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Estos días numerosos medios se hacían eco de la propuesta de Rusia en la que presentan La Ruta Ártica como una alternativa de futuro para el transporte de mercancías, más segura, más barata e incluso más ecológica.
Empezando por el final, una de las consecuencias del cambio climático es que cada año los mares del norte son navegables durante más meses al ser cada vez menor el hielo marino de verano. Al aumentar los meses de navegación en el Ártico, crece el tráfico marítimo, ascendiendo también las emisiones de carbono negro que contribuyen a su vez aún más al deshielo del Ártico.
Rusia ha estado bloqueando las negociaciones de la Organización Marítima Internacional en materia de protección del Ártico –tanto la prohibición de combustibles pesados como la regulación de las emisiones de Carbono Negro en el Ártico– desde hace años, por el interés económico que tiene en crear la ruta marítima del norte.
El incremento de tráfico por aguas árticas incrementa el riesgo de accidentes y por consiguiente el riesgo de derrames de combustible.
Los buques suelen quemar el combustible más barato y sucio que queda del proceso de refinado del petróleo: el fuelóleo pesado (HFO), que produce altos niveles de carbono negro cuando se quema. En caso de derrame, el HFO es muy complicado de limpiar debido a su densidad, a la falta de medios y accesibilidad de los equipos de limpieza en el territorio Ártico, afectando de forma dramática a sus ecosistemas, tan delicados y afectados por el cambio climático, pero también a las poblaciones que allí habitan.
Además, los casquetes polares tienen una importancia vital para la regulación de la temperatura del planeta, ya que juega un papel fundamental en cuanto a las dinámicas oceánicas. Actualmente, ya se están viendo los efectos del deshielo Ártico en el cambio de las corrientes marinas y en fenómenos climáticos extremos en el hemisferio norte.
Por todo lo expuesto, cada vez es más urgente protegerlo con medidas efectivas, evitando su explotación como la futura ruta de transporte de mercancías internacional.
La semana pasada se celebró la reunión del Subcomité de Prevención y Lucha contra la Contaminación (PPR8) de la Organización Marítima Internacional (OMI), cuyo resultado fue desesperanzador para las organizaciones que llevamos años haciendo seguimiento de esta regulación y que abogamos por la protección del Ártico ya que se propuso elaborar unas débiles «directrices basadas en objetivos» no vinculantes para reducir las emisiones de carbono negro de los buques que utilizan fuelóleo pesado (HFO) en el Ártico en vez de medidas inmediatas y eficaces, como sería el cambio a combustibles destilados y la instalación de filtros de partículas, que reducirían las emisiones de carbono negro en el ártico en un 90%, si se aplican conjuntamente.
Las emisiones de Carbono Negro en el Ártico han aumentado un 85% solo entre 2015 y 2019. Sin una acción efectiva, se espera que el hielo marino de verano desaparezca a partir de 2030.
En lugar de tomar medidas significativas para hacer frente a la amenaza de las emisiones de carbono negro del transporte marítimo para el ecosistema del Ártico –incluyendo su vida silvestre, las comunidades y el hielo marino de verano– la OMI ha asegurado que la industria del transporte marítimo seguirá contribuyendo a los impactos del calentamiento del clima en el Ártico con consecuencias para todo el planeta.
Las «directrices basadas en objetivos» propuestas durante la PPR 8 significan que cada país puede adoptar su propio enfoque para reducir las emisiones de carbono negro, en su propia escala de tiempo, sin ningún requisito de aplicación o cumplimiento, si es que deciden hacer algo.
Desde ECODES, como miembros de la Clean Arctic Alliance continuamos solicitando una medida obligatoria que fuerce a todos los buques que operan en el Ártico y en sus proximidades a cambiar a combustibles destilados u otros más limpios.
Sobre ECODES y la Clean Arctic Alliance
En ECODES llevamos desde 2014 trabajando en pro de la protección del Ártico, la salud de sus ecosistemas y sus comunidades indígenas. Somos miembros de la Clean Arctic Alliance, una coalición internacional de 21 organizaciones sin ánimo de lucro que trabajan para proteger la región del Ártico: 90 North Unit | The Altai Project | Alaska Wilderness League | Bellona | Clean Air Task Force | Green Transition Denmark| ECODES |Environmental Investigation Agency | European Climate Foundation | Friends of the Earth US | Greenpeace | Icelandic Nature Conservation Association | International Cryosphere Climate Initiative | Nature And Biodiversity Conservation Union | Ocean Conservancy | Pacific Environment | Seas At Risk | Stand.earth | Surfrider Foundation Europe | Transport & Environment | WWF
Mónica Vidal es directora de políticas públicas y gobernanza de ECODES y Marina Gros forma parte de este área. Ambas son representantes de ECODES en la CAA.