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La petrolera Shell era consciente de las consecuencias de sus actividades mucho antes de que se mencionaran las palabras «cambio climático» por primera vez. Ya en la década de los 70 sabía que el camino a seguir no era el de los combustibles fósiles. Incluso antes, a principios de los 60, conocía los riesgos de la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera procedente de la quema de combustibles fósiles. Pero, aun así, lo omitió todo.
Una serie de documentos muestran cómo Shell respaldó hace más de 50 años investigaciones científicas que alertaban sobre los peligros de los combustibles fósiles para el medio ambiente y la sociedad. El activista climático holandés Vatan Hüzier, junto al medio DeSmog y la plataforma holandesa de periodismo de investigación Follow The Money, ha recopilado durante cinco años centenares de archivos tanto públicos como privados, así como testimonios de antiguos empleados de Shell y personas cercanas a la empresa, como pruebas de la poca transparencia de la empresa. La investigación ha sido bautizada como Perlas sucias: exponiendo el legado oculto de Shell en materia de responsabilidad por el cambio climático, 1970-1990.
Hüzier ha demostrado cómo, a pesar de que la empresa era consciente de su impacto climático, avaló a su vez otras publicaciones que minimizaban u omitían esos riesgos para el planeta y defendían el uso de combustibles fósiles, especialmente del carbón. Entre los archivos, se incluye un memorando confidencial de Shell titulado El efecto invernadero, publicado en 1986, en el que se advertía de impactos climáticos «mayores que cualquiera de los ocurridos en los últimos 12.000 años», y revelaba un programa interno de Shell sobre ciencia climática iniciado en 1981.
Asimismo, la investigación incluye otra publicación confidencial datada de 1989 y titulada Escenarios 1989-2010, en la que se habla de un escenario futuro de «mercantilismo global» de altas emisiones en el que las temperaturas medias globales aumentaban más de 1,5 ºC. Este es un fragmento del documento citado:
«Sin embargo, los cambios afectarían sobre todo a los humanos […]. Tal vez los habitantes de los países industrializados podrían hacer frente a una subida del nivel del mar (el ejemplo holandés), pero para los países pobres esas defensas no son posibles. El problema potencial de los refugiados en el mercantilismo global podría no tener precedentes. […] Abundarían los conflictos. La civilización podría resultar frágil».
Estos hallazgos contrastan con los estudios y campañas publicitarias que Shell sí publicaba. En 1981, la empresa divulgó Hora de la Energía (Time for Energy), una película de media hora en la que no se mencionan las preocupaciones científicas y se apuesta por el carbón como fuente de energía clave para hacer avanzar al planeta. Anteriormente, también financió proyectos en los que se sugerían soluciones tecnológicas poco realistas para compensar las crecientes emisiones de la quema de combustibles fósiles.
Shell no es la primera compañía fósil que oculta información. La petroquímica francesa Total Energies también sabía de su impacto ya en el año 1971, cuando el presidente-director general de la Compagnie Française des Pétroles (CFP), René de Lilliac, reconoció que Total era «plenamente consciente de que cada una de sus actividades puede generar una contaminación que puede afectar al equilibrio de la naturaleza». Un caso similar se destapó en 2015 entorno ExonMobil. Entonces se supo que la petrolera había ocultado sus conocimientos sobre las consecuencias de los combustibles fósiles desde finales de los años setenta.
A principios de año, Shell anunció unos beneficios anuales récord de más de 42.000 millones de dólares gracias a la subida de los precios del petróleo y el gas tras la invasión rusa de Ucrania. Sin embargo, la compañía cada vez reúne más demandas por falsas promesas y engaños sobre los riesgos de los combustibles fósiles. En Estados Unidos, varios estados y ciudades han interpuesto al menos 20 demandas colectivas a la empresa. Y a finales de 2022, 16 municipios puertorriqueños también la demandaron, entre a otras del sector, en el primer caso de responsabilidad climática con cargos federales.
Puedes leer la investigación completa en el medio de comunicación DeSmog.