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Si algo resulta especialmente gratificante es ver cómo día a día son más en la juventud española los que comprenden que el cambio climático, al que generaciones anteriores a la suya han ido dando forma en el último siglo, será el factor que determine gran parte de su vida adulta. Ya son un 70% quienes en este país se reconocen muy preocupados por la emergencia en la que estamos inmersos, como constata una reciente encuesta europea.
Por ello, satisface comprobar el nivel de los debates juveniles que se han puesto en marcha en varias provincias, dentro del proyecto europeo Climate of Change, financiado por la UE. Su objetivo, aseguran sus promotores, es “desarrollar la conciencia y la comprensión crítica de los jóvenes ciudadanos de la Unión Europea sobre la migración inducida por el cambio climático”, sin duda uno de los mayores desafíos del mundo globalizado.
Tras una especie de yincana por equipos -en España convocada semanas atrás por Alianza por la Solidaridad-Action Aid– ya tenemos un equipo ganador, Talento para el futuro, compuesto por un grupo de estudiantes madrileños, que será el representante de España a nivel europeo en una final que se celebrará en noviembre en Bruselas. Más allá de sus propuestas y argumentos, lo que destaca es su capacidad para posicionarse en torno a una pregunta con más enjundia de lo que parece a simple vista: ‘¿Deberían los países más ricos tomar acción para reducir y mitigar los efectos del cambio climático y consecuentes migraciones forzadas en terceros países del sur global?‘
A bote pronto, la repuesta evidente es un «sí», pero para que pudieran desarrollar la argumentación, unos equipos tenían que posicionarse a favor de esta propuesta y otros en contra, lo que dio lugar a exposiciones de datos y reflexiones que reflejan posicionamientos muy documentados, especialmente en las finales nacionales, celebradas online entre grupos de Canarias y de Madrid, para dos categorías: una de 16 a 18 años, en la que ganaron los que estaban ‘a favor’ de esa implicación de los países desarrollados; y otra de 18 a 26 años, en la que vencieron los que estaban “en contra’.
En la primera final, el equipo madrileño de Enredadero Centro (INJUCAM) centró su discurso en la responsabilidad histórica que los países del norte tienen sobre los impactos climáticos en el sur global y en la necesidad de una colaboración conjunta para enfrentarse a la crisis climática, siempre, eso sí, respetando la soberanía nacional. «No se puede luchar contra el cambio climático sin políticas colaborativas, y no hay que olvidar que es consecuencia del modelo de desarrollo de los países ricos», hacía hincapié Lucía, cuyo equipo recordaba que sólo en 2019 hubo más de 1.900 desastres climáticos en el mundo y unos 24,9 millones de personas tuvieron que dejar sus hogares. Por cierto, añado, tal como va 2021, es probable que estas cifras se superen con creces entre inundaciones, sequías e incendios.
Enredadero Centro mencionó que incluso el FMI (Fondo Monetario Internacional), nada sospechoso de ser especialmente dadivoso, considera que “los países del sur son incapaces de hacer frente solos al cambio climático” y que requieren de una ayuda que debe venir del norte, que es dónde más emisiones contaminantes se generan. “No es neocolonialismo ni caridad. Es responsabilidad”, repitieron en diversas ocasiones.
El ‘contraataque’ desde el equipo canario Jóvenes en Movimiento, partió de cuatro premisas muy diferentes, a sabiendas de que les tocaba la postura más complicada de defender: «Los países desarrollados no son culpables de los problemas de los del sur, las migraciones hoy son por razones socioeconómicas y no climáticas, la crisis económica actual en Europa impide que se pueda ayudar a los de fuera y los países del sur deben empoderarse ellos mismos para luchar contra la corrupción de sus gobiernos y legislar porque las responsables de la contaminación son grandes empresas, no Estados». Aunque lo expusieron apoyándose en datos y referencias, no pudieron convencer al jurado, compuesto por tres especialistas en temática ambiental y derechos humanos, que dio ganador a Enredadero Centro.
Más intensa fue la final entre los equipos de la categoría entre 18 a 26 años, que se enfrentaron a la misma cuestión. El equipo ganador, de la asociación Talento para el Futuro, se hizo con el debate recurriendo a la dicotomía que veían en la pregunta. «La cuestión nos plantea que el norte rico lidere las acciones contra el cambio climático, fijando sus exigencias y atentando contra la soberanía de los países del sur», como ha ocurrido históricamente. «Si dejamos en manos de los países desarrollados la reducción de las emisiones contaminantes, ellos decidirán el qué, el cómo y el cuándo, generando una dependencia del sur, al mismo tiempo que sus industrias se deslocalizan a ese sur», señalaban sus portavoces.
Denunciaban, asimismo, cómo «ese flujo de deslocalización empresarial es justamente el contrario al flujo de las migraciones» del sur al norte, y también «la infantilización» de los países en desarrollo en la toma de decisiones, con el riego de que algunas de ellas, como la apuesta por las energías renovables, se convierta en un nuevo tipo de ‘neocolonialismo’ tecnológico, en lugar de apostar por aumentar las tasas del carbón o combatir esta crisis climática con una mayor justicia social.
Para Juventud por el Clima Tenerife, por el contrario, hay que poner el foco en «la urgencia de actuar ante un reto que es a vida o muerte» y en el que son los países ricos quienes tienen recursos suficientes para los cambios que se precisan de aquí a 2030. «En otro caso para 2050, decenas de millones de personas se verán forzados a migrar», recordaban. Rebatieron también que la ayuda del norte sea colonialista porque «debe partir de la cooperación entre todos, como ya ocurre con grandes proyectos como la Gran Muralla Verde africana», y mencionaban que «las grandes empresas contaminantes tienen sus sedes centrales en países europeos, que es donde ya se trabaja en tomar medidas sobre la ética empresarial». «Si no lo hacemos aquí, no se hará», concluían.
También salió a relucir en el debate la necesidad o no de cooperación internacional al desarrollo, criticada por el equipo Talento para el Futuro cuando parte «del paternalismo, con una perspectiva que genera asimetrías en los países de destino de esa ayuda», mientras que desde Juventud por el Clima Tenerife se argumentaba que «no es posible prescindir de la mitad del planeta» y que «para empoderar al sur hace falta ayuda del norte».
Al final, más allá de las conclusiones, estos debates son un claro ejemplo de una herramienta que ayuda la juventud a poner en marcha el pensamiento crítico que tanto se echa en falta en estos tiempos, activando espacios de investigación, aprendizaje colectivo e intercambio de ideas que deberían promoverse desde los centros educativos y culturales con mucha más asiduidad de la que hoy existe.
Figuras como la de Greta Thunberg y colectivos como Fridays For Future o Juventud por el Clima son grandes pasos en este camino para la conocida como Generación Z, pero falta mucho por avanzar hacia una conciencia ambiental juvenil mucho más general en una contexto en el que lo ‘virtual’ cada vez tiene más peso y no siempre fomentando los valores adecuados. De ahí que proyectos como éste sean especialmente valiosos y requieran de muchos ‘replicantes’.
Sin una juventud activa ambientalmente, el futuro se les tornará muy negro. En sus manos estarán las decisiones que hoy no se tomen… y sin tiempo.
Artículo en colaboración con el proyecto europeo Climate of Change, puesto en marcha por Alianza por la Solidaridad- ActionAid en España.