Compartir:
Este artículo forma parte del especial ‘Hacia la transición energética‘.
Cuatrocientos años después de que Cervantes describiese Castilla-La Mancha como una tierra de molinos, nuestros ‘molinos’ (aerogeneradores) lideran hoy la capacidad instalada y la generación eléctrica. España es actualmente el segundo país europeo y el quinto a nivel mundial en potencia instalada. El norte de la península lidera la capacidad eólica: Castilla y León, Aragón y Galicia representan la mitad de la potencia instalada en el sistema eléctrico español.
Durante esta década, España pretende aumentar más la presencia de energía eólica. Según el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), en 2030 está prevista una capacidad eólica de 50 GW. Sin embargo, los datos de ritmo de instalación no son favorables: desde 2010 hasta hoy solo se han instalado 8.000 MW, pasando de 20.000 a 28.000 MW. Víctor Cusí, presidente de EolicCat y director general de la consultora Normawind, indica que «la eólica sufrió un estancamiento con la supresión de las primas a las renovables, pero las mejoras tecnológicas y la reducción de costes permiten que ahora sea una tecnología competitiva y que su implantación se haya reactivado fuertemente». Y añade: «En los últimos tres años se han instalado más de 4.000 MW y el ritmo se incrementará mucho».
Alcanzar la meta del PNIEC supone instalar 2.750 MW eólicos al año. Para hacerse una idea, el parque eólico más grande de España, situado en Cuenca, que se encuentra en construcción, es de 300 MW. Para lograr los objetivos autoimpuesta, Cusí señala que «es urgente que las comunidades autónomas trabajen en la reducción de los obstáculos en la tramitación de proyectos», poniendo como ejemplo a regiones como Aragón: «Durante 2021, en Aragón han salido a exposición pública 10.250 MW eólicos, mientras que en Catalunya solo han salido 63 MW».
La energía eólica terrestre (onshore), la que se instala sobre tierra firme, es la más conocida. Sin embargo, la energía eólica marina (offshore), está ganando gran relevancia en los últimos años, presentándose como una alternativa a la limitación espacial que supone instalar aerogeneradores en zonas rurales o de montaña. La offshore que se coloca sobre el fondo marino (la más expandida), además de requerir una profundidad de las aguas no muy grande, tiene gran impacto sobre los fondos. Otro inconveniente son los cables que tienen que ir desde el propio aerogenerador hasta tierra firme y que pueden afectar a la fauna y flora, y también a zonas pesqueras. Para 2030 está previsto que se instalen en España entre 1.000 y 3.000 MW de esta tecnología.
Ninguna fuente de energía está exenta de impactos, pero todas las energías renovables instaladas (en sitios adecuados y con sus correspondientes evaluaciones de impacto ambiental) contribuirán a la descarbonización.
La energía solar fotovoltaica (FV) es la tercera fuente de energía renovable en términos de capacidad instalada a nivel global, por detrás de la hidroeléctrica y eólica. La fotovoltaica obtiene electricidad directamente a través de la radiación solar gracias a las células fotovoltaicas de los paneles solares.
Es ua energía que depende directamente del sol, pero no siempre más es mejor. Como indica Xavier Cugat, director de proyecto de grandes plantas fotovoltaicas, «las placas se ven afectadas negativamente por la temperatura. Así, una planta fotovoltaica en verano estaría generando (en términos de potencia máxima) un 8% menos que en invierno». No obstante, cuando hablamos de energía generada (Wh), el propio Cugat señala que «a pesar de la pérdida de potencia, cada hora de sol cuenta. Así, obviamente, la mayor cantidad de generación solar diaria se da siempre alrededor del solsticio de verano». En cuanto al precio de la electricidad, este experto indica que «en un escenario con más renovables, contrariamente a lo que tenemos por costumbre, los precios más bajos se darán durante el día, que es cuando más generación vamos a tener».
España tiene un potencial fotovoltaico enorme debido a la radiación solar que recibe, y es probable que escale algunos puestos en el ranking mundial: actualmente se encuentra en el 11º. La zona sur de la península, concretamente Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha, lideran la clasificación estatal de MW fotovoltaicos. Estas tres regiones tienen 7.730 MW instalados, la mitad de la potencia fotovoltaica del país. A nivel global, la FV es de las energía renovables que más ha reducido sus costes totales: un 85% respecto a 2010, como muestra el último informe del IPCC. Esto puede explicar por qué en los últimos 12 años ha sido la energía renovable que más ha aumentado en proporción, cuadruplicando su potencia instalada.
