en declaraciones a The Guardian, los bancos debían establecer sus primeros objetivos para 2030 en el otoño de 2022, centrándose en los mayores contaminantes, incluidas las empresas de petróleo y gas.
ENAMORADOS Y CÓMPLICES DE LAS GUERRAS DEL CAPITAL.
El actual conflicto entre Rusia y Ucrania nace de los intereses comerciales de las grandes compañías de gas y de la necesidad de determinados países de ejercer como mediadores en la distribución de la tan deseada fuente de energía para Europa.
Mientras el gaseoducto que atraviesa el Báltico hasta Alemania permanece inactivo en contra de los intereses de este país, Ucrania pugna por mantener el paso del gas por su territorio, de lo cual obtiene una parte considerable de su PIB. Mientras tanto, EEUU, que gracias a la tecnología del fracking, muy lesiva medioambientalmente, ya puede vender su gas licuado a Europa, presiona para ampliar su mercado, y ya ha negociado con la UE suministrar gas desde otras fuentes bajo su control económico en caso de conflagración.
Desde la Plataforma Córdoba por la Paz rechazamos la vinculación de nuestra ciudad con la OTAN, una alianza militar que, a pesar de que nació con el argumento de la necesidad de defensa frente al bloque socialista, ha vivido sus momentos de mayor expansión precisamente desde la caída de la URSS, aumentando significativamente su presencia en la Europa del Este, promoviendo el rearme y el abandono de los acuerdos de desarme nuclear. Esto demuestra que su verdadera función ha sido mantener el poder incontestable de los EEUU, asegurando su control de los recursos que necesita para alimentar su insostenible modo de vida y que se encuentran, en la actualidad, principalmente en Oriente Medio, África, Asia Central y en China. Esta situación coloca a Europa y a Andalucía bajo una constante tensión por la presencia en su territorio de enormes contingentes de armamento y soldados que son considerados como una amenaza para Rusia y las sitúa, de nuevo, como posible objetivo militar.
proponemos destinar el desorbitado gasto militar, y las importantes inversiones previstas por las distintas administraciones para la futura Base Logística militar, a iniciativas alternativas de carácter civil que creen empleo digno y de calidad, dando respuesta a las muchas necesidades ambientales, sanitarias, educativas y sociales de todo tipo a las que nos enfrentamos. No queremos que se sitúe a Córdoba en la encrucijada de tener que elegir empleos que sostengan la guerra. Esta situación coloca a regiones especialmente vulnerables, como Andalucía, bajo la necesidad de que apoyar la continuidad de conflictos bélicos, la muerte, la destrucción de culturas y de la naturaleza para poder tener un sueldo a final de mes.
Que abunden los recursos para la preparación de la guerra mientras escasean y se recortan los destinados a cuidar y satisfacer las necesidades más básicas de las personas es una señal de que EL CAPITALISMO NO ES UN SISTEMA VIABLE, sino un sistema que busca la acumulación permanente a costa de la destrucción del medio y de las personas y que para acabar con esta economía de guerra necesitamos apostar por UN NUEVO MODELO ECONOMICO CENTRADO EN EL TRABAJO Y NO EN EL CAPITAL. Un trabajo que recupere toda su dignidad al basarse en el respeto hacia todas las formas de vida y dirigirse a la producción y restitución de lo que realmente es legítimo y necesario. Solo esto hace a una economía racional.
https://www.ecologistasenaccion.org/190275/rechazamos-los-preparativos-de-guerra-en-ucrania-y-vincula-la-base-logistica-del-ejercito-en-cordoba-con-la-otan-y-su-politica-belicista/
El Comité de Supervisión Bancaria de Basilea.
Este comité poco conocido establece los estándares para la regulación bancaria para todo el mundo. Y en este momento, están pidiendo la opinión pública sobre la banca y la crisis climática.
Exijámosle que ayude a poner fin a la financiación de los combustibles fósiles y proteja a las personas de sufrir un colapso financiero relacionado con el clima.
https://www.bis.org/bcbs/commentupload.htm?cdpath=/bcbs/publ/d530.htm
Estoy convencido de que ni la humanidad ni la naturaleza tienen salvación bajo el capitalismo. Y tengo la esperanza de que, un día, la humanidad considerará que es un sistema inhumanamente abominable.
El año comenzó con una noticia estremecedora. En 2021, en pleno auge de la pandemia, la fortuna de las 500 personas más ricas del mundo creció en más de un billón de dólares.
Para tener una idea de lo que esto significa, basta saber que, en 2020, el PIB de Brasil –la suma de todos los bienes y servicios de una población de 212 millones de personas– fue de 1,445 billones (7,5 billones de reales).
Si sumamos el patrimonio líquido de ese selecto club de 500 supermillonarios, el resultado es de 8,4 billones de dólares, superior al PIB de cualquier país del mundo, salvo Estados Unidos y China.
De los 500, diez son casi 4,520,145 millones de dólares más ricos.
La mayoría de los supermillonarios controla los medios de comunicación, en especial los electrónicos. O sea, fabrican las ideas que pueblan las mentes de mucha gente. Esos diez hombres tienen también poder para detectar cada uno de nuestros pasos y registrar nuestras preferencias. Poseen más poder que casi todos los jefes de Estado.
De los diez, solo uno no vive en Estados Unidos. Y, como se sabe, Estados Unidos es hoy un imperio más poderoso que el romano de los césares, el persa de Ciro, el griego de Alejandro Magno. Tiene poder ideológico (en especial a través de la industria del entretenimiento, como el cine), económico (el dólar y el euro son las únicas monedas internacionales, exceptuando las virtuales) y bélico (acumula 3,750 ojivas nucleares).
Vale subrayar que esos nueve estadounidenses tienen un inconmensurable poder electoral, ya que en Estados Unidos se permite el financiamiento privado de las campañas políticas.
¿Y por qué esas diez personas poseen fortunas tan fantásticas?
Porque vivimos en el sistema capitalista, que instauró la naturalización de la desigualdad social, la convicción de que la naturaleza existe para ser explotada, la creencia en que todos son libres para ascender de la pobreza a la riqueza (la meritocracia), el poder de dictar leyes y monitorear gobernantes y, como explica Max Weber, el precepto de que poseer una fortuna es señal de la bendición de Dios…
De los 7,9 mil millones de personas que habitan este planeta devastado por el capital, 857 millones padecen hambre (de la cual 24,000 mueren cada día); 780 millones sobreviven en la miseria; 785 millones no tienen acceso a agua potable; y más de 3,000 millones viven en la pobreza.
Nuestra era puede definirse como el capitaloceno. Hoy día, el poder del capital habla más alto que el derecho a la vida de los seres humanos y la naturaleza. La apropiación privada de la riqueza se considera un mérito y un derecho, protegidos por las leyes y la policía.
Los más ricos son envidiados, cortejados, adulados y admirados, mientras que los más pobres son menospreciados, rechazados y excluidos.
(FREI BETTO. ¿Salvará el capitalismo a la humanidad?-Insurgente.org)