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Frente a las promesas, los datos. A pesar de que Banco Santander y BBVA han publicado en los últimos meses sus planes y estrategias para combatir el cambio climático, sus propuestas distan mucho de lo realmente necesario: dejar de financiar a las empresas que dañan directamente el clima. Desde que se firmó el Acuerdo de París, en 2016, ambas entidades han invertido 56.387 millones de dólares en combustibles fósiles: 34.036 millones el Santander y 22.351 millones el BBVA.
Aun con la pandemia y una recesión económica mundial, en 2020 el banco presidido por Ana Botín destinó 9.678 millones de dólares a financiar a los principales responsables del calentamiento global de la atmósfera. Esto supone un incremento de casi el 17% respecto a 2019 y del 102% en comparación a 2018. En cuanto al BBVA, la cantidad de dinero invertida en el último año ascendió a 4.871 millones de dólares, la cifra más alta en los últimos cinco años.
Tanto el Banco Santander como BBVA figuran entre la lista de los principales financiadores de empresas de petróleo y gas en alta mar y en el Ártico, de fracking, de importación y exportación de gas natural licuado, y de minas de carbón. En prácticamente todos estos ámbitos, han elevado sus inversiones en el último año.
En el apartado dedicado a resumir todas las políticas en los diferentes campos de inversión, Banco Santander y BBVA salen bien parados al ocupar la octava y novena posición, respectivamente. No obstante, «incluso los bancos que encabezan esta tabla tienen todavía un largo camino que recorrer para alinear realmente sus políticas con los objetivos del Acuerdo de París», resalta el informe. En el listado de políticas relacionadas con el petróleo y el gas, si bien el Santander ocupa la segunda posición, obtiene una puntuación de solo 18,5 sobre 120.
Banco Santander no ha querido hacer ningún comentario sobre el contenido del informe. En cuanto a BBVA, aseguran que figuran «en posiciones muy bajas», y «precisamente por ello, cualquier movimiento supone porcentajes de variación altos». Defienden que «habría que medir el movimiento en absoluto, no en relativo», porque de hacerlo «un 4,1% de crecimiento en cinco años es un crecimiento prácticamente plano». Asimismo, insisten en que junto a su reciente anuncio de dejar de financiar empresas del carbón en 2030, a lo largo de 2021 implementarán «planes y objetivos para acompañar la descarbonización de sus clientes en todos los sectores intensivos en emisiones de CO2».
Estos datos forman parte del informe Banking on Climate Chaos 2021, publicado cada año por las organizaciones internacionales Rainforest Action Network, BankTrack, Indigenous Environmental Network, Oil Change International, Reclaim Finance y Sierra Club y respaldado por más de 300 organizaciones de 50 países.
La investigación, la más exhaustiva en la materia, documenta una desconexión alarmante entre el consenso científico mundial sobre el cambio climático y las prácticas continuas de los mayores bancos del mundo. Desde la firma del pacto climático, los 60 principales bancos han invertido 3,8 billones de dólares en combustibles fósiles. En el último lustro, estos bancos han invertido casi 1,5 billones de dólares en las 100 empresas más importantes en la expansión de estos combustibles.
Solo el año pasado, los bancos mundiales proporcionaron 750.000 millones de dólares en financiación a las empresas de carbón, petróleo y gas. Aunque supone un 9% menos, si se analiza a los 60 primeros, la financiación a esta industria dañina para el clima, la salud y el medio ambiente fue mayor en 2020 que en 2016.
«El descenso sin precedentes de la financiación mundial de los combustibles fósiles ofrece a los mayores bancos del mundo una dura elección de cara al futuro: pueden decidir mantener la trayectoria descendente del apoyo a la principal industria que impulsa la crisis climática o pueden volver imprudentemente a las actividades habituales a medida que la economía se recupera», sostiene Ginger Cassady, directora ejecutiva de Rainforest Action Network.
Estados Unidos, a la cabeza
Los bancos con sede en Estados Unidos siguen siendo los mayores responsables de las emisiones en 2020, con JPMorgan Chase como el peor banco fósil del mundo a pesar de que se comprometió recientemente a alinear su financiación con el Acuerdo de París. Entre 2016 y 2020 ha invertido 316.735 millones de dólares, un 33% más que Citi, el segundo peor banco durante este periodo. El tercer puesto lo ocupa Wells Fargo incluso habiendo reducido su contribución un 42% el año pasado.
En la Unión Europa, el banco que más dinero da a la industria de los combustibles fósiles es BNP Paribas (cuya filial en Estados Unidos es Bank of the West, que publicita con fuerza su supuesta responsabilidad sobre el clima). Se sitúa como el cuarto peor banco fósil en 2020 tras proporcionar 41.000 millones de dólares, un 41% más respecto a su actividad en 2019.
Banco Santander y el complejo de GNL en Nigeria
El informe también hace un repaso a una serie de casos relacionados con proyectos que atentan contra el clima y el medio ambiente. Uno de ellos es el Nigeria LNG Limited (NLNG), un complejo de gas natural licuado situado en la isla de Bonny, en el delta del Níger, en el que está involucrado el Banco Santander. Como detalla el documento, entre las instalaciones se encuentran seis unidades de procesamiento (trenes), dos embarcaderos de exportación, ocho tanques de almacenamiento y seis gasoductos que atraviesan 110 comunidades. La planta es propiedad de la Nigerian National Petroleum Corporation, Shell, Total y Eni.
Actualmente, NLNG tiene una capacidad de producción de 22 millones de toneladas de GNL al año. Sin embargo, la planta está a punto de ampliarse de nuevo añadiendo un séptimo tren, que aumentaría la producción anual a más de 30 millones de toneladas. En mayo del año pasado, se aprobó su financiación por parte de una serie de bancos, entre ellos el de Ana Botín.
Cuando el complejo se construyó por primera vez, las comunidades fueron reubicadas en una zona de manglares recuperada, a menudo con el uso de fuerza militar. Explican que el nuevo emplazamiento no admite fuentes de ingresos tradicionales, como la pesca y el cultivo de ciertas cosechas. Además, 20 años después, la población reubicada aún no ha recibido compensación.
Políticas climáticas insuficientes
El informe, en su parte final, también evalúa las políticas en materia de emisiones financiadas. Concluye que, en general, son muy insuficientes y no están alineados con los objetivos del Acuerdo de París. Es el caso del BBVA y el Santander, cuyas metas son calificadas como muy débiles. Para los responsables de la investigación, los compromisos se centran en el objetivo lejano y mal definido de lograr «cero emisiones netas para 2050» o en restringir la financiación de los combustibles fósiles no convencionales.
Las organizaciones autoras del informe apuntan que el respeto a los derechos indígenas, incluido el derecho al consentimiento libre, previo e informado, así como los derechos humanos en general, deben ser un requisito no negociable en todas las decisiones de financiación de los bancos.
¿Y que otra cosa se puede esperar de estos tiburones?; pero ¿quienes son más culpables, éllos, o quienes les mantienen generosamente confiándoles sus ahorros y finanzas?
La mayor responsabilidad del caos mundial la tenemos el consumidor, irresponsable e inconsciente. Nosotros tenemos la llave del cambio, pero es fatigoso pensar. es fatigoso comprometerse.