Según Cugat, España va en la línea correcta para alcanzar los objetivos para 2030, y destaca que, después de abolir el impuesto al sol, en 2018 hubo un cambio de visión respecto a la solar fotovoltaica. En 2019 se duplicó la potencia instalada respecto a 2017. En cualquier caso –añade– «necesitamos un poco más de velocidad».
La 'otra' energía solar, la termosolar, aprovecha la energía del sol para producir calor y se puede utilizar directamente para agua caliente sanitaria (ducharse, fregar, etc.), para calefacción, climatización e incluso a nivel industrial en hornos solares. También puede aprovechar la energía del sol para producir vapor y seguir el proceso clásico de convertirlo en energía mecánica mediante una turbina que, a su vez, alimenta un generador y produce electricidad.
En España, el pico de generación se alcanza en julio, disminuyendo en los meses anteriores y posteriores. Al igual que ocurre con la FV, la termosolar también tiene más representatividad en el sur. De hecho, tan solo está presente en las regiones de Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha, Murcia, Comunidad Valenciana y Catalunya. Badajoz fue líder en producción en enero de 2022 con el 27 % de la misma.
Existe un tipo de termosolar, la termosolar de concentración (CSP, por sus siglas en inglés) que utiliza espejos o lentes para dirigir una gran cantidad de luz sobre un receptor que normalmente contiene agua. En este receptor se produce vapor que hace girar una turbina y que conectada a un generador, produce electricidad. Es la idea de quemar un objeto con una lupa y la luz del sol pero llevado a gran escala. En España (a 20 kilómetros de Sevilla) se encuentra la primera central solar de torre central del mundo en explotarse comercialmente.
Ayúdanos a hacer Climática posible. Haz una donación o
suscríbete desde 30€ al año.
Con el apoyo de:
Con la colaboración de:
MásPúblico sociedad cooperativa. Licencia CC BY-SA 3.0.
Política de privacidadDevoluciones y reembolsosUso de cookies
La sociedad civil se planta ante los combustibles fósiles.
Más de 30 organizaciones apoyan una carta contra la expansión de infraestructuras gasistas, la energía nuclear y otras falsas soluciones.
Tras el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), queda de manifiesto que se necesitan cambios sistémicos profundos para afrontar la reducción de emisiones que se requieren. La carta, firmada por más de 30 organizaciones de la sociedad civil, recoge la urgencia y necesidad de reducir el consumo energético drásticamente en los próximos años y dejar los combustibles fósiles bajo el suelo. Recalca, además, que si no se aplican adecuadamente los instrumentos de los que se está dotando la Unión Europea, estos podrían consolidar la dependencia a los combustibles fósiles en lugar de suponer un avance considerable para la transición energética justa.
En su lugar, se plantean soluciones ante la emergencia sanitaria, ambiental y social mundial actual. Soluciones que abordan el incremento de la eficiencia energética, la reducción de la demanda, la protección de las personas en estado de vulnerabilidad a través de una tarifa social para la energía y los suministros básicos, la prohibición de la publicidad y los patrocinios de las empresas de combustibles fósiles, y el aumento de la ambición climática.
Denunciamos el greenwashing o lavado verde de la industria fósil: “Un lavado verde que se ha instaurado como la nueva fórmula de negocio de las grandes compañías que nos han abocado a la situación actual de emergencia climática”, la era de los combustibles fósiles “tiene que llegar a su fin y dar paso a una transición energética justa” en la que ninguna forma de “lavado verde” tiene cabida.
“El gas y la nuclear de verde no tienen nada” y aprobar la nueva propuesta de taxonomía europea “supondría facilitar la financiación de los combustibles fósiles hasta 2050”. En cuanto a la modernización del TCE, que se prevé que finalice en junio de este año, han recalcado que “este proceso no es lo suficientemente ambicioso” y han pedido la salida inmediata del tratado, ya que supone un obstáculo para la mitigación del cambio climático. Una afirmación que, por primera vez, ha sido respaldada por el IPCC en su último informe.